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Feijóo choca con el ala dura del PP en su intento de mostrar un perfil más social

El líder popular compagina gestos a la derecha radical con propuestas de inspiración socialdemócrata que lo enfrentan con los más liberales

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (a la derecha), participa en el Día del Afiliado, con la entrega de carnés a los nuevos afiliados y actividades de convivencia, el sábado en Zaragoza.
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (a la derecha), participa en el Día del Afiliado, con la entrega de carnés a los nuevos afiliados y actividades de convivencia, el sábado en Zaragoza.JAVIER BELVER (EFE)
Elsa García de Blas

Después de un arranque de curso de ruido y furia, Alberto Núñez Feijóo se ha puesto el traje socialdemócrata. El líder del PP se ha lanzado a proponer medidas para avanzar en la conciliación laboral y familiar de inspiración keynesiana, que formarán parte de su llamada ley de conciliación que el PP presentará en las próximas semanas y que, en palabras de Feijóo, será “la más ambiciosa de la democracia”. La norma verá la luz después de que el líder de la oposición se reúna con los sindicatos y la patronal, pero los anticipos de esa legislación ya están pisando callos en la derecha. El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso se ha mostrado “radicalmente en contra” de una reforma de la jornada laboral a la que se ha abierto Génova, mientras otros representes del ala dura del PP ven “un error” plantear políticas que aumentan el gasto público. “Yo no creo en la superioridad moral de la izquierda, creo en la del liberalismo”, defiende la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre en conversación con EL PAÍS, y advierte: “Si no ganamos la batalla cultural, no ganaremos las elecciones”.

La medida más novedosa en la derecha que ha anunciado Feijóo en los últimos días es la concentración de la jornada laboral en cuatro días, frente a los cinco actuales. Mientras el Ministerio de Trabajo negocia con los agentes sociales la reducción de 40 a 37,5 las horas laborales a la semana con muchas resistencias de los empresarios, el líder del PP ha flexibilizado su postura planteando que sea posible trabajar solo cuatro días a la semana, aunque en principio sin reducir el número de horas totales. Génova se ha abierto, además, a respaldar en el Congreso la reducción a 37,5 horas si hay acuerdo entre sindicatos y patronal, lo que resulta toda una revolución en los planteamientos tradicionales de la derecha, aunque de momento la CEOE sigue rechazando la propuesta de Trabajo.

La flexibilidad de Feijóo sobre la jornada laboral se ha topado con el PP de Madrid, exponente del alma más liberal del partido. “Estamos totalmente en contra de lo que podría ser la reducción de una jornada laboral [...] ya que es una medida que va en contra de los autónomos y de las pymes”, manifestó con rotundidad Miguel Ángel García Martín, consejero de Presidencia de Isabel Díaz Ayuso.

No ha sido el único giro del PP que ha emprendido Feijóo. El líder popular también ha planteado la ampliación de los permisos de paternidad y maternidad de 16 a 20 semanas ―pese a que el PP votó en contra en 2019 del último aumento y lo recurrió al Tribunal Constitucional, que le denegó la razón― y de 26 semanas para las familias monoparentales.

Feijóo ha propuesto, además, para ayudar a la natalidad, un aumento de la deducción fiscal por nacimiento de hijo, de los 1.200 euros actuales a los 1.800, y extender la gratuidad de las escuelas infantiles de cero a tres años a todo el país. Todas son políticas que aumentarían el gasto público, que contrastan con el discurso del líder del PP sobre el exceso de deuda y las bajadas de impuestos.

“Son iniciativas que suenan novedosas dentro del PP y que creemos que van en la línea europea. La CEOE no lo ha visto del todo mal, nuestra intención es romper techos de cristal en el partido”, argumenta un dirigente del núcleo duro de Feijóo.

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No lo ven así los sectores más liberales del PP, donde chirría mucho que las propuestas económicas de Feijóo versen sobre aumentar el gasto público. “Creo que, en cambio, hay muchas propuestas liberales que tendríamos que hacer”, defiende Esperanza Aguirre, que pertenece al sector del laissez faire de los populares. “Debemos dejar de pensar que el gasto público es la solución. Hay que hablar de medidas que ahorren, como limitar el número de asesores del presidente del Gobierno, o la que ha planteado el presidente de la patronal [Antonio Garamendi] sobre que los trabajadores reciban su nómina en bruto y después sean ellos los que ingresen a la Seguridad Social sus cotizaciones y a Hacienda IRPF.”, argumenta. “Leí que Génova tenía encuestas que les decían que había que hablar de estos temas y me quedé aterrada, ¡ha vuelto Arriola!”, ironiza la expresidenta de Madrid en referencia al histórico gurú demoscópico de Mariano Rajoy, ya fallecido, que teorizó el viaje al centroderecha del PP.

En la dirección del político gallego aseguran que al líder no le harán mella esas presiones de los halcones. “Feijóo decidió hace mucho tiempo ir a lo suyo, y hacer lo que tiene que hacer. Si estuviéramos mirando hacia los lados no habríamos llegado al acuerdo para renovar el Consejo General del Poder Judicial [tras un bloqueo de cinco años] ni tampoco habríamos votado a favor de la toma en consideración de la ILP de regularización de los inmigrantes”, subraya un dirigente del núcleo popular.

Pero el líder de la oposición ha puesto una vela a Dios y otra al diablo. Feijóo ha compaginado su reciente giro social con un viaje a Roma la semana pasada para reunirse con la primera ministra ultra de Italia, Giorgia Meloni, a la que ha elogiado por su modelo de control de la inmigración, basado en políticas de mano dura y de dudoso respeto de los derechos humanos; y se ha entregado a una retórica hiperbólica en asuntos como la crisis en Venezuela o el plan de regeneración democrática de Sánchez, del que dijo que “no se veía una cosa así desde Franco”.

“El discurso del partido en muchos temas es el de Cayetana Álvarez de Toledo”, opina un dirigente del sector moderado, que ve a la diputada y exportavoz parlamentaria de Pablo Casado con mucha ascendencia en el PP de Feijóo, pese a la paradoja de que el político gallego, cuando era presidente de la Xunta de Galicia, discrepaba de su estilo y llegó a acusarla de “perder los papeles” en la tribuna. Álvarez de Toledo interviene ahora todas las semanas en la sesión de control al Gobierno.

El resultado, para algunos sectores del PP, es una suerte de batiburrillo estratégico, pasando de la línea dura a la blanda, y al revés. “No hay estrategia, da la sensación de que se va al día. Feijóo está incómodo en el papel de oposición. No había venido para esto”, analiza un dirigente veterano.

Con la discusión ideológica en la derecha más intensa que nunca, Feijóo ha defendido esta semana retrasar el congreso del PP, el único que permite el debate de ideas, hasta 2026. En algunos ámbitos del partido creen que no le será fácil resistir la presión de que lo adelante cuando se acerque el congreso del PSOE, previsto para finales de noviembre, pero el líder popular sigue su propia brújula.

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Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.
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