Los exabruptos del vicepresidente de Vox en Castilla y León torpedean la estrategia de perfil bajo del PP en la campaña andaluza
Las polémicas declaraciones contra el aborto y sobre una diputada socialista con discapacidad vertidas por el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, desconciertan a los populares, que piden en privado al partido de Abascal evitar las polémicas
El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, lleva semanas practicando una política de “perfil bajo”, según reconocen en su entorno, para dar “normalidad” a su pacto de Gobierno con Vox y evitar que este perjudique las opciones del PP en las elecciones en Andalucía del próximo 19 de junio. Mañueco, que habla a menudo con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, sabe que a su colega en la Junta andaluza, Juan Manuel Moreno Bonilla, no le beneficia que la coalición con la extrema derecha en Castilla y León cobre protagonismo como posible precedente de Andalucía, porque el presidente andaluz aspira a atraer a un electorado amplio y moderado. Pero el vicepresidente de Vox en Castilla y León, Juan García-Gallardo, ha torpedeado esa estrategia de los populares al incendiar la precampaña con unas polémicas declaraciones contra el aborto y sobre una procuradora socialista con discapacidad. El Gallardazo incomoda y preocupa en el PP, que ha reclamado en privado a sus socios que rebajen el tono.
A pesar de los casi 600 kilómetros que separan Valladolid de Sevilla, la sesión de control en las Cortes de Castilla y León celebrada el martes resonó con fuerza en la sede andaluza del PP. También en la calle Génova. El vicepresidente de Castilla y León, que el PP creía más moderado que otros dirigentes del partido ultra, escandalizó a sus socios populares por el contenido y las formas de sus respuestas a la oposición. García-Gallardo se refirió a las leyes del aborto y la eutanasia como leyes de la “muerte” y afirmó que la izquierda “invita a los padres a triturar en el vientre de las madres a quienes tienen discapacidad”. Además, menospreció a una procuradora socialista con discapacidad, a la que dijo que no iba a tratar “con condescendencia”, sino “como si fuera una persona como todas las demás, y no como hace su equipo”. Gallardo no abandonó el miércoles el tono faltón y lo utilizó también contra la prensa. “Son ustedes una vergüenza para España”, espetó a un periodista de La Sexta que le preguntó por sus declaraciones del día anterior.
El episodio preocupa en el PP, consciente de que lastra su imagen y también la estrategia de moderación de Moreno Bonilla para las elecciones del 19 de junio. “El problema es que esto nos mete en el mismo saco y daña la imagen del Gobierno y de la comunidad”, reconocen fuentes gubernamentales en Castilla y León, inquietas por la viabilidad del pacto con la extrema derecha a largo plazo. “Cuatro años así no se puede estar”, admiten en el partido.
Vox ha incumplido el acuerdo tácito con el PP para evitar las polémicas antes de las andaluzas, y los populares sospechan que responde a una estrategia del partido de Abascal para diferenciarse del PP y captar foco en la precampaña. “En política no hay sorpresas, hay sorprendidos”, apuntan fuentes de la cúpula del PP. “Los dirigentes territoriales de Vox son autómatas que responden a directrices nacionales. Elevar la temperatura y la tensión de esta forma tiene que ver con Andalucía”, analizan.
La salida de tono de García-Gallardo ha impactado de lleno en la precampaña andaluza, y el candidato del PP a la reelección, Juan Manuel Moreno Bonilla, reclamó el miércoles “respeto” y “tolerancia” en política, al ser preguntado por el socio de Mañueco. El PP optó por desmarcarse de forma sutil, sin abrir una bronca con sus aliados. Alberto Núñez Feijóo dejó ver su incomodidad con las declaraciones del vicepresidente de Castilla y León, pero evitó condenarlas de forma explícita, justificándose en que no las conocía en profundidad. Dijo que le parecían “sorprendentes”. Mañueco, por su parte, evitó censurarlas: “Yo apoyo al Gobierno de Castilla y León”, se limitó a decir.
Feijóo no se opuso en su momento al pacto de Gobierno de Castilla y León entre el PP y Vox, pero no le gustó cómo negoció Alfonso Fernández Mañueco con la extrema derecha. El acuerdo “tiene margen de mejora”, afirman en el equipo del líder de los populares, donde consideran que Vox logró un pacto demasiado ventajoso, con la presidencia de las Cortes a cambio de nada. El líder popular quiso marcar distancias y no acudió a la toma de posesión de Mañueco, aunque al mismo tiempo ha respaldado el pacto porque da “estabilidad” a Castilla y León.
El problema para el PP es que Vox quiere replicar ese acuerdo en Andalucía y concurre a las elecciones del 19 de junio con una candidata fuerte, Macarena Olona, con la que prevé un buen resultado. Un posible pacto con Vox compromete la estrategia de moderación de Juan Manuel Moreno Bonilla y de Feijóo; ambos buscan ampliar su base electoral captando votantes en el centroizquierda, ya que los de Abascal frenan el crecimiento del PP hacia su derecha. El PP andaluz asegura que tiene en estos momentos una transferencia de hasta un 10% de electorado que votó al PSOE en las últimas elecciones. De ahí que el presidente andaluz haya lanzado un mensaje contundente en precampaña sobre la posibilidad de que se repitan las elecciones si Vox no transige y acepta apoyarle desde fuera del Gobierno, en caso de que su respaldo sea necesario.
Pero Vox aparece en escena con la intención de no ponérselo fácil al PP. Los populares han pedido en privado a sus socios que eviten las polémicas y rebajen el tono, aunque de momento García-Gallardo no frena. En el cuartel de campaña del PP en Andalucía constatan que los ultras crecen. Su objetivo es evitar que rebasen los 20 escaños y reclamen la entrada en el próximo Ejecutivo andaluz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.