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Crónica
Texto informativo con interpretación

El Gobierno juega la baza del Estado del bienestar

El Ejecutivo insiste en sus medidas sociales para soslayar el conflicto interno por la ley de ‘solo sí es sí'

Los ministros Miquel Iceta (i) e Irene Montero (d), al fondo, junto a la actriz Susi Sánchez (c). En primer plano, las ministras María Jesús Montero (i) y Yolanda Díaz (d).
Los ministros Miquel Iceta (i) e Irene Montero (d), al fondo, junto a la actriz Susi Sánchez (c). En primer plano, las ministras María Jesús Montero (i) y Yolanda Díaz (d).Alejandro Ruesga
Anabel Díez

El espacio de la izquierda concentra a algo más del 60% del electorado de este país. Esta aproximación demoscópica que manejan los partidos no es sencilla de situar sobre las formaciones del mapa político español. El voto es cambiante. En la izquierda se sitúan el PSOE, Unidas Podemos, Más País, ERC, EH Bildu, Compromís, BNG y otros partidos de perfil progresista que operan en algunas comunidades autónomas y en las islas Baleares. Para Vox, el PP ya no es “la derechita cobarde”, sino que es un partido “de centroizquierda”, como sentenció este domingo su líder, Santiago Abascal. Desde luego, Alberto Núñez Feijóo recibe con regocijo la intención de un 7% de anteriores votantes del PSOE de llamar a su puerta.

A toda la izquierda se dirige el PSOE, como marca larga tradición de no cerrarse ninguna puerta, máxime cuando la volatilidad en la intención de voto es una realidad. Los estudios de 40dB., para EL PAÍS y la SER, único instituto que hace públicos todos los datos con los que elabora sus proyecciones, reflejan esa incertidumbre. También, la preocupación de la mayoría por los servicios públicos. A ese terreno quiere llevar Pedro Sánchez la teoría y la práctica política durante el resto de legislatura, hasta diciembre de 2023, y soslayar en lo que pueda el enorme desgaste de la aplicación de la ley de libertad sexual, más conocida como del solo sí es sí. En contra tiene a su socio, Unidas Podemos, proclive a no soltar la discusión de la reforma de la norma, con descalificaciones incluidas al PSOE. El PP tampoco va a facilitar pasar esa página.

A pesar de todo, no habrá adelanto electoral ni ruptura de la coalición. Esta es la decisión firme del presidente del Gobierno, que llevará la protección y desarrollo del Estado de bienestar como línea central de su actuación, en medio del estrépito político por la discusión en su coalición y con los populares. El lenguaje, las expresiones, serán nítidamente socialdemócratas, o de izquierda.

Pedro Sánchez se dirigió este domingo en Málaga a la opinión pública para erigirse como defensor de las necesidades básicas de la inmensa mayoría, mientras que en Madrid, Santiago y otras ciudades de España se desarrollaban marchas multitudinarias con la exigencia de una sanidad pública restaurada de los daños producidos en los últimos años. “¿Qué quiere la gente?, ¿de qué habla la gente?”, se preguntaba para responder, según su criterio: sanidad, educación, empleo, pensiones o vivienda, entre otros grandes asuntos. Ni una palabra de las consecuencias de la ley del solo sí es sí, ni de la bronca con sus socios de UP sobre su reforma.

El asunto está tan sobre la mesa del Gobierno, la oposición, y el Parlamento, que no será el jefe del Ejecutivo quien lo airee aún más, reconocen interlocutores socialistas. La reforma se llevará a cabo, a través de la proposición de ley socialista, a ser posible con el concurso de UP, pero la agenda gubernamental debe continuar. No esperaba Sánchez que esta ley, de altísima sensibilidad social, con unas consecuencias demoledoras en su aplicación por la rebaja de penas a agresores sexuales, supusiera echar toneladas de cemento sobre el resto de la acción del Gobierno. Tampoco que Podemos tuviera la actitud a la contra del cambio legal que sostiene sin desmayo. La situación interna de la coalición es grave, sin paliativos, reconocen en las dos partes del Ejecutivo; también socava el crédito en la opinión pública en general y en el electorado de la izquierda especialmente. ¿Cuánto? El daño existe pero aún es difuso, señalan las fuentes consultadas. Por el boquete entra el PP a sus anchas, por si esto fuera a causa de ruptura del Gobierno y quedara a la deriva hasta las elecciones, con meses de vapuleo incesante.

No solo el ala socialista del Ejecutivo va a trabajar con denuedo para que eso no ocurra, sino que los socios externos remarán en la misma dirección para que la coalición no se rompa y la reforma de la ley cuente con el apoyo de UP. En la noche sevillana de los Goya, la presencia de ministros socialistas junto a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y, sobre todo, la ministra de Igualdad, Irene Montero, se anotó en ambos lados como una muestra pública de que la ruptura está descartada. El saludo de Sánchez y la titular de Igualdad no fue efusivo pero sí correcto. Solo 24 horas antes el jefe de Gobierno la mencionó expresamente para señalar su apoyo a todos los miembros del gabinete. No habrá bajas ni de ministros socialistas ni de UP, aseguran con firmeza en ambas orillas.

Viento a favor del PP

Del otro lado de la cuerda, tira el PP con el viento a su favor y con acumulación de argumentos contra el Gobierno. Además de las consecuencias por los defectos de la ley del solo sí es sí, los populares echan por tierra todos los datos económicos y pasan de puntillas por las subidas de las pensiones o del salario mínimo interprofesional, que se aprobará mañana en el Consejo de Ministros, e incluso los impuestos extraordinarios a grandes empresas y bancos.

No hay marcha atrás en Sánchez en la incorporación a su discurso de la crítica a “algunos empresarios” por su rechazo a la subida del salario mínimo, además del nulo interés que muestran por abordar un pacto de rentas. “Pido coherencia y responsabilidad a la patronal; no se puede pedir sacrificios a los de abajo y festín a los de arriba, y muchos empresarios saben lo que digo”. No son todos, ni mucho menos, siempre añaden en el Gobierno. Ese reproche a quienes “no arriman el hombro” acompañará a Sánchez hasta el final de su mandato como parte indispensable de su proyecto para España, a corto y largo plazo: subida de los salarios y refuerzo del Estado de bienestar.

El presidente no responderá a Podemos, a pesar de que arrecia en su definición del PSOE como “partido conservador” al que “le tiemblan las piernas”, en expresión de la ministra de Asuntos Sociales y secretaria general la formación, Ione Belarra. Tampoco ha respondido nunca cuando los dirigentes de Podemos, a modo de definición, catalogan al PSOE como “partido monárquico”.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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