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La moción de censura de la derecha no encuentra candidato

El líder de Vox busca, sin descartar postularse, una figura que aglutine a distintos sectores

Feijóo y Abascal se reunieron en privado tras las elecciones del 23-J.
El líder popular, Alberto Nuñez Feijóo, conversa con el responsable de Vox, Santiago Abascal, en el desfile del Día de la Fiesta Nacional, en Madrid.Rodrigo Jiménez (EFE)

La moción de censura de la derecha contra Pedro Sánchez no encuentra candidato que la represente. La iniciativa parlamentaria anunciada por Santiago Abascal ha puesto nervioso al PP de Alberto Núñez Feijóo, al que presiona para que dé un paso adelante. Pero ni el líder del PP quiere encabezarla ni tampoco aparece de momento por ninguna parte el aspirante que busca el líder de Vox. La derecha afronta con cierta frustración e impotencia sus escasas posibilidades de derribar al presidente socialista hasta que se celebren elecciones. En paralelo, PP y Vox han abierto una nueva etapa de relaciones fluidas con un pacto de no agresión. Feijóo y Abascal saben que se necesitan mutuamente, aunque otra cosa es que estén de acuerdo en la estrategia para alcanzar el poder. Y la moción de censura les separa.

La moción de censura anunciada por Abascal es la segunda contra Pedro Sánchez tras la que presentó en octubre de 2020, que se saldó con un fiasco y una ruptura irreversible entre el líder de Vox y el anterior presidente del PP, Pablo Casado. Feijóo la considera un error estratégico, una cortina de humo que tapará los errores del Gobierno y que reforzará a Sánchez cuando la supere victorioso con la mayoría parlamentaria que le sostiene. Pero la decisión no está en su mano. “No podemos impedir que Abascal la presente, aunque él tiene que entender que no tiene opción de prosperar; entonces ¿qué sentido tiene, salvo buscar el protagonismo personal de alguien? Es un debate estéril”, se quejan en la cúpula popular.

El líder del PP ha tratado de convencer a Abascal de que no la presente. Ambos han hablado en privado esta semana. Pero, aunque Feijóo intentó disuadir a Abascal, con el argumento de que la moción solo servirá para reforzar a Sánchez, este le contestó que está obligado a hacerlo, según fuentes populares. Abascal no desiste en su empeño.

El PP ha constatado que Vox no logra encontrar un candidato para encabezar la iniciativa parlamentaria. Feijóo ha descartado presentarse, pese a las presiones de Vox y Ciudadanos, y cree que Abascal no se postulará a sí mismo como hace dos años, afirman en la dirección popular. Fuentes próximas al líder de Vox reconocen que este sigue buscando lo que denominan un “mirlo blanco”, una figura que pueda aglutinar el apoyo de distintos sectores políticos, desde el centro a la ultraderecha, y “no tenga cadáveres en el armario”. Cuando anunció su intención de plantear otra moción de censura, el pasado día 9, Abascal definió al candidato que presentaría como “neutral, con experiencia de Gobierno, que no milite en ningún partido y se comprometa a convocar elecciones inmediatas”.

El requisito de tener “experiencia de Gobierno” limita drásticamente los elegibles. Los que se citan en medios de Vox (como el exministro de UCD y fundador del partido Ignacio Camuñas, o el expresidente madrileño Joaquín Leguina, recientemente expulsado del PSOE, bien relacionado con Abascal) superan los 80 años o están marcados políticamente (como el exministro del Interior y mentor del líder de Vox en el PP vasco, Jaime Mayor Oreja). En la dirección del partido ultra hablan ya de “una personalidad de la sociedad civil”, no necesariamente un político, y se cita como ejemplo al premio Nobel Mario Vargas Llosa, aunque este tiene ya 86 años y, como los otros mencionados, es dudoso que aceptase el envite.

El PP sospecha que el verdadero objetivo de la moción no es derribar a Sánchez, sino disputarle el liderazgo de la oposición. Sin embargo, a diferencia de Casado, Feijóo ya ha anunciado que no votará en contra de la moción, sino que como mínimo se abstendrá. Los populares se inclinan por la abstención porque no quieren dar protagonismo a Vox y también porque, a diferencia de su antecesor, Feijóo apuesta por rehuir la confrontación con Abascal. “Si votáramos que no, la gente interpretaría que PP y Vox están a la gresca, y estaríamos mandando un mensaje equivocado, cuando ambos tenemos como objetivo echar a Sánchez”, reflexiona un dirigente de peso en el PP.

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Debate no cerrado

Pero el debate, además de incómodo, no está cerrado en el PP. Solo un día antes de que Feijóo anunciara que no se opondrá a la moción de censura, miembros de su equipo apostaban por votar en contra, por temor a que la abstención provoque críticas a la “tibieza” e indefinición del líder del partido. Por su parte, la diputada Cayetana Álvarez de Toledo cree que es Feijóo quien debe presentarla, entre otras razones para “disputarle a Sánchez el espacio físico del Congreso [del que está ausente por no ser diputado]”. Álvarez de Toledo se descarta a sí misma como posible candidata de la moción de Vox, aunque se ha barajado su nombre junto al de su amiga Rosa Díez, exlíder de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), con la que Abascal ha hablado estos días y que cuenta con experiencia de Gobierno.

Abascal ya ha asumido que el Grupo Popular se abstendrá ante su moción. El lunes criticaba esa posibilidad, tachándola de “poco comprometida” ante una situación que no duda en calificar de “golpe de Estado”, pero el jueves se mostraba más conciliador y saludaba como “un paso” positivo la decisión de Feijóo, cuya estrategia dijo “respetar”. El líder de Vox también da por hecha la abstención de Ciudadanos y busca su voto positivo, como el de los dos diputados tránsfugas de Unión del Pueblo Navarro (UPN). En Vox hacen cuentas y ya saben que, en todo caso, obtendrían mejor resultado que en la anterior moción, cuando todos los diputados, salvo los 52 de Vox, votaron en contra.

La cuestión está en si el candidato independiente cambiará el sentido de algún voto y qué hacer en caso de no encontrarlo. El jueves, Abascal no quiso responder si él mismo volvería a presentarse. Algunos asesores se lo desaconsejan, mientras otros creen que, si nadie más está dispuesto, debe dar un paso adelante. No hacerlo supondría darse por vencido de antemano tras haber dicho públicamente que la moción de censura era “absolutamente ineludible” y una “obligación moral”. Pero su apuesta todavía no tiene quién la represente.

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