Condenada a seis años de cárcel una policía por traficar con droga desde su casa en Valladolid
La agente también accedió ilegalmente a aplicaciones policiales para conocer si estaba siendo investigada
La Audiencia Provincial de Valladolid ha condenado a seis años de cárcel a la agente de Policía Nacional O. R. G., por narcotráfico y por descubrimiento y revelación de secretos al consultar en aplicaciones policiales si ella o su pareja estaban siendo investigados. La Sección Segunda de lo Penal, según ha informado Europa Press, le ha impuesto a la agente tres años y medio de privación de libertad por el menudeo de sustancias estupefacientes desde su domicilio y otros dos años y seis meses por revelación de secretos. Además, se la pena a otros ocho años de inhabilitación para su profesión y una multa de 3.300 euros. La Fiscalía pedía para ella casi 11 años de prisión y una multa de 17.300 euros. Su pareja, C. A. G. G., también implicado en la causa, deberá pasar tres años de cárcel.
La uniformada trató de despejar toda acusación sobre ella durante el juicio celebrado en la Audiencia de Valladolid y también descargar la responsabilidad sobre su compañero, quien también insistió en su culpabilidad. Él esgrimió que era suya la droga hallada en el domicilio compartido en la calle de las Mieses de la ciudad vallisoletana, al igual que los artefactos utilizados para manejarla o distribuirla. La mujer reiteró su inocencia alegando que habían terminado la relación y ocupaban habitaciones distintas del hogar, si bien las pesquisas revelaron que en ese cuarto donde preparaban las sustancias estupefacientes también había pertenencias suyas y pruebas de su implicación.
La agente sostuvo durante la vista que cobraba “unos 2.310 euros al mes” y no tenía “necesidades económicas”, de modo que al haberse presuntamente distanciado de su novio no le constaba que este vendiera la droga en esa misma casa. La Policía, al investigar sobre los dos sospechosos, halló en distintas bolsas de basura “recortes circulares con restos de sustancias” y que ella misma tiraba a contenedores cercanos al inmueble. La condenada respondió que era el hombre quien se las dejaba para que ella se desprendiera de ellas, sin llegar a conocer su contenido.
La acusada negó, en vano, que el acceso frecuente a aplicaciones policiales entre mayo de 2021 y marzo de 2023 tenían por objeto comprobar si ella, su pareja y un presunto cliente se encontraban bajo vigilancia policial. En el buscador de objetos del cuerpo de policía introdujo la matrícula de su coche —en el juicio arguyó que lo hizo solo para ver si sus claves de acceso funcionaban bien—; en el de personas entró dos veces para buscar el nombre de su compañero —y dijo que lo hizo solo para conocer detalles sobre la persona con la que compartía piso— y el de una tercera persona, que resultó un consumidor habitual, —y se excusó asegurando que solo quería satisfacer su “curiosidad”.
El magistrado ha desoído estas excusas y ha atendido a las diligencias policiales, centradas desde enero de 2023 en averiguar esa posible actividad delictiva desde el inmueble de la funcionaria. Los cuatro meses de trabajo revelaron esa actividad ilegal con 68 actas de vigilancia y escuchas telefónicas que evidenciaron el menudeo en la casa, donde las persianas permanecían siempre bajadas, y la visita constante de toxicómanos “fidelizados”, que entraban y salía del lugar cada poco tiempo. Una actuación policial sobre esos individuos sirvió para requisarles papelinas y afianzar las sospechas sobre la mujer policía.
Dentro de las bolsas de basura inspeccionadas tras ser depositadas en contenedores cercanos se hallaron restos de drogas y “anotaciones sospechosas”, refrendadas con las escuchas sobre la pareja y el estudio de los mensajes instantáneos enviados por el móvil, con un argot específico aludiendo a “un litro, litro y medio, una barra, mediana barra, un corto o uno doble”, en función de las exigencias de los compradores. En la habitación donde encontraron las sustancias había objetos de ambos moradores, como una tarjeta sanitaria de ella donde quedaban vestigios de drogas y que se cree que se empleaba para distribuir los tóxicos. No cupieron dudas cuando a un toxicómano que salió del inmueble se le preguntó dónde adquiría las sustancias y confesó que allí dentro.
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