El juez archiva el ‘caso croqueta’, en el que una mujer estaba acusada de envenenar a su exmarido
El magistrado considera que la grabación que sirvió a la policía como prueba clave tiene la calidad de la televisión de los años 50 y que la actividad del hombre no responde a alguien intoxicado
Un juez ha finiquitado el caso croqueta. En noviembre de 2022, Marta, una mujer abogada de profesión, fue detenida en Zaragoza acusada de haber introducido alguna sustancia psicotrópica en este alimento para intoxicar a su exmarido, Juan Carlos. Un año después, un magistrado ha dado carpetazo a este asunto porque la grabación de las cámaras de seguridad del bar en el que quedaron es muy defectuosa y por la “intensa actividad” que desarrolló el hombre supuestamente envenenado la mañana en la que debería haber estado convaleciente. “Las imágenes son homologables a las que se veían en los receptores de televisión en las primeras emisiones de los años 50″, escribe el juez en el auto adelantado por el Heraldo de Aragón.
Según la investigación, la expareja había quedado un día de finales de agosto en un bar del barrio de Torrero para discutir asuntos referentes a su divorcio, que hasta ese momento había sido amistoso. Se acercaba la hora de la cena, así que la mujer pidió un par de croquetas. En principio, él no iba a comer porque ya había picado algo antes de la cita, pero acabó ingiriendo una. La conversación transcurrió con normalidad y acordaron temas referentes a las visitas a los hijos menores de la pareja, así como asuntos económicos. Sobre las once de la noche, abandonaron el local, después de intercambiarse unos mensajes de Whatsapp para dejar por escrito algunos de los acuerdos a los que habían llegado. Ella lo acompañó hasta el portal de su casa y se despidieron. En el trayecto, se hicieron varias transacciones económicas por valor de 27.000 euros. De ellas, 15.000 corresponden a un ingreso que se efectuó a una hija de ambos. Al día siguiente, el hombre acudió a una comisaría y denunció que no recordaba nada desde que salió del bar y que sospechaba que había sido drogado.
Tras casi tres meses de investigación, la policía detuvo a la mujer al concluir que en las imágenes de la cámara del establecimiento hostelero se ve cómo ella manipula la croqueta cuando él se levanta a por una consumición. Además, los investigadores contaban con un parte médico proporcionado por la supuesta víctima que determinaba que en su orina había restos de alcohol y benzodiacepina. El denunciante dijo además que la croqueta sabía “mal no, lo siguiente”. Ante esta afirmación, el juez le interrogó sobre por qué siguió consumiéndola entonces, si tan mala estaba. A lo que él respondió que no le gusta dejar comida en el plato.
En su auto de archivo, el juez desacredita la pieza clave de la investigación, la grabación, por no ser original, no tener la suficiente calidad y ser demasiado corta. “De la casi hora en que denunciante y denunciada estuvieron en el bar, grabados permanentemente desde diversos ángulos, solo se aportó un fragmento de 29 segundos, otro de 50 y un tercero de 25. Un minuto y cuarenta y cuatro segundos en total”, se lee en el documento judicial. El magistrado critica que la calidad es tan mala que las manos de ella parecen “muñones”, que los objetos encima de la mesa son “simples manchas” y que se identifica que son ellos porque los propios implicados lo han admitido. El fragmento aportado a la causa fue grabado con un móvil de un policía directamente de la pantalla de la cámara del bar.
El magistrado se apoya en los informes forenses, que especifican que, para que exista un envenenamiento como a la que se refiere el hombre, la croqueta debería haber estado rebosante de psicotrópico. Los médicos destacan que la seguridad de este tipo de medicamentos es muy alta y no es sencillo llegar a un elevado nivel de intoxicación.
El auto señala también que, para haber perdido el control de sus actos apenas unas horas antes, la mañana de la denuncia la supuesta víctima tuvo una actividad frenética. A las ocho y media ya estaba despierto y mandó un correo electrónico a su mujer. Durante esa mañana fue a cuatro sitios distintos para acabar a mediodía en el hospital Miguel Servet, donde se hizo los análisis. El forense de parte del denunciante aseguró que la introducción del medicamento se pudo hacer mediante “una inyección”. En la instrucción se ha realizado al hombre incluso un test que mide la sinceridad y en su caso aportó un resultado del 10% de veracidad en lo que cuenta.
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