La infancia ‘hippy’ en la comuna Beneficio del detenido por el ataque a Vidal-Quadras
El encarcelado por el intento de asesinato del fundador de Vox creció entre tipis sioux, yurtas mongolas y tiendas de campaña en la Alpujarra granadina, donde aún vive su padre
Desde su detención el lunes pasado como presunto organizador del atentado contra uno de los fundadores de Vox, Alejo Vidal-Quadras, la biografía que circula de Naraya G. lo cataloga como hijo de un israelí con el que creció en una comuna hippy de la Alpujarra granadina. No todo es así, según quienes han convivido con él. Naraya, efectivamente, creció en Beneficio, una comuna situada en un enorme barranco, a escasos 10 minutos de Órgiva (Granada, 5.791 habitantes). Sin embargo, su padre no es el judío que se le ha asignado estos días. Quienes viven desde hace años en la comuna se refieren al padre de Naraya como “el sirio”, por su nacionalidad. Este hombre, que no quiere dejarse ver, ni hablar, ni por supuesto fotografiarse, sigue viviendo en la comuna y, según algunos de los residentes del lugar, Naraya G. seguía visitándolo hasta hace poco.
El hombre ahora en prisión ha seguido siempre vinculado al lugar donde se crio. De hecho, los lugares a los que se les vincula son muy cercanos: Órgiva, a apenas cinco minutos, y Lanjarón, a poco más de un cuarto de hora. EL PAÍS ha visitado Beneficio días después de la detención, aunque ha sido imposible localizar al padre del inculpado. Quienes lo conocen, sin embargo, lo sitúan en la comuna y cuentan que el propio Naraya G. ha estado por ahí hace poco. En Beneficio, de todas maneras, cada uno está a lo suyo. Unos conocen lo ocurrido, otros no y otros hacen como que no. Alguno se atreve incluso con teorías que acaban en el Mosad, el servicio de inteligencia israelí, en las que, además, la culpa de todo la tiene el presunto padre israelí. Lo cierto es que la teoría más plausible para el propio agredido es que sea Irán el que esté detrás del intento de asesinato.
El portavoz de Beneficio, al menos la persona a la que todos refieren al periodista como el que mejor puede hablar con la prensa, y uno de los fundadores de la comuna es Edgar Thompson, peruano que llegó a Granada a finales de los ochenta desde Estados Unidos y compró parte del actual terreno donde se ubica. El último sábado de noviembre, cuando este diario visita la comuna, Edgar, como lo conocen todos, se encuentra en Alemania, según quienes parecen saber sus idas y venidas. Porque en Beneficio, en realidad, nadie tiene que dar explicaciones y con frecuencia, tampoco las quieren dar.
Es el caso de un par de residentes que, dicen a este diario, prefieren no responder a ninguna pregunta. En Beneficio, además, entras o te vas cuando quieres. Mateo, un jiennense que llegó a la comuna para un fin de semana y se le ha alargado la estancia hasta los 14 años, es uno de los residentes que se presta a hablar. “Hace poco que lo he visto por aquí”. Mateo lo conoce desde pequeño, comenta, mientras señala con la mano su cintura, como si lo hubiera conocido con 8 o 10 años. Hoy, dice, tendrá poco más de 20. Hay dudas de si incluso Naraya pudo haber nacido en la propia comuna. “Hace años, más de 10, sí teníamos aquí una matrona y algún bebé ha nacido aquí por la urgencia”, comenta un hombre con acento brasileño que toma una cerveza con Mateo y otros residentes. A Naraya lo crio su padre, relatan, pero es cierto que tuvo mucha relación con un tal “Avi Tor”, así lo nombran, un judío que sí crio a su hermano y que ahora, alejado del entorno, no tiene buena fama en la comuna.
Simone es otro residente en Beneficio, un italiano que llegó allí hace ocho años. Simone reside ahí con frecuentes entradas y salidas, cuenta. Es fiel creyente en los principios fundacionales de Beneficio. “Aquí se intenta crear una cristal land, (tierra de cristal), es una reunión permanente del arcoíris —traducción de su permanent rainbow gathering— en la que queremos convivir con la naturaleza, compartir, meditar y no recurrir al dinero”, resume. Simone llegó a Beneficio por un amigo, como todos, y se instaló en lo que él llama la Italian plateau, la meseta italiana, una zona elevada respecto a donde habla hoy con este diario, y donde se reunían los italianos, dice.
La comuna acoge hoy día a entre 100 y 300 personas, según recuento de los propios residentes. Visualmente, es un bosque de eucaliptos enormes, de probablemente más de 20 metros, con un arroyo que les provee de agua y que recorre la comuna de arriba abajo y un poco sombrío de más para el invierno. A Beneficio se llega desde la carretera que une Órgiva con el pueblo de Cáñar, donde se da por nacido a Naraya aunque realmente no naciera allí, sino que lo inscribieran porque su padre viviera en la parte de Beneficio —que también ocupa término municipal de Órgiva— que corresponde a ese pueblo de poco más de 300 habitantes. De esa carretera parte un camino de tierra con baches enormes que hay que recorrer despacio. Son apenas 500 o 600 metros que dejan al visitante en una zona de aparcamiento. A partir de ahí, comienza la comuna. Todo empezó con unas pocas hectáreas compradas por Thompson y otros fundadores. Hoy Beneficio sobrepasa ese terreno y es difícil dar la cifra exacta de espacio ocupado. Cada cual llega y se instala donde no molesta, cuenta Mateo. A la entrada del barranco, está él con unos cuantos amigos charlando. Hay un sueco, un madrileño, él, que es de Jaén, otro hombre con acento brasileño y un par de ellos que no hablan.
Desde la entrada, un camino ascendente de más de un kilómetro recorre Beneficio por la mitad. En los primeros metros, se ve que han llegado los últimos, tiendas de campaña que, a medida que se avanza, se tornan en autoconstrucciones más o menos grandes, tipi (la tienda de los indios sioux) o yurtas (la tienda usada por los nómadas de Mongolia). Algunos huertos y una amplia zona de juegos de niños ocupan el espacio central, donde está la residencia de Edgard Thompson, sin duda la más estable y lujosa. Placas solares aquí y allá, más el agua corriente de un arroyo que cruza la comuna, completan la infraestructura. Muchas viviendas quedan invisibilizadas por la maleza y por los desniveles del terreno.
En ese barranco de la Alpujarra se crio Naraya G., el hijo de un sirio hippy, ahora un chií radicalizado según las informaciones policiales y que, presuntamente, es el organizador, que no el ideólogo, del intento de asesinato de Vidal-Quadras el día 9. Y en el triángulo entre esa comuna, Órgiva y Lanjarón, se ha movido toda su vida hasta su ingreso reciente en la cárcel. La policía investiga quién lo empujó a poner la maquinaria del atentado en marcha. En Beneficio, insisten en que ha vivido siempre de acuerdo a toda la filosofía de la comuna. En algún momento, sin embargo, parece que olvidó aquello de paz y amor que había aprendido, pero aún no se sabe cuándo ni por qué.
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