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Expectación en La Moncloa ante el ascenso de Rubio, un académico con visión estratégica

El joven historiador implica un giro frente a un político veterano como López

El nuevo jefe de gabinete de Pedro Sánchez, Diego Rubio, en encuentro de Europa Press, en junio de 2023. Foto: Carlos Luján / Europa Press (Europa Press) | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

Al contrario que Óscar López, un político de toda la vida por encima de los 50 como él, Diego Rubio tiene un perfil biográfico muy diferente al de Pedro Sánchez. Para empezar, pertenece a otra generación. Es de 1986, mientras Sánchez es de 1972. Y además no viene de la política, nunca ha militado en ningún partido: viene de la academia, con un expediente brillante. Sin embargo, es la confianza que se ha establecido entre ambos la que explica que Sánchez haya apostado por Rubio como jefe de Gabinete, tal y como ha adelantado EL PAÍS. El nombramiento de este joven historiador extremeño, licenciado en la Universidad Autónoma de Barcelona y formado también en La Sorbona y Oxford, ha elevado al máximo la expectación en el corazón del Gobierno ante la posibilidad de que Rubio haga cambios muy profundos en una estructura desde la que se toman las decisiones más importantes en un Gobierno tan presidencialista como el de Sánchez.

Habrá que esperar a que Rubio tome posesión, pero diversas fuentes coinciden en que es probable que haga cambios importantes y que fiche nuevos perfiles más jóvenes e independientes, con intachable currículum académico, y no tanto personas del aparato del partido. Lo primero que habrá que determinar es qué pasará con el núcleo duro del equipo de López. El que será nuevo ministro de Transformación Digital había recuperado para La Moncloa a Antonio Hernando, otro veterano del grupo de amigos de Sánchez que también, como López, rompió con él en las primarias de 2017 y desde ahí cayó en desgracia. Hernando se había incorporado a la empresa privada en Acento, la consultora de Pepe Blanco, el que fuera mentor de todos ellos en el PSOE. Desde allí dio el salto a La Moncloa ante la llamada de López, que ahora cambia de destino.

Otro nombre clave del equipo de López cuya continuidad habrá que dilucidar es Paco Salazar, un hombre del aparato del sanchismo que tiene mucho peso en las decisiones y en su ejecución, con contacto permanente con todas las estructuras del Gobierno y del partido. Salazar fue la mano derecha de Redondo, salió de La Moncloa con él y acabó en el Hipódromo de Madrid, pero después Sánchez y López lo volvieron a llamar para que regresara al núcleo duro del aparato del presidente.

El perfil de Rubio es completamente diferente al de estos veteranos de la política, y es previsible que él incorpore otras personas sin carné político y de otra generación que destaquen por sus trayectorias académicas, como él. Aún así, no es descartable que pueda seguir contando con estos veteranos políticos que conocen todos los vericuetos de la administración y del partido. También dependerá de lo que ellos quieran.

Rubio, un historiador con premio nacional de excelencia académica y estudios en universidades como La Sorbona y Oxford, es independiente y no tenía trayectoria política cuando llegó a La Moncloa en 2020 como director de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia, fichado por Sánchez, al que ya conoció antes de que fuera presidente, cuando el historiador trabajaba en la universidad de Oxford.

Rubio se había especializado en análisis de políticas públicas y desde la oficina de Prospectiva dirigió el documento España 2050, con propuestas para el futuro. Rubio fue poco a poco escalando posiciones en La Moncloa e influyendo cada vez más en los discursos y los análisis del presidente, gracias a su visión estratégica y conocimiento a fondo de los temas. De hecho se convirtió en una persona del núcleo duro que prepara las intervenciones y los debates de Sánchez.

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En ese trabajo y en los viajes europeos, en los que acompaña al presidente, se ha ido ganando poco a poco la confianza del líder hasta llegar a la máxima responsabilidad: jefe de Gabinete y por tanto cabeza de un equipo muy grande que prácticamente es una especie de Gobierno en pequeño, con especialistas en todas las áreas y donde se toman casi todas las decisiones relevantes.

Rubio no tiene el perfil de Redondo, que tenía mucha más exposición pública, era asesor de comunicación y acumuló un enorme poder en La Moncloa, ni tampoco el de López, un veterano del partido con conexiones en todas las esferas. Pero es una persona respetada en el núcleo duro del sanchismo y ha trenzado una relación fuerte de confianza con el líder. En estos años, según diversas fuentes del Gobierno, Rubio ha demostrado una capacidad de análisis estratégico muy importante para un puesto como el que va a ocupar a partir de ahora.

Antes de que llegara Sánchez, los jefes de gabinete en La Moncloa habían sido siempre personas con larga trayectoria dentro de los partidos: José Enrique Serrano con Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, Carlos Aragonés con José María Aznar, Jorge Moragas con Mariano Rajoy. Esa línea se rompió con Redondo y volvió con López. Ahora Rubio inicia un nuevo perfil, el del académico estratega y asesor en la sombra que da el salto a uno de los puestos más relevantes de La Moncloa. Sánchez insiste en que quiere agotar la legislatura. Si lo lograra, a Rubio le quedarían por delante tres años para dar un nuevo impulso al equipo, rejuvenecerlo e incorporar más perfiles independientes y académicos de excelencia.

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