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El turismo rural se queda en vilo en Ovejuela tras el incendio en Las Hurdes

Los habitantes de esta pequeña localidad cacereña, evacuados por el fuego, intentan recuperar la normalidad y ven amenazada la principal actividad económica de la zona

La zona de la comarca de Las Hurdes (Cáceres) calcinada por el incendio, el lunes 22 de mayo
La zona de la comarca de Las Hurdes (Cáceres) calcinada por el incendio, el lunes 22 de mayoMARIEL DELGADO
Mariel Delgado
Ovejuela (Cáceres) -

“Ovejuela sigue verde”, insisten los habitantes de una de las pedanías de Pinofranqueado, zona en la que se originó el incendio de las Hurdes. La proximidad de las llamas obligó a la evacuación de decenas de vecinos que, después de este fin de semana, ya han podido regresar a sus casas. Ahora temen que el destrozo del paisaje que rodea la carretera de entrada al pueblo perjudique sus negocios, la mayoría vinculados al turismo rural. “Puede haber clientes que cancelen las reservas”, lamenta Victoria Rodrigo, propietaria de dos casas rurales en Ovejuela (Cáceres). La cacereña de 61 años cuenta que ahora se tienen que reinventar, ya que las rutas y los senderos que conducen a las cascadas –el mayor atractivo turístico de la zona– se han visto afectadas por el incendio.

El pequeño pueblo (118 habitantes), situado en el corazón de Las Hurdes, se encuentra en un valle rodeado de montañas y vegetación espesa. Una buena parte del bosque que se observa desde la única carretera de acceso se ha convertido en un cementerio de árboles. El olor a quemado aún puede percibirse. El incendio calcinó más de 10.000 hectáreas, lo que supone una cuarta parte del total de hectáreas que se han quemado durante este año, según los datos de Copernicus, el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea.

Victoria comenta que ya ha avisado a sus clientes del “horror” con el que se van a encontrar cuando recorran esa carretera de entrada. Pero insiste en que no se ha quemado todo: “La joya de la corona, que es ‘El Chorrito’ –una cascada próxima al pueblo– se ha salvado”. Según explica la cacereña, esta excursión es uno de los mayores atractivos turísticos de la zona. Además de las casas rurales de Victoria, en el pueblo existen otros negocios cuyos propietarios sienten la misma incertidumbre por las expectativas de futuro.

Es el caso de José Luis Hernández, dueño del único restaurante de Ovejuela. Hernández abrió las puertas del asador hace nueve años y asegura que nunca había vivido nada parecido. Una importante parte de sus ingresos procede de los turistas que vienen a disfrutar de unos días rodeados de naturaleza. Desde la ventana del restaurante, se observa el contraste entre el verde de los árboles –la mayoría pinos– y el negro de las cenizas que ha dejado el incendio. “Esto los fines de semana se llena”, asegura Hernández, y añade que ahora solo queda esperar a ver qué pasa los próximos días.

José Luis Hernández, dueño del único restaurante de Ovejuela
José Luis Hernández, dueño del único restaurante de OvejuelaMariel Delgado

En el interior del pueblo no se aprecian los efectos devastadores del virulento fuego. Solo en un cartel colgado de la pared desgastada de una vivienda en el que se avisa que se ha suspendido un acto de campaña de un candidato a la alcaldía que iba a celebrarse el jueves 18 de mayo, el día después de que se declarara el incendio. Por lo demás, las huertas y los jardines de las casas de piedra mantienen los colores vivos de la primavera.

Un grupo de vecinos llega al restaurante de Hernández. Se presentan como “los jóvenes del pueblo”. Se sientan a tomar una cerveza y comienzan a elucubrar sobre cuándo se va a recuperar la naturaleza perdida. “Yo digo que en dos años”, dice Sergio Sánchez, de 39 años, que nació y creció en Ovejuela. Relata que él ya había vivido otro incendio en el pueblo cuando tenía nueve años: “Ese lo apagamos nosotros mismos, las llamas nos calentaban de lo cerca que estaban”. El grupo coincide en que lo peor ya ha pasado. Su evacuación fue especialmente ardua porque cortaron la carretera y se quedaron atrapados dentro del pueblo. Tras pasar toda la noche del jueves en vilo lograron escapar por la mañana del día siguiente. Ahora se centran en continuar con sus vidas y sacar adelante sus negocios, aunque una parte del paisaje todavía les sigue recordando la tragedia.

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