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Las dinámicas marinas y el cambio climático amenazan el Puerto de Santander y las playas cercanas

El Plan Bahía intenta contrarrestar el aumento del nivel del mar y la erosión, riesgo para la actividad económica y turística

El Puntal playa de Somo Cantabria
La playa del Puntal de Somo, en Cantabria.Fernando Domingo-Aldama
Juan Navarro

La playa del Puntal de Somo (Cantabria) lleva años sometida a diversas erosiones. Primero, irreversible, la de paseantes esquilmando el arenal de conchas, que luego enjaulan en cajas decorativas. Segunda, aún por atajar, la de la paz perdida por los botellones y fiestas veraniegas junto al chiringuito al que llegar en veleros privados o lanchas públicas. De fondo, una más compleja: la ocasionada por las dinámicas marinas y el cambio climático en esta lengua de arena cuya punta dista de Santander unos pocos cientos de metros. Los estudios del Instituto de Hidráulica de Cantabria (IH) revelan el riesgo de que el Puntal se rompa en 2050, revolucione el entorno medioambiental y quiebre la actividad económica y turística. El Puerto de Santander, fuente del 15% del PIB cántabro, y las playas colindantes quedan en riesgo, igual que sectores como el del marisqueo y la pesca o el surf. Los diversos agentes implicados se han coordinado para elaborar el Plan Bahía y disponer de unas medidas ahora por ejecutar, donde cada parte deberá aparcar sus microbjetivos y centrarse en el bien común.

La alarma saltó tras los estudios del IH iniciados en 2017, cuando la entidad avisó de la tendencia encaminada a la destrucción de este ecosistema. Raúl Medina, director general del IH, ejemplifica con una imagen inaudita para quienes han conocido el Puntal tiempo después. En 1972 el amarre de barcos de ese vértice se construyó justo en el extremo; hoy hay más de 500 metros de arenal más allá de este punto. En 1990, cada año crecía 13 metros de longitud. Entretanto, en Loredo, el otro lado de la playa tras varios kilómetros de paseo, perdía dos metros de grosor año a año.

“Ese ratio se ha reducido y ahora está casi estable gracias a los dragados que vierten de forma adecuada”, valora el catedrático en Ingeniería Hidráulica y especialista en dinámica litoral, pues desde 1990 se aplicaron dragados de arena para que la bahía perdiera esa arena excesiva. “Cuando un sistema natural se pone en desequilibro, el sistema busca un nuevo equilibrio, al principio los cambios son más rápidos. Los cambios se van haciendo atemporales pero con los temporales grandes se erosiona más”, desarrolla el experto, recordando cómo hace más de un siglo las marismas se fueron ocupando, con construcciones encima cuyas inundaciones puntuales recuerdan el origen húmedo de las mismas.

“Si el origen del problema es la ocupación por el hombre de la marisma, el primer pensamiento es recuperar los cierres de las marismas, cerradas por un dique como partes destinadas a uso agropecuario, en otros se ha construido El Corte Inglés, el aeropuerto, casas…”, enumera Medina. La reacción mediante la Mesa de la Bahía en 2019, acordándose un protocolo estricto entre agentes tan dispares como el Gobierno regional, los Ayuntamientos cercanos, el área de Costas del ministerio, sirvió para buscar “soluciones conjuntas para el equilibrio medioambiental y socioeconómico de la bahía”. El cántabro avisa de que “la no actuación es una actuación en sí misma” y destaca que “las actuaciones afectan a todos por igual que una hipotética rotura del Puntal”.

La investigadora María Merino, coautora del Plan Bahía, explica la influencia del cambio climático en este fenómeno. El aumento del nivel del mar acarrea mayores erosiones y agiliza el proceso de que el Puntal pueda ser cortado por un caudal y que su extremo se convierta en una isla. “La bahía se ha ido solidificando para aprovecharla, si se recupera y se amplía mejorarán procesos naturales como el alargamiento del Puntal o restauración de las marismas”, incide Merino. Ella confía en esos acuerdos tomados entre los agentes políticos y a la espera de que los implicados que no tienen competencias pero sí influencia, como los sectores económicos relacionados con esta parte del Cantábrico, reaccionen y asuman para contener la hemorragia del arenal.

El consejero de Fomento de Cantabria, Roberto Media (PP), admite que “las dinámicas marinas reducen la playa de Somo, si no ponemos medidas se podría separar el Puntal del resto”. Media aplaude el trabajo del IH y recalca el peso de esa bahía, por la cual salen y entran los barcos rumbo al Puerto santanderino, origen del 15% del PIB regional.

“Mañana no se romperá el Puntal, pero quizá si no hacemos dragados se puede colmatar el canal o pueda romperse”, describe el consejero, negando un “peligro inminente” pero sí recordando la importancia de intervenir a corto plazo para aliviar el ritmo y revertir la tendencia marina. Varios mariscadores o gerentes de cooperativas de pesca de los alrededores de la bahía de Santander, en municipios como Pedreña o Camargo, insisten en una escasez de marisco y pescados que se nota también en los restaurantes especializados en productos marinos: “¡Ahora hay cuatro almejas y gracias. Hoy en día hay muchísima menos almeja y navaja, antes cogíamos centollos, quisquillas, cachones… y ahora nada”.

Uno de los sectores más relacionados con las mareas y el desarrollo de las dinámicas marinas es el del surf, práctica creciente año a año en Cantabria y fundamental para el turismo de localidades como Somo. Allí se encuentra la Escuela Cántabra de Surf, pionera en España al fundarse en 1991. David García, uno de sus socios, explica que en tantos años a pie de espuma han constatado “el retroceso de la playa” con un ejemplo rotundo.

Una enorme roca entre el camino de playa entre Loredo y Somo antaño estaba cubierta de arena y actualmente se puede escalar por sus aproximadamente seis metros de altura. El innegable retroceso dunar se ha ido deteniendo “gracias a los dragados de la arena de la parte izquierda de la playa, del Puntal, que se devuelve a la derecha, se ha estancado un proceso que antes iba muy rápido”.

El surfista ha acudido a algunas de las reuniones convocadas para explicar el Plan Bahía y admite la preocupación de quienes viven del mar, pero confía en los “medios humanos y materiales para ponerle solución, no veo inmovilismo”. García valora el entorno paisajístico y natural de la zona y clama por la unión ante esta circunstancia: “Santander tiene una de las bahías más bonitas del mundo y es importante mantenerla, ningún cafre está en contra”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.
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