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Diecisiete sombras de Abel

Los colectivos ciudadanos críticos con la gestión del alcalde socialista de Vigo, el más votado de España, unen sus fuerzas y piden una reunión con el regidor de la Navidad estratosférica

Abel Caballero, el pasado 19 de noviembre de 2022, hace la señal de la victoria segundos antes de pulsar el botón del encendido del alumbrado navideño.Foto: MIGUEL RIOPA (AFP) | Vídeo: EPV

A las puertas de la campaña electoral, el lunes 8 por la tarde, plataformas vecinales de dos grandes barrios rurales de Vigo, Bembrive y Beade, aguardaban al alcalde más votado de España, el exministro Abel Caballero, en la explanada del Centro Cultural Helios. Allí estaba anunciado, “con carteles en las calles” con la foto del político socialista y “en redes sociales”, el acto de presentación de la candidata del partido por Bembrive, una Entidad Local Menor dentro de la propia ciudad. Pero “sorpresivamente” el regidor de Vigo y los demás representantes de la organización no aparecieron. El acto “fue adelantado y cambiado de lugar, trasladado a otro centro cultural, el Xestas”, según critican las asociaciones que habían preparado la cacerolada, “por el miedo que Abel Caballero tiene a los vecinos”. El PSdeG-PSOE de Vigo niega estos hechos: “El partido no anunció ningún acto en ningún sitio que no fuera Xestas. Solo se hizo una convocatoria en Xestas y se celebró en Xestas”, aseguran desde la formación.

Cartel sin logotipo del partido que anunciaba en tablones de anuncios de la Entidad Local Menor y en redes sociales el acto con Abel Caballero el lunes 8 en el centro Helios, y que aún permanecía pegado el sábado 13.
Cartel sin logotipo del partido que anunciaba en tablones de anuncios de la Entidad Local Menor y en redes sociales el acto con Abel Caballero el lunes 8 en el centro Helios, y que aún permanecía pegado el sábado 13.Cedida por Bembrive en Pé.

Los colectivos Bembrive en Pé y Avibe (Afectados polo Vial de Beade) luchan enérgicamente desde hace casi dos años contra un par de macroproyectos de asfalto, una autovía y un corredor sobre los que apenas tienen información, pero que sostienen que arrasarían decenas de casas y tronzarían el paisaje verde por el que se extiende, abigarrada, la población de la ciudad. Sienten que estos futuros ríos de coches y camiones son propios del “urbanismo de los ochenta”, define Ana Pascual, presidenta de Avibe. Y que “solo están pensados” para dar servicio a la factoría de Stellantis (PSA Peugeot Citroën), para conectarla con las industrias auxiliares, a costa de la vida de aldea que, como un reducto de guerreros galos, pervive en torno al bullicio urbano de la mayor ciudad de Galicia. Se quejan de que el alcalde no los recibe “para dialogar”. Ni a ellos ni a otros colectivos de lo más diversos, que este año han decidido unirse bajo el nombre de Vigo somos Todxs con el único objetivo de conseguir una reunión con el incontestable gobernante que acapara 20 de los 27 concejales del pleno. Estos movimientos cívicos que se sienten eclipsados, “ninguneados”, son las 17 sombras de Abel, el alcalde de las luces.

Explican que ni tienen color político ni nacieron por una misma causa, pero son una contestación ciudadana que se organiza y comunica por WhatsApp. Unos pertenecen al más exquisito centro, el de la macrofiesta y los 11 millones de leds navideñas, los premios a la limpieza en forma de escobas de platino y las continuas reformas futuristas, de escaleras mecánicas, pasarelas y ascensores en la calle. Otros encarnan al caótico extrarradio que trepa por las laderas, “abandonado, sin aceras, bancos ni plazas, y con las cunetas llenas de maleza y basura”, describe Robert Estévez, el joven líder, de solo 25 años, portavoz de Bembrive en Pé.

Entre las 17 asociaciones que conforman, de momento, Vigo somos Todxs, hay grupos de defensa medioambiental como Amigos da Terra, Greenpeace, Adega y Ecoloxistas en Acción, que alertan de que Vigo pierde pulmón verde y “se aleja del modelo europeo de ciudad”. Existe un veterano colectivo, Os Ninguéns, que lucha por los vigueses sin hogar. Está además Grupos en Loita, una plataforma surgida de la escena musical viguesa, capitaneada por Dioivo, un grupo de heavy en gallego, de la que forman parte más de 50 bandas de todos los estilos. Los músicos han peleado hasta lograr, esta misma semana, la reapertura de un local municipal de ensayo que hasta que se clausuró con la pandemia daba servicio a 200 grupos. En Vigo somos Todxs están también los Vecinos de la Zona Centro, contra los dos meses y medio de ese éxtasis navideño que ellos sufren, pero que jalean los hosteleros, una fiesta que este año atrajo, según los datos del Ayuntamiento, a 5,3 millones de turistas.

Protesta del lunes 8 de mayo en Bembrive (Vigo) en la que los vecinos no lograron encontrarse con Abel Caballero.
Protesta del lunes 8 de mayo en Bembrive (Vigo) en la que los vecinos no lograron encontrarse con Abel Caballero.Cedida por Avibe

Entre los 17 colectivos que han decidido sumar sus voces contra la manera de gobernar de Caballero está además Vigo Histórico, un grupo asesorado por arquitectos y arqueólogos a favor de la peatonalización pero en contra de un túnel “para enterrar el tráfico” que se construye en el corazón de la ciudad y que, según denuncian desde hace años, afecta al Camino de Santiago y a restos como los de la antigua muralla. Los vecinos perdieron por la vía judicial, pero se apuntan el tanto de haber salvado, con su resistencia, la fisonomía de una zona emblemática, el Paseo de Alfonso XII. También, en Vigo somos Todxs están representados los usuarios de un parque, el García Picher, que advierten de que en la reforma prevista, con un gigantesco parque infantil de inspiración naval, acabará convertido en “un mar de caucho” en detrimento de los árboles de sombra, las pérgolas, los pájaros y el área canina. Están los Xubilados de Cabral, otro importante barrio rural que reclama dotaciones básicas frente al “abandono” y “tercermundismo” que sufren. Uno más de los colectivos integrantes es Salvemos a Gran Vía, que nació para intentar conservar, sin éxito, los camelios, los naranjos y los viejos castaños de Indias de este bulevar que vertebra la ciudad y que ahora está dominado por rampas eléctricas y corredores acristalados de colores. El Local Social Faísca, los vecinos de la rúa Eugenio Arbones, Gasolineras a 100 metros y los Trabajadores de Vitrasa, la empresa concesionaria del transporte público urbano, completan el cartel de esta oleada cívica que hace cada vez más ruido, pero que no logra traspasar la puerta de Alcaldía.

“Piensa que es un tanque que arrasa, pero tiene que dialogar con todos”, reprocha José Luis Lago, presidente de los jubilados del barrio de Cabral. El experimentado líder vecinal sí consiguió en abril un encuentro con el alcalde campeón de las urnas; le llevó fotografías para mostrarle el “abandono” pero dice que salió “decepcionado”. “No somos cuatro gatos y somos culpables de querer un Vigo mejor”, clamaba José Castro, secretario de Avibe, en una concentración celebrada, justamente en la puerta del Ayuntamiento, el pasado marzo. Su grupo ha asistido un par de veces a plenos municipales. En la primera ocasión, los vecinos de Beade cuentan que la Policía Local recibió la orden de desalojarlos. En la segunda, asistieron con otros portavoces de Vigo somos Todxs: “El alcalde nos dijo que éramos reventadores de la democracia, como los fascistas del 36″, recuerda el portavoz de Bembrive en Pé. Una portavoz oficial del Ayuntamiento niega que estos grupos no hayan sido escuchados: “Los recibieron los concejales, incluso la teniente de alcalde, a algunos de ellos hasta en tres ocasiones”, comenta, “y en el caso concreto de los vecinos de la gasolinera el alcalde habló directamente. El Ayuntamiento los ha recibido a todos”.

“A veces dice que no sabe quiénes somos. Otras nos trata de descalificar asegurando que nos manda el BNG, o el PP o que somos señoritos del centro que nos creemos los dueños de la ciudad”, describen una y otra vez portavoces de los colectivos, como Guillermo Mariño, de Vigo Histórico, Jacobo Mouriño, de Grupos en Loita, o Robert Estévez. Pero en la plataforma, aclaran, hay “gente que vota de todo, también del PSOE. Si no eres servil, quieren hacer ver que estás contra Abel”. Ellos aseguran que no pretenden derrocarlo, solo que “se digne” a escuchar sus opiniones sobre proyectos y decisiones políticas que van a “condicionar” sus vidas.

Mayoría “absolutísima”

En el manifiesto que leyeron en una marcha por el centro, los miembros de la coordinadora Vigo somos Todxs recordaban al alcalde que una mayoría “absolutísima” como la suya “no puede ser excusa”, ni “carta blanca” para “ningunear” y “desatender” las críticas. Lo describen como un “alcalde populista”, “aparentemente accesible”, que en realidad “gobierna con superioridad y aires de grandeza”, “despreciando a los que discrepan e ignorando los problemas sociales, de convivencia y sostenibilidad”.

Avibe organiza acciones todos los meses para hacer llegar el mensaje al Consistorio. Este domingo 14, ya en plena campaña, los incansables vecinos se han lanzado al centro urbano con sus coches para hacer una demostración de lo que será su tranquilo hábitat rural si llega a construirse el vial PO-010 por el que circularán las piezas de la industria de la automoción. “Se pone malo si se encuentra con vecinos críticos; no sabe gestionar esas situaciones”, comenta Robert Estévez, recordando el mal trago que pasó Caballero el verano pasado, cuando lo esperaban en una visita a las obras del centro “cuatro señoras y señores que pedían un aseo público” para una zona de recreo del barrio obrero de Teis. “Un baño para la gente mayor”, se oye clamar a los vecinos en el vídeo que circula por internet. Caballero se enfrentó a los que protestaban, les llegó a responder que si lo querían se lo hubieran pedido “al Bloque [BNG] cuando gobernó”.

“Lo que más nos duele”, lamenta Estévez sobre la protesta fallida del lunes en el Helios, “es que nos mintieran vecinos de toda la vida”, dice en referencia a los directivos de esos centros culturales y comisiones de su mismo barrio de Bembrive (o lo que en la Galicia que no es puramente urbana se llama “parroquia”, como territorio y entidad de población). No duró mucho rato “el secreto”. Enseguida empezaron a circular las fotos del acto “celebrado a nuestras espaldas”, reprochan los organizadores de la protesta. “Cuando hablamos con ellos para pedirles explicaciones, aún llevaban la misma ropa de las fotografías”, apunta Estévez con una sonrisa. “Entiendo que no levantes la voz, pero no tapes la mía”, cuenta que le pidió a uno de los cargos culturales de Bembrive que colaboraron con lo que ellos consideran sigilosa mudanza del acto (y que desde el PSOE se niega). “Antes la gente era más libre… para conseguir fondos para la fiesta te dejabas la piel vendiendo cientos de tacos de rifas. Ahora, todos dependen de las subvenciones municipales para existir”, zanja el presidente de Bembrive en Pé, “por eso la mayoría calla y aplaude”.

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