Sánchez afronta en Estrasburgo un debate en el que el PP europeo lo asediará por la amnistía
No está prevista una reunión con Puigdemont, pero sí es probable un saludo
No estaba pensada para esto, pero tanto en el Gobierno como en la oposición asumen que la sesión de este miércoles en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, que tendrá a Pedro Sánchez como protagonista, se convertirá rápidamente en una especie de réplica del debate nacional sobre la amnistía, pero elevada a instituciones europeas. El presidente del Ejecutivo acude a esta cámara con el objetivo de hablar de la presidencia española de turno de la UE, que está a punto de concluir, y en eso centrará su intervención inicial, con las grandes cuestiones que se han negociado estos seis meses encima de la mesa: pacto de inmigración y asilo, reforma del mercado eléctrico, autonomía estratégica europea y todos los debates que han protagonizado las reuniones ministeriales de estos meses y que tuvieron su hito final en la cumbre de Granada. Sánchez hace esta exposición al final de la presidencia ―y no al principio, como es habitual― porque en julio, cuando tocaba, estaba en plena campaña electoral y se ha ido posponiendo hasta ahora por los dos procesos de investidura que ha tenido España en estos meses.
Sánchez quiere plantear así un debate europeo, pero los grupos de la oposición tienen una estrategia muy diferente y el presidente tendrá que amoldarse a ella para responder. Se producirá en Estrasburgo un debate parlamentario sobre la amnistía, con Sánchez presente, muy similar al que hubo en España en la investidura del presidente.
El PP, que tiene mucho peso en el PPE (Partido Popular Europeo), tratará de elevar el debate a categoría europea. El primero en intervenir por este grupo será el alemán Manfred Weber, líder del PPE y una persona muy cercana al PP, que ya ha usado palabras muy duras contra Sánchez por promover la amnistía para los delitos del procés. Weber lo hizo precisamente en Barcelona, el 27 de noviembre, cuando llegó a decir que Sánchez “ha mentido al pueblo español” con la amnistía y criticó especialmente que esta medida incluya delitos de terrorismo.
Según fuentes del PPE, Weber arrancará con un discurso institucional, centrado en lo que trae a Sánchez a la Cámara, es decir, la presidencia española y los grandes debates europeos. Y también hará menciones críticas a los pactos del PSOE con los independentistas. El debate duro arrancará entonces, y lo seguirán después varios eurodiputados españoles que llevarán todo al terreno de la amnistía; en especial la portavoz del PP, Dolors Montserrat.
Los tiempos son muy limitados, y el grupo más grande, el PP, tiene nueve minutos y medio a repartir entre quien decida, mientras los demás tienen menos. Pero eso no impedirá que haya debate duro con varios diputados de la oposición, probablemente también de Ciudadanos y de Vox, muy críticos con Sánchez. El expresidente catalán huido de la justicia española y líder de Junts, Carles Puigdemont, que estará en la sala como eurodiputado y es uno de los principales negociadores de la amnistía, intervendrá en la sesión, aunque hasta el martes no estaba previsto. Sánchez contestará a todos juntos, y, por tanto, el cruce no se extenderá mucho, pero será suficiente para llevar a las instituciones europeas, como pretende la oposición, el debate que ya protagonizó Alberto Núñez Feijóo el martes en el Congreso.
Según fuentes del Gobierno, no está previsto ningún encuentro oficial entre Sánchez y Puigdemont. Es la primera vez que ambos coinciden en el mismo espacio físico, no solo desde que han pactado la investidura, sino desde el procés. Junts exigió durante las negociaciones un reconocimiento político a Puigdemont como interlocutor después de años en los que no hubo prácticamente relación entre el PSOE y este grupo independentista y Sánchez hablaba con mucha dureza de su líder, de quien siempre decía que debía volver a España y someterse a la justicia. El PSOE envió a su negociador principal, Santos Cerdán, su secretario de organización, a verse en secreto con Puigdemont varias veces, pero solo cuando el pacto estuvo maduro se pactó una reunión pública. El líder de Junts tuvo así su foto con el PSOE; antes, la había tenido con Yolanda Díaz, líder de Sumar, pero nunca con Sánchez. Los socialistas explicaron a Junts que era inviable que el presidente del Gobierno fuera a Bruselas a encontrarse con Puigdemont, que no deja de ser un prófugo de la justicia española.
Sin embargo, esta ocasión, que no implica una voluntariedad por ninguna de las dos partes —es una cita obligada para Sánchez y Puigdemont debe acudir cumpliendo con su trabajo de eurodiputado— sí es una oportunidad difícil de repetir para un saludo entre los dos que implicaría la foto que busca Junts, pero sin que Sánchez haya accedido a una reunión. En La Moncloa señalan que no hay nada cerrado de momento, pero admiten que, si se encuentran, Sánchez mantendrá la cortesía y saludará al líder de Junts. Tanto en el Gobierno como en Junts guardan con gran recelo la negociación entre los dos grupos para ver de qué manera se produce o no ese saludo. Pero, hasta ahora, todos los pasos que se han dado, cada foto, cada avance, cada comunicado, el nombre del verificador, los temas a tratar en las reuniones, las fechas, e incluso el discurso del propio Sánchez en la investidura, en la réplica al partido de Puigdemont, se han pactado con detalle entre los negociadores. Es poco probable que esta vez sea diferente. Los gestos son decisivos en la compleja relación entre el PSOE y Junts, que está reiniciándose después de años de distancia. Y este sin duda es uno de los más importantes.
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