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EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA
Columna
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En vivienda hace falta más: una combinación del plan de Sánchez y el de Feijóo

La crisis de acceso a la vivienda es tan grande que no nos basta con planes planteados desde estrechas miras ideológicas. Necesitamos mucha más ambición, más mestizaje, y menos desencuentros artificiales

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, clausura el foro 'Vivienda: quinto pilar del Estado del bienestar', organizado por el Gobierno sobre el problema del acceso a la vivienda, este lunes, en Madrid.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, clausura el foro 'Vivienda: quinto pilar del Estado del bienestar', organizado por el Gobierno sobre el problema del acceso a la vivienda, este lunes, en Madrid.Samuel Sánchez
Jorge Galindo

El mejor programa posible de vivienda para España es una combinación de lo que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo han anunciado en las últimas 48 horas. Acompáñenme en este viaje a través de las trincheras ideológicas para defenderlo. De hecho, hay un acuerdo implícito: incrementar oferta necesaria que aún no está construida. La propuesta del PP de reducir los plazos de respuesta a informes urbanísticos de nueve a tres meses supondría una mejora enorme en la que bastaría con cumplir los plazos ya definidos sobre el papel. Pero agilizar trámites no es suficiente para un sector que, según BBVA Research, ha perdido un 25% de productividad en los últimos años. Para recuperarla es fundamental invertir: como el gobierno propone, por ejemplo, usando fondos europeos para impulsar la construcción industrializada y modular.

La oferta se completaría con la intención del gobierno de dar prioridad y recursos a la nueva Empresa Pública de Vivienda. Calibraremos si arranca gracias a casos concretos, como el definido como primera meta por la ministra: los terrenos del antiguo cuartel de ingenieros de Valencia, que los vecinos han sufrido en desuso desde los años noventa y donde se anuncian nuevas viviendas públicas desde hace más de media década.

De hecho, el gobierno no podrá cumplir sus propios objetivos si antes no desbloquea otros cuellos de botella regulatorios. Feijóo habló el domingo de la necesidad de reformar la Ley del Suelo, y en 2024 el PSOE puso en marcha un anteproyecto: buscaba limitar la capacidad de paralizar desarrollos urbanísticos y reducir los requisitos previos al inicio de obras, especialmente en vivienda protegida. El extremo izquierdo se opone porque no quiere restar poder a exigencias locales y porque ve una puerta para la especulación. Pero cuando permitimos que cualquier otro objetivo se anteponga localmente a la construcción de vivienda, estamos priorizando otras cosas que no son la vivienda. El verdadero poder de mercado para el sector público estará en disponer de pisos propios, no en decretar ni prohibir. La izquierda parece entenderlo cuando propone que la nueva vivienda pública no sea como las VPO, que pasan al mercado libre al cabo de cierto tiempo. No cuando cuestiona cambios que agilizarían desarrollos.

Aunque las mayores contradicciones de la izquierda aparecen al querer sobre-regular el parque existente. Las restricciones —desde los límites a compradores extranjeros que sugiere ahora Sánchez hasta el control de alquileres facilitado desde 2023— desincentivan precisamente lo que necesitamos: más inversión, por ejemplo, en construcción o rehabilitación para alquiler.

Para redondear el periplo, podemos combinar enfoques en materia fiscal de izquierda y derecha para que la vivienda existente se vuelva accesible. Sánchez propone exenciones de IRPF si se alquila a un precio marcado por índice. También, desde la ley de 2023, los ayuntamientos pueden penalizar con recargos en el IBI a las viviendas vacías. Por último, el PSOE sugiere más presión fiscal a quien tiene varios alquileres turísticos. Deberíamos unir las tres piezas en un solo diseño coherente: quien alquile de manera asequible y a largo plazo paga menos; y quien lo haga a corto o más caro, más. El PP, por su parte, propone reducir al 4% el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales para menores de 40 años. Vayamos más allá: exenciones a rentas bajas adquiriendo primera vivienda; y también bonificación del impuesto si quien compra después mantiene el inmueble durante años alquilado a precios asequibles.

Y, como guinda: Sánchez plantea un sistema de avales públicos; Feijóo propone que las comunidades autónomas aseguren los pagos. Aunque diferentes, ambas ideas apuntan a lo mismo: facilitar un mercado de alquiler más equitativo, en el que sea el Estado quien asuma riesgos, en lugar de cargarlos sobre propietarios o inquilinos vulnerables.

Moraleja: la crisis de acceso a la vivienda es tan grande que no nos basta con planes planteados desde estrechas miras ideológicas. Necesitamos mucha más ambición, más mestizaje, y menos desencuentros artificiales.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).
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