El juez apunta a que el presunto yihadista de Algeciras se radicalizó en apenas un mes
La Audiencia Nacional envía a prisión sin fianza a Yassine Kanjaa, acusado de delitos de terrorismo
El juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea ha ordenado el ingreso en prisión provisional y sin fianza de Yassine Kanjaa, detenido el miércoles como presunto autor del asesinato a machetazos del sacristán Diego Valencia en Algeciras (Cádiz) y por herir a otras cuatro personas tras atacar dos iglesias de la ciudad gaditana. La policía trasladó este lunes a la Audiencia Nacional al arrestado, de nacionalidad marroquí y 25 años. Tras interrogar al sospechoso, que ha declarado en un sumario abierto por presunto terrorismo yihadista, el instructor ha aceptado la petición de la Fiscalía y ha ordenado la reclusión del imputado, que se radicalizó presuntamente en apenas un mes.
El fiscal Emilio Miró imputa a Kanjaa un delito de asesinato terrorista, otro de intento de asesinato terrorista y otro de lesiones terroristas. Según fuentes del ministerio público, entre los motivos que han justificado la petición de prisión provisional se encuentran el riesgo de fuga, de ocultación de fuentes de prueba y de reiteración delictiva. Aunque la causa está bajo secreto, la Audiencia Nacional ha facilitado algunos detalles: “Los indicios recopilados sustentan que la actividad desarrollada por Kanjaa se puede calificar como un ataque yihadista dirigido, tanto contra sacerdotes que profesan la fe de la iglesia católica como contra musulmanes que para el investigado no siguen los preceptos del Corán”.
En el escrito donde, el mismo miércoles, autorizaba el registro de la vivienda de Kanjaa, el juez Gadea ya consideró el ataque como un supuesto delito de asesinato “con fines terroristas”, y lo vinculó con el “salafismo yihadista”, la corriente supremacista del islam que desprecia las demás religiones. El instructor añadió que el detenido pretendía “alterar la paz pública mediante la ejecución de actos de terror, lo que habría podido motivar la actuación criminal”. Con esta calificación provisional, las pesquisas quedan en manos de la Audiencia Nacional, tribunal a quien la ley reserva en exclusiva la investigación y enjuiciamiento de las causas de terrorismo.
Según el instructor, Kanjaa no había aparecido nunca en el radar de los servicios de la lucha antiterrorista: “Era totalmente desconocido para la Policía. No solo se desconocía su rigorismo religioso, sino que no se había visto inmerso en ningún tipo de altercado o incidente”, explica el magistrado. Sin embargo, en opinión del juez, esto no impide que “no se aprecie en este momento, con base en los indicios recabados, un proceso de radicalización religiosa que desencadenó los hechos acontecidos en Algeciras”.
La Audiencia ha detallado este lunes algunos de los indicios contra el detenido, que apuntan a que experimentó un cambio “radical” en el último mes o mes y medio. Sus compañeros de piso han narrado que bebía alcohol y fumaba hachís, y que en las últimas semanas empezó a “escuchar de manera asidua el Corán a través de audios desde su teléfono móvil”. En palabras del juez, sufrió un proceso de “radicalización” y “autoadoctrinamiento” exprés, que “coincide plenamente con lo observado en sus redes sociales”.
Los agentes también han investigado si Kanjaa, sobre el que pasaba una orden de expulsión, tenía “algún tipo de trastorno mental” y si “actuó solo”. Gadea señala que aparentemente no contó con ayuda de terceros. “Así lo ha reconocido el propio detenido, tanto en el juzgado como ante la policía, señalando que no ha sido dirigido por otras personas y que no ha jurado lealtad a ninguna organización o grupo terrorista”, ha recalcado la Audiencia Nacional.
El magistrado ha insistido en que el presunto yihadista es capaz de reproducir y recordar sus ataques del miércoles. “La conducta del investigado fue consciente y tiene definidos sus objetivos”, apostilla el instructor, que subraya que eligió a sus víctimas de “forma deliberada”. “Reconoce que su intención era matar a todos los sacerdotes que se encontraban en la iglesia”, apunta el tribunal, que especifica que igualmente arremetió “contra un marroquí al que considera infiel, al creer que era converso y al que agredió con intención de matarle”.
Por todo ello, según el juez, Kanjaa llevó a cabo “su acción en nombre del fenómeno yihadista al que tantos se adhieren de forma remota, generando un ataque violento que causa terror en la sociedad y desestabiliza la paz social”. “[El detenido] mantenía y mantiene un compromiso implícito con su visión del islam, encontrándose plenamente radicalizado tras un adoctrinamiento ideológico que se podría calificar de ‘rápido’ y que ha finalizado con la comisión de acciones violentas contra otras personas, provocando consciente e intencionadamente el mayor daño posible, manteniendo en todo momento el control de la situación”, remacha Gadea.
Hasta ahora, el Ministerio del Interior se había mostrado muy cauto. El titular de la cartera, Fernando Grande-Marlaska, afirmó el pasado jueves que Kanjaa “nunca ha estado en el radar de un servicio nacional por radicalización, y tampoco en ninguna de las bases de datos de los distintos países amigos cercanos donde haya tenido residencia”. Marlaska no usó en ningún momento el término “yihadista”. Este lunes, el ministerio ha enviado un comunicado en el que se refiere al detenido como “presunto yihadista”.
El ataque
Las primeras indagaciones de la policía apuntaban a que, en la tarde del pasado miércoles, Kanjaa se dirigió a la iglesia de San Isidro con intenciones que “se desconocen” y allí emprendió “una discusión” con los feligreses presentes, a los que insistía de “forma vehemente” en que “la única religión que hay que seguir es la islámica”. Según la documentación remitida por los agentes al juez, el presunto yihadista se marchó entonces del lugar “profiriendo mensajes en árabe cuyo contenido se desconoce”; y regresó sobre las 19.40, cuando los fieles escuchan cómo alguien apostado en el exterior del templo “profiere gritos en árabe”.
“Una vez finaliza la misa ―continuaba el juez en la resolución para autorizar el registro—, el sacerdote encargado de la misma [Antonio Rodríguez] baja del púlpito para comprobar lo que estaba ocurriendo, instante en el que el investigado, portando en su mano un machete de grandes dimensiones y de forma súbita, agrede al sacerdote causándole lesiones de gran gravedad”. A continuación, el atacante huyó del lugar y se dirigió hacia la iglesia de La Palma, ubicada en la plaza Alta, un punto habitualmente muy concurrido en pleno centro de Algeciras. Allí se topó con Diego Valencia, el sacristán asesinado: “En ese instante, Yassine Kanjaa inicia varias acometidas sobre el mismo, causándole unas primeras lesiones”. La víctima intentó huir, pero el supuesto terrorista le alcanzó y, una vez que la tuvo en el suelo, “sujeta la catana con ambas manos y, alzando la mirada al cielo y gritando unas palabras en árabe entre las que se escucha la palabra Allah [”Alá”], le asesta una última estocada mortal”.
El instructor describe cómo, a continuación, el sospechoso se dirigió a la capilla de Nuestra Señora de Europa, ubicada en esa misma plaza, para “intenta acceder al interior”. La policía lo detuvo allí, sin que “prestase resistencia”, y durante su traslado a un centro médico para recibir asistencia profirió “gritos de ‘Allahu akbar [Alá es el más grande, en árabe]”.
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