La llegada de cayucos a Canarias lleva al límite los recursos de acogida de la Península
Migraciones busca alternativas para ampliar la red ante los próximos desembarcos
La intensa llegada de cayucos a Canarias en los últimos meses y, especialmente, estas dos últimas semanas, está llevando al límite los recursos de acogida de la Península. Desde el 1 de octubre han desembarcado en las islas más de 5.000 personas, un número que ha obligado al Gobierno central a agilizar traslados a la Península para evitar el colapso en el archipiélago. A pesar de la diligencia para solventar situaciones como las que ya se han vivido en el pasado, cuando miles de migrantes dormían en un muelle o en naves improvisadas, el volumen es tan intenso que está dejando poco margen de maniobra si se tiene en cuenta que hay jornadas, como la del pasado viernes, en las que desembarcan en apenas unas horas más de 1.000 personas. El éxodo de senegaleses está desbordando cualquier previsión.
A principios de esta semana, la ocupación en los centros de la Península estaba en torno al 80% de las cerca de 4.500 camas disponibles, según fuentes conocedoras del sistema estatal. Mientras, la de las islas, donde están alojados unos 3.700 migrantes, está ya al 90%. El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones mantiene que la situación está bajo control, que la ocupación en los centros de la Península se mantiene en el 60% y que tiene capacidad de abrir de inmediato 1.000 nuevas plazas.
El sistema es mucho más versátil desde que estalló la guerra de Ucrania, en marzo de 2022, cuando España acogió a decenas de miles de refugiados. En ese escenario se llegó a declarar situación de emergencia, una medida que permitió emplear partidas económicas y recursos de forma urgente para garantizar su acogida. De momento, Migraciones se resiste a aplicar esta fórmula, según las fuentes consultadas. En cualquier caso, el departamento de José Luis Escrivá tuvo este jueves una maratón de reuniones para buscar soluciones ante las próximas llegadas. A pesar de la versatilidad, “es complejo aumentar rápidamente la capacidad del sistema”, apuntas fuentes dedicadas a atender a los migrantes.
La red de acogida de atención humanitaria ofrece una mínima asistencia a los recién llegados. Entre otras cosas, evita que personas que arriban en situaciones muy precarias, sin dinero ni familia, acaben en la calle. Les da también la posibilidad de cierto descanso y un margen de tiempo y una pequeña ayuda económica para decidir los próximos pasos de su viaje. Estos centros acogen perfiles vulnerables, donde pueden encajar hombres solos sin recursos, pero también a personas de especial vulnerabilidad, como familias o mujeres solas. Por norma general, la estancia no se alarga más de tres meses, un plazo que se ha reducido a un mes coincidiendo con la intensidad de desembarcos en las islas. En lo que va de año, han llegado al archipiélago más de 20.000 personas, más de un 50% de aumento respecto al año anterior. Aunque en menor medida, se mantiene también la tendencia al alza en la Península y Baleares.
La situación que se está viviendo en Canarias es muy distinta a la de 2020, cuando la ruta migratoria desde las costas africanas se reactivó con fuerza en plena pandemia. Aunque se superará las cifras de llegadas con total seguridad, una de las claves que diferencia este escenario es que el Gobierno está derivando a los migrantes con ritmo y sin pausa a la Península. A veces en cuestión de días.
Las derivaciones exprés, efectivamente, han descongestionado las islas, pero las autoridades se encuentran con que llegan más personas de las que consiguen trasladar a otras provincias. Y la segunda derivada: que los recursos de acogida en la Península son finitos. El principal desafío es la imprevisibilidad de los próximos meses, los que históricamente registran el mayor número de llegadas por las buenas condiciones del mar. José Sánchez Espinosa, director de Inclusión Social de Cruz Roja, la principal organización en la gestión de la acogida de migrantes, explica que las cifras absolutas no les preocupan tanto, aunque ya se hayan superado las del año pasado. “La clave es la concentración de llegadas en cortos periodos de tiempo. De junio hasta ahora hemos atendido al triple de personas que el año pasado y eso es preocupante teniendo en cuenta que está por venir la época de más llegadas. El escenario es muy imprevisible, pero nosotros ya nos estamos preparando para una situación de emergencia”, mantiene.
Estos traslados fueron motivo de tensiones hace tres años entre el Ministerio de Migraciones y el de Interior, pero ahora, aun con reticencias de Fernando Grande-Marlaska, no hay muchas alternativas si se quiere mantener el equilibrio en las islas. Aunque vuelve a imponerse la falta de transparencia sobre estas derivaciones, una cuenta rápida revela cómo hay un esfuerzo en no concentrar demasiada gente en las islas. Si desde enero han desembarcado más de 20.000 personas y quedan en el archipiélago casi 4.000 adultos y más de 3.000 menores, cerca de 13.000 migrantes han ido abandonando Canarias de camino a la Península.
Derivaciones
En declaraciones a Efe, el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana, ha defendido las derivaciones a Península de una forma que hace tres años era impensable. Pestana ha afirmado que este mecanismo “está funcionando razonablemente bien”, a pesar de que las islas asisten a un pico sin precedentes desde la crisis de los cayucos del año 2006. “Hoy hay 3.000 [migrantes en Canarias]. Probablemente, en los próximos días se rebaje esa cifra de nuevo y podamos estar en torno a los 1.000. Ese dato casi es la prueba del algodón, de cómo está funcionando el sistema, de que se derivan a la Península, de que no hay un conflicto con la sociedad canaria, ni mucho menos, y de que todo ese circuito desde que se detecta una patera [...] hasta que están en un centro de península está funcionando razonablemente bien”, ha añadido.
En cualquier caso, la red de acogida de Canarias tiene una capacidad nunca vista. Tras la crisis de 2020, se habilitaron macrocampamentos y centros y el número de camas creció exponencialmente y pasó de apenas tres centenares plazas a las más de 3.500 actuales, que pueden más que doblarse en caso de necesidad. La cuestión es que Migraciones no es partidaria de forzar la capacidad del sistema en las islas y lo venía manteniendo en torno a la mitad de su capacidad: cualquier semana como las que se están viviendo puede, en pocos días, desbordar los centros. El desafío está ahora en la gestión más allá del muelle y del archipiélago.
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