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Sánchez aprovecha la salida de Lastra para rearmar al PSOE para las elecciones

El presidente planea más cambios en la ejecutiva y en alguna portavocía parlamentaria para reforzar el partido ante las campañas de 2023

Adriana Lastra intervenía el 7 de junio en el pleno del Congreso.
Adriana Lastra intervenía el 7 de junio en el pleno del Congreso.ZIPI ARAGON (EFE)
Javier Casqueiro

Además del de presidente del Gobierno, Pedro Sánchez se ha puesto ya el traje de secretario general del PSOE en modo precampaña electoral. La salida precipitada de su número dos en el partido, Adriana Lastra, embarazada y de baja laboral, le ha facilitado ahora algunos de sus planes. Hace tiempo que el presidente no está contento con cómo funcionan la coordinación y la comunicación entre el Ejecutivo, el aparato federal de Ferraz, que controlaba Lastra, y las distintas portavocías que debían trasladar los mensajes progresistas de un Gabinete que se ha enfrentado en estos años a todo tipo de crisis externas y a constantes divergencias internas. El plan ahora es escorarse más hacia la izquierda y ponerse todos en modo campaña. Dirigentes del PSOE daban por hecho que Sánchez acometerá una reorganización de su cúpula tras el verano para rearmarse primero ante las elecciones autonómicas y locales y luego para las generales de finales de 2023.

En el PSOE, que capitanea con un dominio absoluto Pedro Sánchez, la crisis abierta por la dimisión de Lastra sorprendió pese a que muchos la esperaban. Sucedió este lunes, para sorpresa de casi todo el PSOE y de muchos miembros el Gobierno, que desconocían la intención de la vicesecretaria general de dar un paso atrás y dejar su cargo, en principio por razones personales más que justificadas.

Adriana Lastra, que ha sido uno de los apoyos fundamentales de Sánchez desde que en 2016 se lanzó a reconquistar la secretaría general del PSOE —tras aquel comité ejecutivo que lo forzó a marcharse por no aceptar la abstención para que Rajoy saliera presidente—, informó poco después de las nueve de la mañana del lunes de que dejaba de ser la número dos del partido. Y lo justificaba así: “Ante la dificultad de compaginar las exigencias de reposo y cuidados, imprescindibles en mi situación actual, con la intensidad que exige la dirección del partido”.

Lastra no detalló en el comunicado, emitido desde el PSOE pero sin el logo ni ninguna referencia a dicha formación, que está embarazada de 12 semanas. Sí especificó: “En los últimos meses, se han producido cambios importantes en mi vida personal que me exigen tranquilidad y reposo y que, en las dos últimas semanas, me han obligado a tomar una baja laboral que se va a prolongar aún un tiempo”. Luego añadió que se lo había comentado al secretario general y se guardaba un par de párrafos para agradecer su labor en estos años a sus compañeros de ejecutiva y militancia. Y acababa: “Nos encontraremos en las agrupaciones y las casas del pueblo”.

La noticia de la renuncia de Lastra sacudió rápidamente a todo el PSOE y a gran parte del Ejecutivo, que desconocían la situación. Pero más por el momento elegido para trasladar la inminente remodelación que supondrá esa salida que por su fondo, que se daba por hecho. Lastra habló con Sánchez durante el fin de semana.

El presidente, que lleva semanas barruntando los movimientos que debe hacer para reactivar al PSOE, no conocía el detalle de que la exvicesecretaria se encontraba hacía días de baja y, durante el debate sobre el estado de la nación celebrado la semana pasada, se acercó a preguntar a Santos Cerdán, el secretario de Organización y número tres del partido, por qué Lastra no estaba presente en la sala. El médico ha recomendado “tranquilidad y reposo” a Lastra, de 43 años, porque su embarazo es de riesgo. El nacimiento está previsto para noviembre y luego quiere tomarse la baja de maternidad, que podría alargar su ausencia hasta primavera de 2023, en vísperas de las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Sin tiempo para prepararlas bien. Ese es el motivo oficial.

Desde la izquierda, Cristina Narbona, presidente del PSOE; Pedro Sánchez, secretario general del partido y jefe del Ejecutivo; y Adriana Lastra, ya ex vicesecretaria general de los socialistas.
Desde la izquierda, Cristina Narbona, presidente del PSOE; Pedro Sánchez, secretario general del partido y jefe del Ejecutivo; y Adriana Lastra, ya ex vicesecretaria general de los socialistas. Luca Piergiovanni (EFE)

La cada vez más distante conexión entre Lastra y Cerdán, dos de los estandartes que sostuvieron el liderazgo de Sánchez en sus peores momentos, es la causa que esgrimen la mayoría de las fuentes socialistas consultadas para explicar su salida ahora. Una lucha, por otra parte, clásica de reparto de poder en la cadena de mando del partido. La vicesecretaría general del PSOE solía ser un cargo de representación política en nombre y en ausencia del líder. Sin poder orgánico real, que ostentaba el secretario de Organización. Cuando Sánchez decidió en la crisis política de hace un año restarle a Lastra la función de portavoz del grupo parlamentario, se abrió una disputa interna que pareció terminar en octubre pasado con el 40º Congreso de Valencia, donde ella logró extender su influencia sobre el departamento de comunicación y las funciones de las portavocías. Cerdán, que llevaba esas tareas desde la etapa de José Luis Ábalos, nunca aceptó bien lo que se tomó como una invasión de sus competencias.

Las razones personales que expuso Lastra este lunes y que comprendieron y justificaron muchos ministros, ministras y compañeros de partido, no fueron suficientes para que rivales políticas de otras formaciones cuestionaran el mensaje a su entender negativo que esa baja podría suponer para mujeres que están en una situación similar y no dimiten de sus puestos de responsabilidad. Dirigentes del PP o de Vox aprovecharon para insinuar que la renuncia era en realidad un cese encubierto. Sánchez tardó pocos minutos en reaccionar y publicó un tuit en su cuenta oficial en el que calificó a Lastra de “socialista ejemplar”, le agradeció su compromiso y entrega y acababa así: “Seguiremos trabajando juntos”. A algunos socialistas les pareció un mensaje algo frío.

Además, Lastra, que ha acaparado mucho poder en el PSOE por su proximidad y confianza con Sánchez, también ha ido dejando un reguero de enemigos internos que no entienden el momento ni la necesidad de esta crisis y critican su inoportunidad, siempre desde el anonimato. Esos críticos no comparten que se haya vuelto “a poner el foco sobre problemas orgánicos cuando el presidente había logrado darle la vuelta al escenario con su intervención en el debate de la nación y su papel en la cumbre de la OTAN”.

“El partido no puede estar descabezado, hay que prepararse para las próximas contiendas, hay muchas plazas y poder que defender y hay que salir al paso y responder a las posiciones del falso moderado que es Alberto Núñez Feijóo”, sostiene un socialista con buenas conexiones con La Moncloa para argumentar la necesidad de que el presidente designe cuanto antes a una persona para “enderezar con autoridad” de nuevo el PSOE.

El presidente tiene las dos próximas semanas muy ocupadas y con la agenda repleta de actos y viajes, por lo que se considera difícil (que no imposible) que convoque una ejecutiva federal para proponer nuevos nombres para puestos clave. Sánchez sí había avisado recientemente de que las disfunciones internas tenían que parar y arreglarse, porque coinciden con las divergencias cada vez más aireadas con su socio en la coalición de Gobierno, Unidas Podemos, con el impulso del nuevo proyecto de Yolanda Díaz, y con un incierto panorama económico, en España y a nivel internacional. Y 2023 será un año muy electoral.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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