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Ceuta y Melilla apuestan por el juego ‘online’ y acaparan más del 60% de las licencias de toda España

Los dos ciudades norteafricanas buscan alternativas económicas ante el fracaso de las aduanas comerciales con Marruecos

Miguel González

Desde que el pasado 15 de septiembre se reabrió oficialmente la aduana comercial de Ceuta, que Marruecos cerró unilateralmente el 8 de julio alegando la necesidad de atender la Operación Paso del Estrecho (OPE), ninguna mercancía la había cruzado en cuatro semanas. Hasta el pasado jueves, cuando un camión con 25 toneladas de arena pasó a la ciudad española desde Marruecos. Aunque Exteriores asegura que “las dos aduanas están operativas”, no consta que tras la reapertura haya entrado ninguna mercancía en Melilla desde el país vecino, ni a la inversa.

Ocho meses después de que, el 11 de febrero, se abrieran las aduanas terrestres de las dos ciudades españolas del norte de África ―la principal contrapartida que obtuvo España en abril de 2022 a cambio de alinearse con el plan marroquí de autonomía para el Sáhara― los pasos fronterizos de mercancías languidecen por falta de clientes. Los empresarios de Ceuta y Melilla coinciden en que las trabas y restricciones impuestas por Rabat son tantas y tan inciertas que su uso no resulta rentable.

La apuesta por el desarrollo económico de ambas ciudades ya no se fía al comercio con su entorno marroquí sino al entorno virtual, que no está condicionado por el territorio ni la situación geográfica. Siguiendo el modelo de Gibraltar, considerada una de las capitales mundiales de las apuestas por Internet, las plazas españolas al otro lado del Estrecho se han lanzado a la carrera por ser campeonas del juego online y acaparan ya el 61% de las licencias a nivel nacional.

Según un estudio de la sociedad municipal ceutí Procesa, la facturación de las empresas de ciberapuestas asentadas en la ciudad autónoma rondó el año pasado los 7.500 millones, con un crecimiento del 12% respecto al anterior. Su aportación al PIB de Ceuta fue de 155 millones en 2023, el 8,2% de su riqueza total. El 44% de las licencias concedidas en toda España y el 80% de la facturación del sector a nivel nacional se concentran en esta localidad de 83.229 habitantes que se ha convertido en “la capital del juego online”, en palabras de su presidente, Juan Vivas.

El desembarco de las casas de apuestas virtuales empezó en 2018, pero se disparó a partir de 2020, impulsado por el auge de esta modalidad de juego durante el confinamiento y, sobre todo, por las ventajas fiscales que ofrece la ciudad. Ceuta graba con solo un 10% los beneficios del sector del juego (frente al 20% del resto de España); y bonifica en un 50% la cotización empresarial a la Seguridad Social, un 75% el impuesto sobre el patrimonio y un 60% el IRPF. Solo se paga el 7,5% de Impuesto de Sociedades los dos primeros años y el 12,5% los siguientes: y, en lugar del 21% de IVA que se aplica en la Península, los servicios cuyos destinatarios sean operadores de juego online (asesoramiento jurídico o tratamiento de datos) tributan un 0,5% de IPSI (impuesto sobre la producción, los servicios y la importación).

La condición para disfrutar de estas ventajas fiscales es que al menos un 50% de la plantilla y de los costes laborales de estas empresas se desembolsen en Ceuta. Según datos oficiales, los empleos directos generados en la ciudad por las empresas del sector ascendían a 1.038 a finales de 2024, en torno al 10% del mercado laboral local.

Aunque a cierta distancia, Melilla, la otra ciudad española del Norte de África, ha emprendido el mismo camino: el 17% de las licencias de juego online en España corresponden a esa ciudad autónoma, solo por detrás de Ceuta y Madrid. Entre directos e indirectos se han generado 1.049 puestos de trabajo en la localidad (85.811 habitantes), según el presidente de la ciudad, Juan José Imbroda. Tanto Ceuta como Melilla imparten cursos de capacitación laboral para trabajar en este sector y combatir un desempleo juvenil que supera el 60%.

En Ceuta se han establecido más de 30 casas de apuestas, muchas de ellas deportivas. Entre otras, las británicas Beltfair y William Hill o la multinacional Betway; mientras que en Melilla la lista ronda la veintena de operadoras, con el anunciado desembarco de la sueca Glitnor. Las autoridades locales han promocionado la llegada de nuevas empresas presentando sus atractivos fiscales en ferias nacionales e internacionales, como la Ice Gaming de Londres.

No todos aplauden la apuesta por el juego digital. Nueva Melilla, un partido formado por exmiembros de la formación localista Coalición por Melilla, ha advertido del riesgo de que el auge de las casas de apuestas se traduzca en un aumento de la ludopatía, las adicciones y la delincuencia; mientras que el presidente de la Asociación de Juego Online de la ciudad, Javier Pérez Escámez, en declaraciones a El Faro de Melilla, ha acusado de desconocimiento al ministro de Consumo, Pablo Bustinduy, quien anunció que se obligará a estas plataformas a alertar sobre los peligros asociados a la afición al juego, como ya tienen que hacer quienes comercializan tabaco o alcohol.

Aunque la eclosión de este sector en Ceuta y Melilla ha coincidido con el Brexit, fuentes del Gobierno gibraltareño aseguran que no ha habido una fuga de casas de apuestas a las dos ciudades españolas. Lo cierto es que las firmas establecidas en la colonia británica tienen licencia para operar en el mercado británico, mientras que las asentadas en Ceuta y Melilla se dirigen al nacional. Los expertos señalan, no obstante, que la incertidumbre provocada por el Brexit hizo que en los últimos años perdiera atractivo la plaza de Gibraltar, que compite con Malta y ahora también con Ceuta como meca del juego por Internet. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, explicó la semana pasada en el Congreso que el futuro tratado entre la Comisión Europea y el Reino Unido sobre las relaciones de Gibraltar con la UE no incluye el sector de los servicios; en el que se encuadra el juego online, que supone el 30% de la economía de la colonia británica.

Aduanas desiertas

Ceuta y Melilla han tenido que buscar un recambio tras el fin del llamado comercio informal, el contrabando que cargaban diariamente sobre sus espaldas las porteadoras marroquíes y que provocó avalanchas y muertes en la frontera. La anunciada apertura de las aduanas se presentó como la oportunidad de establecer un comercio regular y controlado con su entorno marroquí pero la operación, desde el punto de vista económico, ha resultado un fiasco, según José Luis Martínez Lázaro, empresario y operador logístico. Al contrario que en otras aduanas, como Algeciras, desde las que se puede exportar cualquier bien que no esté limitado por un cupo, tras pagar las correspondientes tasas aduaneras, desde Ceuta y Melilla solo se permite el paso de algunos productos, como pequeños electrodomésticos o menaje de cocina, a cuentagotas (una furgoneta diaria), tras engorrosos trámites y con el riesgo de que la aduana se cierre sin previo aviso, como sucedió en junio. A la inversa sucede lo mismo, especialmente con productos perecederos como pescado o verduras, por lo que la importación se ha centrado en los áridos. “Nadie se arriesga a adquirir una mercancía que al final no sabes si la vas a poder pasar o no. La inseguridad jurídica es incompatible con el comercio”, explica Enrique Alcoba, presidente de la Confederación de Empresarios de Melilla.

Arantxa Campos, su homóloga en Ceuta, considera que la actual aduana comercial no es una opción. “Se puede hacer una operación aislada, pero no una proyección seria con estas restricciones”, argumenta. A ello se suma el régimen de viajeros que aplican los aduaneros marroquíes, que incautan cualquier producto adquirido por los visitantes a las ciudades españolas, aunque sea para consumo propio, lo que ahoga al pequeño comercio. “Marruecos no es una opción para el tejido empresarial de Ceuta. La gente se ha reinventado o se ha tenido que marchar”, concluye Campos. Muchos creen que la alternativa pasa por convertir las dos ciudades en megacasinos virtuales. Pero no a todos gusta este modelo.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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