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La economía en Cabo Verde quiere ser azul

La reina Letizia ve “admirable e imprescindible” la labor de los cooperantes

La reina Letizia visita este miércoles el mercado municipal de Mindelo, Cabo Verde, para conocer proyectos relacionados con la pesca artesanal sostenible y cómo se mejoran los derechos de las mujeres pescaderas.
Belén Domínguez Cebrián

Cabo Verde, un país árido, con muy poca superficie cultivable y altamente dependiente del turismo y las remesas de la diáspora ―un millón de personas concentrada fundamentalmente en Estados Unidos y Portugal―, está iniciando un proceso de transformación en su economía para empezar a aprovechar lo que sí tiene y que se ve desde casi cualquier punto del país: el mar.

En su visita al archipiélago africano, la reina Letizia ha viajado hasta el mercado do Peixe de Mindelo, en la isla de San Vicente, segunda ciudad más importante del país (80.000 habitantes), para poder ver toda la cadena de economía circular que se ha puesto en marcha en parte gracias a la cooperación española: del mar a la lonja; y de la lonja al plato. En ese sentido, la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (Aecid) ha puesto en marcha varios proyectos para impulsar una economía basada en el uso sostenible de los recursos marinos y costeros para fomentar el empleo ―especialmente de mujeres―, el crecimiento local, la nutrición de niños y adolescentes y proteger el medioambiente.

Eres guardiana de los secretos

De las aguas profundas, pescadera querida

En las mañanas relucientes Cabo Verde te celebra

Mujer bravura en tu postura.

Con cariño homenajeamos tu papel, pescadera heroína

Bajo el vasto cielo de Mindelo.

Es un poema que se lee en una de las tinas, una especie de palanganas, que algunas mujeres han pintado a modo de artesanía local. Se trata de un recipiente en el que las peixeiras guardan y exhiben el género y que cargan en la cabeza con pescado que llega a pesar hasta 20 kilos. Y ese poema refleja la esperanza del oficio, que poco a poco, aflora de la marginalidad y se formaliza como un empleo más.

“Soy peixeira, soy guerrera y soy luchadora”, le ha dicho Germana, una vendedora de pescado, a la Reina durante un baile de bienvenida. Su colega Marisa, de 43 años y que lleva siendo peixeira desde los 14, lamenta que ahora su oficio “es más difícil que antes” porque desde hace meses no hay pescado por la pesca intensiva y poco sostenible que se ha practicado durante los últimos años y el mal uso de las cuotas y caladeros en las aguas caboverdianas.

El proyecto que este miércoles ha visitado la Reina fomenta el empleo de mujeres como Marisa, Alison e Inocencia, quien se lleva la mano al pecho para indicar en criollo que su oficio ―muy denostado y estigmatizado en Cabo Verde― es un “orgullo” para ella. Mientras los pescadores intentan transformar la pesca y hacerla más sostenible, en el pequeño mercado las mujeres venden el género como parte de un proyecto al que la Aecid, a través de la Asociación de Pescaderas de Mindelo, ha contribuido con algo más de un millón de euros. “La labor de los cooperantes es admirable e imprescindible”, ha reconocido la Reina durante otra visita por la mañana a una escuela en Praia, la capital del país africano. La Asociación, además, ha conseguido sacar del ostracismo a las peixeiras. “Hay prejuicios [en la sociedad] por el olor corporal (...). Quien no sirve para otra cosa se va al mar o a vender pescado”, explica Estibaliz Táboas, coordinadora de Paz y Desarrollo, una ONG que también está involucrada en el proyecto.

En Mindelo, la ciudad más turística del archipiélago, llena de casitas coloniales, las peixeiras venden el pescado que luego limpian los jóvenes en una nave contigua y que más tarde se servirá en las escuelas cercanas. “El uso sostenible del ecosistema costero y marino se compatibiliza con el fomento de empleos relacionados con el mar, el apoyo a pescadores y pescadoras”, explica la Aecid. Algo muy valioso en un país conformado por 10 islas. “Esto es de gran ayuda porque me sustenta a mí y a mi familia”, dice María Gutiérrez, que lleva 32 años vendiendo pescado en la calle.

Como parte del proyecto, se ha conseguido introducir la proteína del pescado en los menús de varias escuelas cercanas, como la de Châ de Cricket, un barrio de Mindelo, que también ha visitado la Reina. Y es que muchos niños que viven cerca del mar no tenían introducido el pescado en su dieta. Ahora, unos 7.500 alumnos en todo el país se han beneficiado directamente de esta iniciativa de economía circular.

En su labor para visibilizar el trabajo de la cooperación española en Cabo Verde, la reina Letizia ha terminado la jornada con una visita al Oceanográfico de la ciudad, donde ha visto, entre otros proyectos relacionados con el mar, la rehabilitación de hasta ocho faros históricos con los que la Aecid pretende fomentar el turismo en el archipiélago y seguir creando empleo para la población local, sostenible y relacionado con lo que abunda en Cabo Verde: el mar.


Una puesta de sol a ritmo de ‘batuk’

El sol cae en Cabo Verde, las gallinas caminan por los tejados de las coloridas casas de Porto Mosquito mientras una pequeña piara de cerdos mordisquea la colada de una vecina de esta comunidad de unos 800 habitantes en el sur de la isla caboverdiana de Santiago. “La Reina vino por primera vez a un puerto pesquero, Puerto Mosquito. Bienvenida, muchas gracias, reina Letizia”, cantaba en criollo el grupo de mujeres que recibió en la tarde del martes con una batucada, palmas y bailes locales a la reina Letizia en este pueblecito en el que termina una carretera que serpentea junto a la costa antes de que se erija el imponente Monte Angra y el Parque Natural Baia do inferno.

De la mano de la Aecid y de agencias de Naciones Unidas, como Unicef, la visita de la reina Letizia ha inaugurado un proyecto pionero para disminuir las desigualdades en el que España ha invertido 700.000 euros y tendrá una duración de tres años. La novedad reside en que es la propia comunidad la que identifica sus vulnerabilidades e intenta subsanarlas de una manera integrada. De esta forma, son los vecinos los que marcan “sus propias expectativas”, dice la Aecid. “Con este proyecto se busca una mayor cohesión social”, explica Taïs González, responsable de programas de la Aecid en Cabo Verde, y desarrollar un turismo vinculado al mar. Pero sobre todo que los jóvenes no se vayan.

Y para eso, Emiliana Gomez Varela, concejal de Asuntos Sociales, ve en el turismo un filón. Y eso estará integrado en el proyecto: mientras los hombres faenan en el mar y llevan el pescado a la playa, la idea es que algunas mujeres cocinen y puedan aportar cierto servicio a un turismo que es una pata fundamental en la economía caboverdiana —que representa el 25% del PIB del archipiélado africano, según el Banco Mundial—, pero aún muy residual en esta remota zona de la isla de Santiago, la más grande del país.

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Sobre la firma

Belén Domínguez Cebrián
Cubre Casa Real y Defensa. Pasó 10 años en Internacional cubriendo inmigración y países nórdicos y bálticos. Estuvo en la corresponsalía de Bruselas. Licenciada en Derecho y Políticas (UAM); diplomada en Relaciones Internacionales (Universidad de Kent); Máster de periodismo (UAM/EL PAÍS); y Observadora Electoral (Escuela Diplomática).
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