Las Fuerzas Armadas han perdido el 10% de sus efectivos en las últimas dos décadas
Mandos militares advierten de que el déficit de personal se ha convertido en un problema crónico cada vez más grave
Las Fuerzas Armadas españolas han perdido el 10% de sus efectivos en poco más de dos décadas, pasando de 130.039 militares en 2010 a solo 116.961 en 2023, con una reducción de 13.078, según datos de la Subsecretaría del Ministerio de Defensa. La Ley de la Carrera Militar de 2007 fijaba una horquilla de militares profesionales de entre 130.000 y 140.000, pero dejaba su concreción a los Presupuestos Generales del Estado de cada año, que solo fijan topes máximos, no mínimos. Así, la ley de Presupuestos del pasado año establecía la cifra de soldados y marineros en 79.000, pero en realidad fueron casi 3.000 menos. Respecto a 2010, los militares de la clase de tropa se han reducido en 9.956 (11,5%). Por su parte, los cuadros de mando (oficiales y suboficiales) son poco más de 40.000, frente a los 50.000 que marca la ley vigente.
La reducción continuada de efectivos desde el máximo, alcanzado a finales de la primera década de este siglo, hasta el mínimo, al que se llegó el año pasado, ha generado un problema crónico. Y ello, advierten fuentes militares, porque las Fuerzas Armadas no asumen ahora menos tareas sino más que entonces. Las operaciones internacionales se han multiplicado y este año se batirá el récord histórico con más de 3.600 militares desplegados simultáneamente en el exterior en una veintena de misiones. Por cada soldado destinado fuera, advierten las mismas fuentes, hay uno que acaba de regresar y otro que se prepara para relevarle.
Además, la Unidad Militar de Emergencias (UME), convertida en un poderoso instrumento del Gobierno para combatir incendios forestales, inundaciones y catástrofes de todo tipo, saca sus 3.500 efectivos de las plantillas de los ejércitos, que ven mermadas sus filas. A ello se suma la asunción de nuevos cometidos, como la ciberdefensa o el uso de drones, para los que se han creado unidades específicas, o la introducción en los últimos años de medidas de conciliación de la vida profesional y familiar, que han hecho que se generalicen las reducciones de jornada, lo que repercute en una sobrecarga de trabajo para quienes no se acogen a las mismas.
Fuentes militares aseguran que hay un déficit creciente de personal en las Fuerzas Armadas que se generó en los años de la crisis económica, cuando se limitó al 10% la amortización de las plazas de oficiales y suboficiales y se redujeron al mínimo las convocatorias de ingreso para tropa y marinería. En 2019 se aprobó un plan para incrementar en 7.000 los efectivos de los ejércitos pero no ha funcionado a la vista de los resultados.
El número de militares en activo el año pasado fue el menor desde la entrada en vigor de la Ley de la Carrera Militar y supuso una reducción de 1.709 (1,4%) respecto al año anterior, según el último informe del Observatorio de la Vida Militar, un organismo dependiente de las Cortes que ahora cumple una década de existencia. Del total de efectivos, 40.805 eran cuadros de mando (oficiales y suboficiales), lo que supone 376 menos que en 2021; y 76.156 soldados o marineros, 1.333 menos.
No obstante, ha aumentado en 169 el número de mujeres, por lo que el personal femenino supone ya el 13% del total. La media en los ejércitos de la OTAN es del 12,70%, con un máximo en Hungría (19,9%) y un mínimo en Italia (6,2%). Las mujeres van incorporándose poco a poco a las escalas superiores de la carrera militar: el 16,6% de los nuevos oficiales que salieron de las academias en 2022 eran mujeres y el 10,5% de los suboficiales. Aún así, el mayor porcentaje se sigue dando entre la tropa y marinería, donde representan el 15,42%. Un dato significativo es que uno de cada cuatro reservistas de especial disponibilidad (red) –es decir, aquel personal de tropa temporal que no adquiere la condición de permanente y es despedido al cumplir los 45 años— son mujeres, a pesar de que estas solo son objeto del 7,3% de los arrestos, muy por debajo de su presencia en los cuarteles.
El informe constata una caída en el número de aspirantes para ingresar en las Fuerzas Armadas, que alcanza el 11% de reducción en las solicitudes para plazas de oficiales, el 15% en las de suboficiales y el 34% en las de tropa y marinería respecto a 2021.
Otro problema que se ha agudizado en los últimos años es el del envejecimiento. Más de un tercio de los oficiales de carrera (33,84%) son mayores de 50 años, mientras que solo el 19,71% tienen menos de 32. Entre los suboficiales, los mayores de 50 años son el 30,43% y los menores de 32, el 11,15%. En el caso de las mujeres, la edad baja: tanto las mayores de 50 años como las menores de 32 son el 24% de las oficiales; mientras que solo el 2,83% de las suboficiales tiene más de 50 años y el 10% menos de 32.
Ley de Movilidad Geográfica
Uno de los obstáculos a los que se enfrentan los militares en su carrera es el de la alta movilidad geográfica. El 9,67% del personal del Ejército de Tierra, el 12,38 del Ejército del Aire y el 41,16% de la Armada cambiaron de destino durante el año 2022. En el caso de los oficiales de Marina fueron más del 60%.
El Observatorio para la Vida Militar ha reclamado una ley integral que afronte los problemas derivados de la movilidad geográfica de los militares, ya que la vigente data de 1999. Los frecuentes cambios de destino, con traslado de localidad en muchas ocasiones, suponen problemas para encontrar una vivienda o escolarizar a los hijos y conllevan a menudo la pérdida del empleo por parte del cónyuge, lo que provoca situaciones de desarraigo familiar –muchos militares se trasladan sin sus familias— y hace que otros renuncien a un ascenso para no cambiar de domicilio. Defensa paga una ayuda para alquiler, pero esta no alcanza a todos los militares ni cubre los altos costes en grandes ciudades –según un estudio del Ejército de Tierra el 44,2% de los destinados en núcleos urbanos dedican a la vivienda más del 45% del salario-- y solo se puede percibir tres años como máximo El Ministerio de Defensa dispone, además, de una red de residencias y pabellones que, según el estudio, no cubren ni de lejos las necesidades de los militares. Para el Observatorio, la solución de estos problemas pasa, entre otras medidas, por “mejorar significativamente las retribuciones de los miembros de las Fuerzas Armadas [...] que han quedado profundamente desfasadas”; una reivindicación que ha sido repetidamente respaldada por los grupos parlamentarios en el Congreso, pero no incluida en los presupuestos.
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