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De “monstruo” a salvador: el caso del marroquí acusado injustamente de quemar viva a una menor

La ultraderecha agitó el caso de un inmigrante de 20 años que ha pasado dos meses en prisión a pesar de que la víctima lo exculpó dos semanas después del suceso

Fuego Gran Canaria

La madrugada del 16 de julio, a las 3.53 horas, una joven canaria de 17 años salió a trompicones de una infravivienda okupada en el barrio militar de La Isleta, en Las Palmas de Gran Canaria. Vestía una chilaba gris y, tras huir por una ventana, sortear un foso y un muro, logró alcanzar la acera. Segundos después, salía su amigo Abarrafia Hader, un marroquí de 20 años sin antecedentes policiales que había llegado a Lanzarote en patera un mes y medio antes. Ambos se abrazaron. Acababan de salvarse de un incendio que a ella, una menor fugada de un centro de menores, casi le cuesta la vida. Las llamas le habían abrasado la mitad del cuerpo, sobre todo la espalda, la cadera y las piernas. La piel de un pie le colgaba. “Pensé que [ella] iba a morir allí”, declaró el joven, quien fue directo del hospital a la cárcel.

El juez ordenó su ingreso en prisión provisional pese a que los indicios eran ambiguos y tardó dos meses en ponerlo en libertad, a pesar de que la víctima lo exculpó solo dos semanas después del incendio, en cuanto se lo permitieron sus heridas y tras haber estado ese tiempo aislada del mundo exterior. Hader acabó encarcelado y convertido en “monstruo” por la ultraderecha. Se difundió que había rociado a la chica con algún líquido inflamable con la intención de quemarla viva. Medios, youtubers y agitadores ultras publicaron todo tipo de información falsa. Cada detalle era más dinamita para justificar el odio: una menor vulnerable; un “burka”; un marroquí recién llegado en patera: una casa okupa; un crimen atroz. “Toda esa información no contrastada que se publicó”, lamenta uno de los investigadores, “perjudicó muchísimo nuestro trabajo”.

El suceso coincidió con los altercados de Torre Pacheco (Murcia), donde grupos de ultras se organizaron para apalizar a los vecinos marroquíes de la localidad. En redes, el odio se multiplicaba. Vox llamó a manifestarse en La Isleta para repetir la cacería murciana. Ni el juez ni los investigadores tenían certezas, pero ya miles daban por hecho que Hader era un asesino. Dos meses después ha sido liberado. El juez ha concluido que no quemó a la chica, sino que intentó salvarla, algo que la víctima ya había declarado 15 días después del encarcelamiento. Ahora ya no se trata de una acusación por intento de homicidio, sino, como mucho, de imprudencia.

Hader y la joven se habían conocido ese mismo día en una cancha deportiva de Vecindario, una localidad al sureste de la isla de Gran Canaria, según fuentes policiales que investigaron el caso. Ella, tutelada por el Gobierno canario, se había fugado cinco días antes del hogar de acogida donde vivía. La adolescente, que se había convertido al Islam recientemente, no habla árabe. Él no habla español. Pero conectaron. Se entendieron gracias a un amigo en común y con la ayuda del teléfono móvil, según las mismas fuentes. Ambos pasaron la tarde fumando porros con otros amigos y después se marcharon en guagua hacia La Isleta, que esa noche celebraba las fiestas del Carmen, con procesiones y chiringuitos con música hasta altas horas. Pasaron la noche juntos en la casa okupa. Solos. Acostados sobre un colchón mugriento en el suelo de una de las cuatro estancias de la casa. Hasta que, según la declaración de ambos, el fuego los despertó.

El abrazo y las primeras dudas

Los indicios disponibles con los que el juez tuvo que tomar la decisión de enviarlo o no a la cárcel abrían muchas hipótesis. Podría haber sido una agresión, pero era raro que, al salir de la casa, la chica no huyese de su agresor. Que no se protegiese. Que no se mostrase a la defensiva. Al comprobar las imágenes de una cámara de seguridad, los propios agentes debatieron entre ellos. Eran de muy mala calidad. Algunos interpretaron que la pareja se abrazaba; otros, en cambio, creyeron que él, que huyó en calzoncillos, la agarraba. Lo que estaba claro es que ella no trató de escapar del sospechoso.

El primer atestado de la policía científica era muy preliminar. El fuego tuvo que tener participación humana (en la casa no había electricidad, ni pudo caer un rayo), pero no podía concluirse si había sido intencionado. Y, según el auto de prisión, el primer parte médico sugería, “con aparente rigor científico”, que las heridas eran compatibles con el vertido directo de líquido inflamable. Por otro lado, la policía local y un testigo que —causalidades de la vida— había tenido días antes una trifulca con Hader en la que otro marroquí acabó apuñalado declararon que la joven farfulló que el chico había “pegado fuego” a la casa. La frase, según fuentes conocedoras de la investigación, no necesariamente indicaba que lo hubiese hecho a propósito, sino que daba a entender que ella se vio sorprendida por las llamas. Él, sin manejar el idioma, no logró desmontar inmediatamente lo que todos estaban pensando sobre él. Algunos testigos lo golpearon nada más salir de la casa.

En el auto de prisión, el juez, encargado del juzgado especializado en Violencia contra la Infancia, reconoce sus dudas de que el marroquí —que no tiene antecedentes— tuviese intención de quemar a la chica. Los indicios podían sustentar esa tesis y la contraria, pero decidió encarcelarlo provisionalmente. La causa del fuego podría haber sido un cigarro mal apagado en un suelo lleno de basura, como defendió él, o “compatible” con una combustión acelerada por algún líquido inflamable, como sugirió inicialmente un parte médico, una tesis descartada después. Había elementos que pesaron en su contra, como ser la única persona presente en el lugar de los hechos, una conversación a solas que mantuvo con la víctima ante la cámara —lo que podría interpretarse como “intento de condicionar o manipular el relato de la víctima”— y las propias palabras de la menor al ser atendida por los policías. Pero pesó, sobre todo, el riesgo de fuga, la situación irregular del sospechoso y el no tener domicilio conocido.

Un encarcelamiento polémico

El Juzgado de Violencia sobre la Mujer Número 2 de Las Palmas de Gran Canaria fue el que asumió el caso en un primer momento aquel 16 de julio. La jueza titular, sin embargo, se inhibió a las 24 horas al no considerar acreditada la relación afectiva entre ambos. La magistrada no impuso ninguna medida cautelar sobre el investigado.

La decisión de encarcelarlo contentó a los agitadores que exigían venganza, pero es polémica en otros ámbitos. Fuentes judiciales que conocen los detalles del caso cuestionan el encarcelamiento del joven marroquí. “Las pesquisas policiales dejaban bastante claro desde un primer momento no solo que el fuego se había producido de forma fortuita, sino que, además, el investigado trató de auxiliar a la menor a pasar por la ventana”, dice esta fuente que prefiere preservar su anonimato. En su opinión, ante las dudas razonables existentes, había otras alternativas antes que la prisión.

Varios penalistas consultados coinciden en que había margen para medidas cautelares menos gravosas. Mohamed Rouin, doctor investigador en Derecho Penal en la Universidad Rey Juan Carlos, mantiene que la decisión jurídica “normal” habría sido la de dejar en libertad al acusado. “Cuando hay dudas, siempre tienen que influir en beneficio del investigado. Hay una vulneración evidente de los derechos del acusado”, asegura. El penalista Mauro Jordán destaca el “excesivo” plazo transcurrido en prisión. “Es muchísimo tiempo”, recalca. “No me parece desproporcionado”, rebate el criminalista Alfonso Delgado, “pero es cierto que se pudo optar por medidas cautelares menos gravosas como órdenes, pulseras [de control telemático]…. Con todo, la decisión no resulta descabellada”.

Hader intentó salvarla

La historia da un giro cuando la adolescente, ingresada desde entonces en un hospital de Sevilla, habla con la policía. La entrevista no se hizo hasta el 30 de julio. Según fuentes conocedoras de su testimonio, la joven, que se recupera bien de sus graves heridas, relató que Hader no solo no la quemó, sino que intentó ayudarla a salir de la habitación en la que se había quedado atrapada. “No muestra victimización, ni trauma”, explican estas fuentes. Aunque el atestado policial, en el que se incluía la transcripción y el vídeo de la declaración, no se remitió al juzgado hasta el 22 de agosto, los agentes informaron al juez el mismo día de la entrevista, un mes y medio antes de la puesta en libertad de Hader.

La adolescente contó que cuando el fuego les despertó intentaron huir, pero mientras él —ágil y de complexión delgada— salió con facilidad, ella tuvo más dificultades. La joven explicó que Hader intentó sacarla desde fuera por una ventana de solo 40 centímetros de ancho, pero no cabía. Él tiraba de sus brazos, pero ella se quedaba enganchada a la altura de la cadera con medio cuerpo dentro. En ese intento desesperado de huir del fuego, las llamas quemaron su espalda y la parte posterior de las piernas. Al final, la joven pudo escapar por otra ventana.

Casi tres semanas después de la declaración de la menor, la Audiencia Provincial avaló la prisión de Hader. Ante el recurso presentado por la primera abogada de oficio que asumió su defensa, los magistrados defendieron exactamente los mismos argumentos que motivaron su encarcelación, según el auto al que ha tenido acceso EL PAÍS. Los agentes que han investigado el caso matizan que, cuando se trata de delitos tan graves, el testimonio de una persona, por sí solo, no suele ser motivo suficiente para cambiar una decisión o una línea de acusación.

Gana la “tesis inicial” del accidente

Finalmente, el juez Tomás Martín decretó la libertad provisional de Hader el pasado martes, tras 57 días entre rejas. “El informe del Cuerpo de Bomberos y las conclusiones del Grupo de Policía Científica refuerzan la consideración de que el origen del incendio es compatible con una causa fortuita”, detalla el juez. El auto detalla que los informes médicos posteriores “relativizan la hipótesis de que la víctima fuera rociada con líquido inflamable”, y que la propia víctima ha negado “expresamente” ese extremo. Se consolida, argumenta el juez, “la tesis policial inicial” de que se trató de un “incendio accidental”, en el que la víctima resultó atrapada en la habitación “pese a los intentos de auxilio del investigado”. Por último, el auto considera “relevante” que en las imágenes que muestran a ambos al salir de la casa “se observa cómo víctima e investigado se reencuentran en la vía pública y se abrazan, gesto que revela cooperación en la evitación del peligro”.

Encontrar a Hader es ahora una misión casi imposible. En las calles de La Isleta, que él conoce bien porque vivió en un centro de acogida de migrantes que hay en el barrio, algunos dicen saber dónde está. Sin embargo, en los descampados o las casas okupadas donde lo sitúan no hay rastro de él. Tras el incendio se quedó sin móvil, abrasado por las llamas. Su nuevo abogado todavía no se ha entrevistado con él, no sabe dónde está, no tiene cómo localizarlo. Espera que cumpla con la orden del juez que le prohíbe salir de la isla y le obliga a comparecer una vez a la semana. “Después de lo que ha hecho, no creo que vuelva a aparecer por aquí”, asegura un vecino ignorando la nueva tesis del juez. “Hasta que no haya sentencia no sabremos si es inocente”, añade.

Es la justicia selectiva de las redes. Hader seguirá siendo culpable hasta que se demuestre lo contrario. Y no al revés. Los mismos que propagaron bulos y esparcieron odio gracias a este caso cuestionan ahora la puesta en libertad sin haberse leído el auto. “No hay un español decente que entienda esta noticia. ¿Por qué tenemos que tener en la calle a estos monstruos?”, clamaba en X el líder de Vox, Santiago Abascal. En su tuit, mostraba el titular de un pseudomedio de la ultraderecha con el siguiente titular: “Dejan en libertad al inmigrante ilegal marroquí que quemó viva a una joven de 17 años”. La puesta en libertad indignó mucho también a Daniel Esteve, dueño de la empresa de desalojos extrajudiciales Desokupa. “¿Os acordáis del joven marroquí que quemó a una chica?”, interpela Esteve a sus fieles. “Se probó. No es que lo diga yo o el Espítiru Santo. Es que esa chica fue quemada viva”, señala antes de apuntar que “seguro” que el marroquí tenía “múltiples antecedentes”. La ficción intentando ganar el pulso a la realidad.

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