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La falta de un nuevo reglamento tras anularse el del PP deja a la carrera diplomática en el limbo legal

El embajador español en Bélgica se queja a Albares de su “cese inesperado” con una “maniobra ridícula y mezquina”

La ministra de Defensa, Margarita Robles, que ha participado en la ceremonia de imposición de Grandes Cruces, este viernes en la sede del Ministerio, coloca la medalla al el director embajador de la Escuela Diplomática, Alberto Antón Cortés, actual embajador en Bélgica en 2022 en Madrid.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, que ha participado en la ceremonia de imposición de Grandes Cruces, este viernes en la sede del Ministerio, coloca la medalla al el director embajador de la Escuela Diplomática, Alberto Antón Cortés, actual embajador en Bélgica en 2022 en Madrid.Luis Millán (EFE)

El relevo de tres embajadores españoles —los de Croacia, Corea del Sur y Bélgica— antes de que hayan cumplido el tiempo habitual en el puesto, que suele ser de entre tres y cuatro años, ha provocado una gruesa marejada en la carrera diplomática. Su última expresión ha sido la carta pública que el todavía embajador en Bélgica, Alberto Antón, ha dirigido al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en la que, además de lamentar su “cese inesperado”, denuncia haber sido víctima de una “maniobra, aparte de torpe, ridícula y mezquina, […] un intento de ensuciar y poner en entredicho” su reputación profesional.

En su misiva, insólita para un embajador en ejercicio, Antón alude al hecho de que se atribuyera su cese al vídeo en el que se lo veía dormido mientras el ministro pronunciaba su discurso en la conferencia de embajadores celebrada en Madrid el pasado 13 de enero. Tras precisar que ese día se encontraba “enfermo con gripe y bajo los efectos de antihistamínicos”, asegura que hizo el esfuerzo de acudir a la cita para encontrarse con sus compañeros, ya que el encuentro reúne a los 130 embajadores españoles en todo el mundo.

Aunque en un primer momento consideró lo sucedido una mera anécdota, pasto de comentarios “en clave de humor”, le preocupó, añade la carta, que, “en el contexto actual del ministerio, si se quería, se podía encontrar en el vídeo munición para tratar de descalificar, amedrentar y eventualmente destituir a alguien llegado el momento oportuno”.

Antón sugiere que el verdadero motivo de su relevo fue facilitar una carambola a tres bandas en la que el actual embajador en Luxemburgo, José María Rodríguez Coso, lo sustituirá a él; y este será a su vez sustituido por la embajadora en Lituania, Nieves Blanco, esposa del representante permanente de España ante la UE, Marcos Alonso, con sede en Bruselas; “siendo yo […] el único que salgo perjudicado por los calculados ajustes” del ministro, agrega. Cuando el subsecretario, Xavier Martí, lo llamó el 29 de enero para comunicarle su relevo, no le explicó los motivos del mismo, según Antón. “Me aclaró que mi cese no se debía a mi desempeño profesional”, precisa.

El Ministerio de Asuntos Exteriores no ha querido comentar la carta del diplomático, pero ha subrayado que la cobertura de puestos en el exterior se realiza “con los procedimientos habituales”. En los últimos días, Albares ha subrayado que el nombramiento de embajadores es una potestad exclusiva del Consejo de Ministros y que los relevos al frente de las misiones diplomáticas se están produciendo “con total normalidad”.

“Cuando se nombra a un embajador, se le nombra en un contexto determinado, para un país determinado, con una misión determinada. Cuando el contexto cambia o la misión cambia, se produce ese relevo”, alega. “No hay un tiempo de estancia en un puesto, ni máximo ni mínimo”, remata.

Los tres embajadores relevados llevan, respectivamente, dos años y 10 meses (Juan González-Barba en Croacia), dos años y medio (Guillermo Kirkpatrick en Corea del Sur) y dos años y cuatro meses (Alberto Antón en Bélgica), aunque desde Exteriores se alega que el proceso se prolonga varios meses desde que se pide el plácet al país anfitrión, lo que se ha hecho ya en los tres casos, hasta que se materializa. Sin embargo, estas embajadas no figuraban en el listado de las que quedarían vacantes en 2025, que se conoció en otoño pasado, por lo que sus titulares contaban con seguir al frente de las mismas un año más.

Albares tiene razón en que no hay un tiempo mínimo de permanencia de un embajador en un destino, pero en el pasado sí lo había. Hasta hace pocos años. El artículo 44 del Reglamento de la Carrera Diplomática de 2014, aprobado por el ministro del PP José Manuel García-Margallo, establecía que los embajadores “cesarán en el mes anterior a aquel en que cumplan cuatro años desde su toma de posesión en las misiones diplomáticas” ordinarias; y a los tres años en las consideradas peligrosas o penosas, sin perjuicio de la potestad del Gobierno para cesarlos en cualquier momento.

Pero el Tribunal Supremo anuló en 2017 ese reglamento, con un argumento formal: no fue objeto de consulta con las organizaciones sindicales, como dispone el Estatuto del Empleado Público. Eso hizo que volviera a estar vigente el reglamento de 1993, que no fijaba plazo mínimo de permanencia al frente de una misión diplomática ni muchos otros aspectos de la carrera.

El Ministerio de Asuntos Exteriores elaboró un nuevo reglamento que estaba ya listo con todos los informes preceptivos, incluido el del Consejo de Estado, en enero del año pasado, según Alberto Virella, presidente de la Asociación de Diplomáticos de España (ADE). El borrador inicial recuperaba los tiempos mínimos de permanencia al frente de las embajadas, pero Virella no sabe si se mantienen en el texto definitivo, pues Exteriores no ha informado de las modificaciones introducidas tras cerrarse el periodo de consultas.

En el último año no se ha vuelto a tener noticia de ese nuevo reglamento y Albares ni siquiera lo citó en el pormenorizado listado de proyectos de su departamento que desgranó en la conferencia de embajadores. Según la ADE, el ministerio alega que está a la espera de que se apruebe el proyecto de ley de la Función Pública de la Administración del Estado, actualmente en tramitación parlamentaria, para adaptarlo al mismo. Sin embargo, desde septiembre pasado la Mesa del Congreso ha ampliado 15 veces el plazo de presentación de enmiendas al texto, por lo que Virella teme que se siga prorrogando indefinidamente, ante la dificultad de aprobar un proyecto de este calado con la actual polarización y fragmentación política, y que Exteriores aproveche esta coyuntura para seguir teniendo manos libres.

La ADE remitió el pasado día 30 al ministro una carta al ministro en la que reclamaba “que se apruebe el reglamento de la carrera sin mayores dilaciones {…] conforme con el marco normativo vigente”; es decir, sin necesidad de esperar a la nueva ley. Además del tiempo de permanencia en las embajadas, el reglamento debería establecer normas precisas sobre la clasificación de las legaciones diplomáticas, los méritos para acceder a cada una de ellas o el proceso de selección de candidatos, entre otros aspectos en los que ahora hay un vacío legal, según la ADE. Se trataría de homologar a España con otros países europeos en los que los cambios de embajadores se conocen con muchos meses de antelación y no están sujetos a vaivenes políticos.

La carta de la asociación de diplomáticos a Albares no venía motivada por los tres relevos que se han conocido en los últimos días, sino por un asunto previo: el hecho de que una decena de cargos intermedios de Exteriores mucho peor remunerados que los embajadores, especialmente subdirectores generales sobre los que recae el peso de la gestión diaria, se hubieran quedado sin embajada en el concurso de este año, pese a considerarse con méritos sobrados. Aunque evitan en todo momento cuestionar la valía profesional de los elegidos, los agraviados acusan al ministro de confundir “discrecionalidad con arbitrariedad”. El hecho de que Exteriores no explique la razón de los relevos ha facilitado, según denuncia el aún embajador en Bélgica, que hasta en algún tabloide británico se haya difundido la versión de que su cese ha sido un castigo por su inoportuna somnolencia.

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