La exjefa etarra Laia admite que participó en el asesinato del empresario José María Korta en 2000
La terrorista, que se encuentra en prisión por otros crímenes, acepta una condena de más de 26 años de cárcel
La exjefa etarra Ainhoa García Montero, alias Laia, ha admitido este lunes que participó en el atentado perpetrado contra el empresario José María Korta, asesinado en el verano del año 2000. La terrorista ha reconocido su implicación en la colocación del coche bomba que acabó con la vida del entonces presidente de la patronal Adegi, al que ETA mató en las proximidades de su propia compañía, ubicada en el polígono industrial Gorostiaga, en Zumaia (Gipuzkoa). Laia, que se encuentra en prisión por otros crímenes, ha confesado durante el juicio celebrado en la Audiencia Nacional. Durante el mismo, la Fiscalía ha detallado que rebaja su solicitud de condena a 26 años y 9 meses de cárcel, frente a los 30 años que pedía inicialmente.
La Audiencia Nacional ha acogido este lunes el juicio contra la etarra, a la que se atribuyó la jefatura del aparato militar de la banda armada y el mando sobre varios comandos. La vista oral apenas ha durado unos minutos. A la pregunta de si admitía los delitos que le imputaban, Laia ha respondido con un escueto “bai” (“sí”, en euskera). El fiscal Carlos García Berro ha puesto entonces sobre la mesa la reducción de la pena. A continuación, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), también personada como acusación, se ha adherido a esa rebaja. La defensa ha aceptado la propuesta: “Por expreso deseo de mi defendida, no voy a hacer informe alguno”, ha dicho el abogado de la procesada.
José María Korta, que no llevaba escolta, fue asesinado en agosto de 2000, con 52 años. Estaba casado y era padre de tres hijos. En aquella época, según el escrito de acusación de la Fiscalía, Ainhoa García formaba parte del comando Buruntza y, junto a sus compañeros, acordó “dar muerte” al empresario, euskaldún y nacionalista, y una de las figuras que más se había destacado públicamente en su apuesta por el diálogo con ETA.
Para cometer el atentado, la banda terrorista recopiló información del empresario y se la suministró al comando, además de proporcionarle el vehículo (un Fiat Tipo) que había sido robado unos días antes y que utilizarían como coche bomba. Según ha admitido la terrorista, ella y un compañero sustituyeron las placas de matrícula del automóvil para evitar que fuese detectado, y colocaron en su interior “un artefacto compuesto por entre 15 a 20 kilos de gelatina explosiva o dinamita tipo goma, que ubicaron dentro de una tartera en el maletero”.
El plan criminal se ejecutó el 8 de agosto, cuando Laia y otro etarra trasladaron el coche bomba hasta el aparcamiento que estaba frente a la empresa de la víctima, donde lo estacionaron junto al automóvil de José María Korta. Allí estuvieron acechándolo durante más de una hora. Esperando a que apareciera. De esta forma, cuando el presidente de la patronal salió del edificio sobre las 12.15 y subió al coche para dirigirse a una comida de trabajo, los etarras detonaron el explosivo a distancia mediante un radio mando. La onda expansiva alcanzó de lleno a Korta, que murió a los pocos minutos.
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