Picardo se enfrenta a su reelección más compleja en Gibraltar
La pandemia y las negociaciones pos-Brexit desgastan al líder socialista, que este jueves se enfrentará en las urnas al liberal Azopardi
El atardecer del pasado 12 de septiembre un vídeo comenzó a correr de móvil a móvil virulentamente a el lado español de la frontera con Gibraltar. En él, una mujer, en evidente estado de agitación, lanzaba improperios y acusaciones de corrupción en llanito —'espanglish’ coloquial— contra el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo. Resultó que el clip ni era nuevo —ya llevaba rulando un mes por el Peñón—, que la vecina ya se había retractado y disculpado por su salida de tono y que ni siquiera era la esposa de Picardo, como anunciaba el mensaje viral. Alguien puso el bulo a rular justo horas después de que el socialista hubiese convocado elecciones, justo para un mes después. Difícilmente podía ser una casualidad —o al menos así lo creyó el propio aludido— en unos comicios en los que Picardo se enfrenta a su reelección más compleja.
Las negociaciones pos-Brexit atascadas desde 2016 y la pandemia complican el horizonte en el poder de la alianza GSLP-GLP que encabeza Picardo para este próximo jueves, día de elecciones en el Peñón. Después de tres elecciones y 12 años en el poder de los socialistas, su rival, Keith Azopardi, abogado de profesión y líder de los conservadores del GSD tiene la opción de recuperar para su partido la cartera de ministro principal. Según la encuesta publicada el pasado jueves por el periódico Gibraltar Chronicle y la radiotelevisión pública GBC, la oposición llegaría al gobierno de Gibraltar por un estrecho margen: el GSD obtendría el 49,18% de los votos y el GSLP/Liberales, el 48,65%. Esa diferencia es de sólo el 0,53% podría ser clave para que los conservadores consiguiesen los nueve de los 17 diputados del parlamento necesarios para hacerse con el poder.
El escenario está tan abierto y es tan incierto que, Brian Reyes, director del Gibraltar Chronicle lo único que tiene claro es que estas “elecciones se podrían decidir por unos cientos de votos”. De hecho, el equilibrio de bloques añade incertidumbre en unas elecciones en las que, ya de por si, la comunidad vecinal y el conocimiento casi personal de los candidatos resulta clave. Apenas 24.682 gibraltareños están llamados a las urnas, de los 34.003 habitantes censados en Gibraltar. “Tenemos ministros con los que hemos compartido escuela. En España, no es normal que el votante tenga contacto de primera mano con Pedro Sánchez o Feijoo, pero aquí sí pasa eso. Cada cual valora la relación personal con esas personas y eso es un factor a tener en cuenta”, explica Reyes.
“Problemas de país”
Pero el elemento humano no es el único elemento que inclinará la balanza en el parlamento gibraltareño. “Somos una pequeña ciudad con problemas de país”, explica el periodista. Los llanitos llevan atrapados en el bucle sin fin que les impuso el Brexit de 2016 que ellos rechazaron masivamente. Desde entonces, solo ha sido factible acordar la ampliación del periodo transitorio, mientras España, Reino Unido y la UE negocian un tratado definitivo que se fijó en la Nochevieja de 2020 el listón de derribar la Verja. El atasco en la negociación cansa a ambos lados de la frontera, pero en el Peñón tienen muchas más preocupaciones que esa. De hecho, una encuesta publicada por la GBC meses atrás revelaba que el problema de los gibraltareños era, por orden, la sanidad, la vivienda y el tratado.
La atención primaria en la sanidad y los retrasos en la construcción de promoción oficial —que los de Picardo achacan a la pandemia— y, de nuevo, ese tratado que no llega enervan el debate político desde hace semanas. Y en ese último punto se ha roto el consenso entre los dos grandes partidos que públicamente y cara hacia España parecían tener. Azopardi, crítico con lo que a su juicio han sido oportunidades perdidas para los intereses gibraltareños en el pasado, afea a los socialistas no ser partícipes de los detalles actuales de las conversaciones. Con todo, ya ha dejado claro que, pese a las posibles diferencias, su intención es intentar continuar adelante con el acuerdo justo en el punto en el que lo dejase el gobierno anterior. Esas críticas y la posible mudanza en Convent Place —sede del gobierno— en un punto clave de las negociaciones son precisamente las que Picardo enarbola para pedir el voto, alegando que sólo él conoce las entretelas de esas conversaciones desde el inicio.
Estas elecciones son las más inciertas para Picardo, después de alcanzar su cota máxima de votos en las de 2015, en la que obtuvo el el 68% de los votos y 10 diputados. Desde entonces, ha ido acusando el desgaste del poder, aunque hasta ahora no han tenido impacto en sus aspiraciones para revalidar como ministro principal. En los comicios de 2019 ya obtuvo el 52,5% de apoyos, pero eso no se tradujo en una pérdida de diputados y consiguió retener los diez escaños. Al otro lado, el GSD de Azopardi obtuvo seis y Together Gibraltar, un partido de izquierdas, irrumpió en el parlamento. Este jueves, con esa formación fuera de juego —no se presenta— y solo con el independiente Robert Vásquez como alternativa el bipartidismo vuelve a convertirse en protagonista.
Mientras socialistas-liberales y conservadores se baten en duelo en debates, entrevistas y redes sociales, en la calle quizás el sentimiento más compartido de los gibraltareños es “las ganas de que llegue ya el jueves para votar”, según asegura Reyes. Podrán hacerlo en alguno de los 15 colegios electorales que abrirán hasta las 22.00. Cada ciudadano, puede escoger hasta diez candidatos, seleccionados indistintamente de las listas de los dos principales partido —también se presenta en soledad el independiente Robert Vásquez—. Luego, arrancará un proceso de conteo curiosamente lento que no se espera que termine antes de las 6 de la mañana del día siguiente. Será entonces cuando la batalla entre Picardo y Azopardi tenga ganador definitivo.
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