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La Guardia Civil compra 10 drones submarinos para interceptar alijos de droga ‘parásitos’ en barcos

Los nuevos dispositivos se desplegarán en otros tantos puertos para localizar los fardos que los narcotraficantes ocultan bajo la línea de flotación de embarcaciones

Óscar López-Fonseca
Un buzo retira, el pasado enero, un fardo de cocaína que iba oculto bajo la línea de flotación de un barco interceptado en el Puerto de la Luz, en Las Palmas, en una imagen facilitada por la Guardia Civil.
Un buzo retira, el pasado enero, un fardo de cocaína que iba oculto bajo la línea de flotación de un barco interceptado en el Puerto de la Luz, en Las Palmas, en una imagen facilitada por la Guardia Civil.

Contra el ingenio de los narcotraficantes, tecnología. La Guardia Civil ha adquirido 10 drones submarinos para mejorar su capacidad de interceptar los alijos de droga que las mafias intentan introducir en España a través de lo que en jerga policial se conoce como “técnica de los parásitos”. Esta consiste en adherir cilindros metálicos que contienen fardos de droga mediante imanes o soldaduras al casco de embarcaciones por debajo de su línea de flotación para que no sean detectados.

El instituto armado considera imprescindible contar con estos vehículos subacuáticos operados por control remoto (ROV, en sus siglas en inglés) tras constatar que los sistemas utilizados hasta ahora para detectar estos alijos —“pértigas” con las que los agentes tantean las quillas de las embarcaciones— “se han demostrado inadecuados” y que el apoyo que de manera puntual prestan los buzos de los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil no es suficiente, según se detalla en la documentación del concurso para la compra de los drones

La ocultación de droga en las quillas de embarcaciones es utilizado desde hace años por el narcotráfico. En septiembre de 2005, la Guardia Civil y el Servicio de Vigilancia Aduanera interceptaron en el puerto de Carboneras (Almería) un buque de bandera chipriota que llevaba adherido al casco dos cilindros metálicos con 270 kilos de cocaína en su interior, en lo que entonces se consideró un método novedoso. Desde entonces, los alijos “parásitos” se han repetido. Los más recientes, a finales del año pasado, cuando en dos operaciones distintas, la Guardia Civil localizó en puertos de Canarias sendas partidas de cocaína ―una de 200 kilos y la otra, de 32,5 kilos― ocultas en las toberas situadas en las zonas sumergidas de los cascos de dos buques.

En la memoria justificativa del concurso, el instituto armado detalla que el crimen organizado utiliza dos sistemas para introducir alijos bajo el agua. Uno es, precisamente, “el empleo de un dispositivo o aglomeración de una carga ilícita que puede ser adherida en el casco mediante imanes o fijaciones a la quilla de balance de cualquier tipo de embarcación”. Otro es el denominado “torpedo”, por el que un barco que aparenta una actividad legal remolca un bidón con droga a gran profundidad para terminar soltándolo cerca de la costa. Entonces, otros integrantes de la mafia lo localizan y recuperan gracias a balizas de geolocalización. Las fuerzas de seguridad consideran muy difícil detectar estos narcotorpedos con los medios actuales.

Por ello, la Guardia Civil considera que para “mejorar la eficiencia y efectividad en la detección de estos medios de ocultación de estupefacientes, se hace necesario la adquisición de drones sumergibles”, en los que el Ministerio del Interior ha invertido 25.000 euros, financiados en gran parte con fondos de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF). El concurso, al que únicamente se presentaron dos empresas, ha sido ganado por Saborit Internacional S. L., una mercantil madrileña especializada en la comercialización de material policial y de seguridad.

Alijo sumergido de 1.500 kilos de hachís localizado por la Guardia Civil el pasado día 4 en Almería.
Alijo sumergido de 1.500 kilos de hachís localizado por la Guardia Civil el pasado día 4 en Almería.

Los 10 drones submarinos, que deben estar operativos antes de noviembre, serán desplegados por la Guardia Civil en los puertos de Valencia, Barcelona, Bilbao, Málaga, Vigo, Algeciras, Puerto de la Luz (Las Palmas), Santa Cruz de Tenerife, Alicante y Santander. Dos de ellos, los de Algeciras y Valencia, son situados desde hace años por diferentes organismos internacionales entre los cinco de Europa en los que más cocaína se incauta. Los vehículos subacuáticos adquiridos tienen un peso inferior a los cinco kilos y pueden sumergirse a 100 metros de profundidad. Dotados de una cámara de alta definición y focos que permitan inspeccionar los cascos incluso “en condiciones de poca luminosidad y entornos subacuáticos complicados”, tienen una autonomía de seis horas y una velocidad máxima de cuatro nudos.

La compra de los drones sumergibles por la Guardia Civil confirma que parte de la lucha contra el narcotráfico se juega desde hace tiempo bajo el agua. Desde 2006, las fuerzas de seguridad conocen la existencia de embarcaciones semisumergibles que cruzan el océano Atlántico cargadas de droga hacia Europa. Desde entonces, se han apresado cuatro de estos ingenios en España. Dos de ellos ―uno en Galicia, precisamente en 2006, y otro en Málaga, en 2021― aún no había sido echados al mar cuando la policía los intervino. Los otros dos fueron localizados ya hundidos, ambos frente a las costas gallegas. El primero, en noviembre de 2019, conservaba un cargamento de 3.000 kilos de cocaína cuando fue recuperado. El segundo, descubierto el pasado marzo, fue hallado ya sin la carga. Además en julio del año pasado, la Policía detuvo en Castellar de la Frontera (Cádiz) a un padre y un hijo acusados de crear tres drones sumergibles preparados para cargar hasta 200 kilos de droga cada uno.

Alijo sumergido de 1.500 kilos de hachís localizado por la Guardia Civil el pasado día 4 en Almería.
Alijo sumergido de 1.500 kilos de hachís localizado por la Guardia Civil el pasado día 4 en Almería.

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Sobre la firma

Óscar López-Fonseca
Redactor especializado en temas del Ministerio del Interior y Tribunales. En sus ratos libres escribe en El Viajero y en Gastro. Llegó a EL PAÍS en marzo de 2017 tras una trayectoria profesional de más de 30 años en Ya, OTR/Press, Época, El Confidencial, Público y Vozpópuli. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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