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La incomunicación entre el Gobierno y el PP lastra la presidencia española de la UE

A 48 horas del arranque del semestre europeo, socialistas y populares se acusan de falta de sentido de Estado

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, durante la presentación del cupón extraordinario de la ONCE dedicado a la presidencia española de la UE, el miércoles en Madrid.
El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, durante la presentación del cupón extraordinario de la ONCE dedicado a la presidencia española de la UE, el miércoles en Madrid.Jesús Hellín (Europa Press)
Miguel González

La incomunicación entre el Gobierno y el PP lastra la presidencia española de la Unión Europea, que se inicia el sábado. España se pondrá al frente de la UE después de 13 años —la última vez que ejerció la presidencia europea de turno fue en el primer semestre de 2010— sin que el Gobierno y el primer partido de la oposición hayan pactado el programa de este trascendental semestre para la política exterior española, y con ambas partes acusándose mutuamente de utilizar de manera partidista lo que coinciden en calificar de “política de Estado”. La cuestión se complica porque el día 23, poco más de tres semanas después de arrancar la presidencia, se celebran elecciones generales y, según las encuestas, un nuevo Gobierno dirigido por el PP podría tener que asumir sobre la marcha el timón temporal de la UE.

Fuentes del Ministerio de Exteriores aseguran que la presidencia europea se ha planteado desde el principio como un “proyecto de país”, por lo que no solo se ha contado con todos los partidos políticos sino también con la sociedad civil, a la que se ha invitado a participar en un foro. Las mismas fuentes acusan al PP de “politizar la presidencia, lo que no tiene precedentes en otros países”, y de “intentar poner palos en las ruedas, que es tanto como ponérselos a la UE”, en alusión a la carta que el jefe de filas del Grupo Popular Europeo, Manfred Weber, envió a la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, para pedirle que aplazara la comparecencia del jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, para presentar la presidencia. Finalmente, Sánchez retrasó hasta septiembre su discurso ante los eurodiputados, previsto para el 13 de julio.

Las mismas fuentes reconocen que no se ha abierto un canal de comunicación privilegiado con el PP, pero alegan que el escenario para el diálogo con los partidos es la Comisión Mixta Congreso-Senado para la UE, ante la que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, presentó sus previsiones en septiembre de 2022; y el Parlamento de Estrasburgo, a donde el jefe de la diplomacia española acudió el 17 de abril. En esta última ocasión, Albares se reunió con eurodiputados españoles de todos los grupos, salvo el PP, que se negó a acudir, según interpretan las mismas fuentes, porque ya estaba inmerso “en el ciclo electoral”.

Por el contrario, fuentes del PP aseguran que hace más de un año que, en público y en privado, vienen reclamando sin éxito la apertura de un canal fluido de comunicación entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. “No es normal que el presidente no informe de un asunto de esta transcendencia al jefe de la oposición. Es una irresponsabilidad y una absoluta falta de sentido de Estado”, aseguran.

Cuando se constituyan las nuevas Cortes, el 17 de agosto, ya se habrán celebrado más de media docena de reuniones ministeriales en España y la decisiva cumbre UE-CELAC (Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe) el 17 y 18 de julio en Bruselas. Pero aún faltarán el grueso de las citas y, sobre todo, la joya de la presidencia: la cumbre de la Alhambra (Granada), el 5 de octubre.

En Exteriores se asegura que el calendario de reuniones de la Presidencia se pactó en el encuentro que Albares y la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, mantuvieron con las comunidades autónomas en Bilbao en julio del año pasado, y que la región que más citas albergará será Andalucía, gobernada ya entonces por el PP. Fuentes populares alegan que los responsables autonómicos se limitaron a recibir información de las decisiones del Gobierno, aunque admiten que este calendario se cierra con mucha antelación y, en el caso de que hubiera relevo en La Moncloa, no se alteraría.

Otro asunto es el programa de la presidencia española. Fuentes diplomáticas aseguran que “no se trata de la agenda de Sánchez, sino de la agenda europea”, y que el país que ejerce la presidencia no conduce la locomotora de la UE —que tiene otras instituciones, como la Comisión, el Consejo Europeo y el Parlamento—, sino que hace de “jefe de estación”, dando prioridad a uno u otro tren.

El PP se queja de que es esa lista de prioridades la que no se ha consensuado. La Comisión Mixta sobre la UE elaboró un borrador de dictamen que ambos partidos aceptaron como base de negociación, pero las Cortes se disolvieron antes de que llegara a votarse. En esas condiciones, la única hoja de ruta que el Parlamento marcó al Gobierno es una resolución del debate del estado de la nación de julio del año pasado, en la que se hablaba de una “agenda ambiciosa” para la presidencia española con la reforma de la euroorden, la agilización de los trámites para el ingreso de Ucrania en la UE y el desarrollo de una política común de seguridad y defensa. Muy poco para los retos que el actual Gobierno y el que le suceda, cualquiera que sea su color, tendrán que afrontar.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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