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El incendio en la comarca cacereña de Las Hurdes sigue sin control tras el desalojo de 400 personas

Las llamas han saltado de Extremadura a Salamanca y han carbonizado unas 3.500 hectáreas

Los bomberos tratan de combatir el fuego declarado el lunes en la localidad de El Ladrillar (Cáceres). Foto: (EFE/MINISTERIO DE DEFENSA) | Vídeo: EPV
Juan Navarro
Nuñomoral (Cáceres) -

Las altísimas temperaturas, el intenso viento y la sequía de los terrenos están alimentando el incendio sin control en el norte de Cáceres, en la comarca de Las Hurdes, que ha provocado el desalojo de cientos de vecinos de diferentes localidades desde que comenzó el fuego este lunes por la tarde. Las llamas han saltado a la provincia de Salamanca, donde los vecinos de varios municipios del sur están abandonando sus viviendas ante la proximidad de los frentes. Castilla y León ha solicitado la ayuda de la Unidad Militar de Emergencias (UME) para reforzar sus dispositivos forestales. El fuego afecta hasta el momento a más de 2.500 hectáreas en Extremadura y a unas 1.000 de Salamanca, según ha informado la consejera de Agricultura de Extremadura, Begoña García Bernal. Unas 400 personas de seis localidades han sido trasladadas hasta Montehermoso (Cáceres), Ciudad Rodrigo (Salamanca) y casas particulares, según la titular de Agricultura extremeña. Cuatro bomberos han sido atendidos por lesiones de pequeña importancia y no han trascendido daños a viviendas, salvo a algunos corralones.

El área de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura (PSOE) ha informado de que el calor, la escasa humedad y las ráfagas conllevan una “compleja extinción” del incendio de Ladrillar, declarado de nivel 2 sobre 3 de alerta, y traducida en el desalojo preventivo de unos 400 residentes de los municipios cacereños de Ladrillar y su alquería de Cabezo; las pedanías de Aceitunilla y Batuequillas, dependientes de Nuñomoral, y la alquería de Horcajo, dependiente de Pinofranqueado. Según estas autoridades, este incendio ha quemado más de 2.500 hectáreas y que se ha propagado a la provincia de Salamanca. La Junta de Castilla y León (PP) ha indicado que hay unas 1.000 hectáreas quemadas en Monsagro, donde ha sido evacuado medio millar de habitantes, mientras que en Candelario el fuego ha arrasado otras 500 hectáreas. Estos incendios también reciben nivel 2 por los múltiples focos desatados.

Las previsiones apuntan a una bajada de temperaturas nocturnas y que amainen los vientos para que las brigadas terrestres puedan actuar mientras las aéreas esperarán al amanecer. Los focos han causado largas columnas de humo que dificultan la visibilidad de los hidroaviones.

Tres jefes de bomberos despliegan mapas en uno de los pocos resquicios de sombra que ofrece Vega de Coria (Cáceres). Los responsables del equipo que espera instrucciones comparan esa minuciosa cartografía con el GPS de una tableta y trazan el plan de actuación. Los cabecillas han marcado puntos de agua, ubicado los cortafuegos y definido picos de esta zona montañosa del norte extremeño. “Lo negro es el perímetro del incendio”, detallan a las dos decenas de colegas. “Otros compañeros han tenido un pequeño susto y una zona se ha descontrolado”, avisan al conjunto, que tiene a su espalda una extensa columna de humo visible desde las carreteras a muchos kilómetros. El calor y el viento agravan el incendio y dan fuerza a su último aviso antes de enfrentarse a las llamas: “El objetivo principal es nuestra seguridad y luego haremos lo que podamos”.

El convoy parte por las estrechas carreteras de estos parajes próximos a la sierra de Francia, entre Cáceres y Salamanca, dos provincias afectadas por el fuego desatado este lunes por la tarde tras una tormenta eléctrica. Los más de 40 grados que se han registrado este martes han resecado los terrenos, de orografía compleja, y han permitido que los frentes se expandan y amenacen a varias localidades. El silencio tenso de la zona solo lo interrumpen las aspas de los hidroaviones y los vehículos de los bomberos o de la Guardia Civil, que impiden el acceso a los pueblos evacuados.

Mientras los especialistas trabajan con sus mangueras y sus cortafuegos, los extremeños y salmantinos esperan noticias con resignación. Martín Martín, de 68 años, conversa con los guardias civiles que impiden el acceso a Aceitunilla. Este bombero jubilado mira al monte, donde se aprecian amplias áreas negras e incipientes volutas de humo gris que se olfatea en función de la dirección del viento. “El fuego está a un kilómetro, pero creemos que no va a venir por la dirección del viento”, vaticina este viejo soldado contra el fuego. La sequía y los más de 42 grados de estos días, con noches que no refrescan los suelos, y bosques con muchos matorrales descontrolados propician según sus palabras que estos episodios se acrecienten. El temor principal viene de los ganaderos con el pasto de sus animales en riesgo, aunque de momento no constan daños materiales ni personales. Los negocios que viven de los parajes naturales de Las Hurdes aguardan noticias con tensión, como Janet Aznar, de 25 años, que ha acudido a los guardias para saber novedades sobre el incendio que provoca miedo en los usuarios del camping que regenta su familia: “¿Qué tal todo por ahí arriba?”.

El bar Sagitario de Nuñomoral, a un kilómetro de ese cruce, sirve de foro para comentar el fuego. Elvira Iglesias, de 82 años, comenta que desde su ventana veía ese fuego “que es un temor” y que desencadenó su desalojo. Ahora aguarda en casa de un familiar a que le permitan regresar al hogar y volver a ver, cuanto antes, cielos despejados sin el humo que tizna los cielos.



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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.

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