La doble cara del sospechoso de las muertes de hombres en Bilbao
La madre de la novia del detenido, que lo empleaba en su negocio, lo describe como “bueno, callado y trabajador”. El juez ordena su ingreso en prisión
Nelson David M. B., de 25 años, detenido desde el jueves, quedó a disposición judicial en Bilbao a las 10.00 del sábado. Poco después abría la tienda de pollos asados de Irún donde Nelson trabajaba de recadero desde hacía dos meses, propiedad de Mónica, la madre de su novia. La policía considera a este colombiano sin papeles, llegado a España hace tres años, el principal sospechoso de la cadena de hasta cuatro muertes de hombres por el método de drogarlos hasta la muerte con éxtasis líquido, siempre en el centro de Bilbao. Mónica, a las doce de la mañana, en medio de un trajín de clientes y de pedidos, aseguraba que el novio de su hija es un chico “bueno, callado, trabajador y humilde”, y no concibe que el asesino del que habla todo el mundo en Bilbao, todas las televisiones y todos los periódicos, pueda ser él. Tampoco su hija, la novia de Nelson David, que puntualmente reside en Murcia. “Ella ve la televisión y no sabe de quién hablan. Está tomando calmantes y viendo a un psicólogo”, dice su madre. Ninguna de las dos mujeres se imagina a Nelson llevando una doble vida. El juez, el sábado, a las tres de la tarde, decidió enviarlo a prisión.
El sospechoso se había entregado el jueves por la noche en una comisaría de Irún, la que le quedaba más cerca de casa. Lo hizo después de que su nombre y su foto, de frente y con una camiseta amarilla, circulase desde ese día por la mañana por varios medios de comunicación y saltase luego a las redes sociales. “Se vio en la foto y me llamó”, cuenta Mónica. “Y me preguntó: ‘¿Qué hago?’ Y yo le recomendé: ‘Si no tienes nada que ocultar, levántate y da la cara’. Y me respondió: ‘Me cambio, llamo a mi madre y voy”. En un principio, aseguró ante la Ertzaintza que él no era el tipo que buscaban y añadió que quería colaborar con la justicia.
El caso, complejo desde el punto de vista policial y judicial, comenzó a armarse a partir del 18 de octubre. Ese día moría en su casa de Bilbao un profesor de piano de 43 años, aparentemente, de muerte natural. En el conservatorio Juan Cristónomo de Arriaga donde trabajaba, en el barrio de Sarriko, en Bilbao, se colocó, por aquellos días, un pequeño altar a la entrada en su homenaje. Nadie sospechó que había algo detrás de su muerte, más allá de la mala suerte de una enfermedad repentina. Su hermano, sin embargo, unos días después del fallecimiento, comprobó que la cuenta corriente del profesor de música estaba siendo desvalijada. Puso la información en manos de la Policía, que, a su vez, entre otras investigaciones, encargó un análisis exhaustivo de la sangre del cadáver. Se encontraron restos de éxtasis líquido, una droga que mezclada con el alcohol y dependiendo de las dosis, puede llegar a causar la pérdida de consciencia y, en ocasiones, la muerte. La Ertzaintza decidió comenzar a investigar tres muertes más de tres hombres ocurridas en el centro de Bilbao, hasta entonces catalogadas como fallecimientos naturales.
Por entonces, según la madre de la novia de Nelson David, este ya salía con su hija, a la que había conocido en el verano. La Policía no empezó a relacionarlo con los crímenes investigados hasta diciembre. Fue entonces cuando un hombre de mediana edad denunció un intento de asesinato tras quedar en su casa con otro hombre por medio de una aplicación de contactos entre gais. El agresor trató de estrangularlo. El otro se resistió. Hubo un forcejeo y el agresor acabó huyendo. Al escapar se dejó la mochila, que contenía un frasco con éxtasis líquido y documentación que, al parecer, pertenecía o estaba relacionada con Nelson David. La investigación policial se desarrolló sin que nada trascendiera hasta que el 28 de abril todo se precipitó: el diario El Correo publicaba algunos pormenores del caso.
Al momento saltó la alarma entre los colectivos gais, y en especial entre los hombres que emplean las aplicaciones de Grindr o Wapo para ligar, las utilizadas en principio por el asesino. Las visitas a páginas web de los colectivos LGTBI donde se incluían consejos para mejorar la seguridad en caso de utilizar estas aplicaciones se dispararon. En las redes sociales circularon críticas sobre la lentitud de la Ertzaintza en informar de los crímenes y el posible peligro que este retraso podía generar. Íñigo Lamarka, actual letrado de las Juntas Generales de Gipuzkoa, antiguo Defensor del Pueblo Vasco y veterano activista del movimiento gay, es una de estas personas que, ocasionalmente, usa este tipo de contactos. “Cuando me enteré del caso, pues me asusté. Y sé de mucha gente a los que se les puso la piel de gallina. Es evidente. Porque lo primero que piensas es que podría haberte pasado a ti. Y lo segundo que piensas tiene que ver con la incredulidad: la historia es como para no creértela. Pero ha pasado. Y si ha pasado, puede volver a pasar. El miedo, me parece, no se ha ido del todo”.
Por entonces, Nelson David ya se había mudado a Irún. Antes había vivido, según la Ertzaintza, en Sarriko, el barrio del conservatorio del profesor de piano asesinado. Los vecinos de la zona acogían esta semana la noticia con una mezcla de asombro y sorpresa. Una dependienta de una farmacia cercana al conservatorio aseguraba haberlo atendido alguna vez. Y las dos mujeres de una panadería situada no muy lejos también lo reconocen en la foto. Pero nadie estaba seguro.
La Ertzaintza interrogó a Nelson David durante todo el viernes. Registró el piso compartido con otra persona en el que vivía en Irún, utilizando perros adiestrados para encontrar drogas. Poco después de que se efectuara el registro, el vice lehendakari primero y consejero de Seguridad del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, confirmaba en una comparecencia pública destinada, entre otras cosas, “a tranquilizar a la sociedad y al colectivo LGTBI en particular”, que la Policía analiza, además de las cuatro muertes, dos tentativas de asesinato. Una de estas intentonas es la que produjo la denuncia del hombre al que el supuesto asesino en serie quiso estrangular. La otra no se conocía hasta el viernes. Es decir: hay dos personas capaces de identificar al criminal. Erkoreka añadió, sin dar nombres o acusar a Nelson David, que es posible que existan más casos fuera del País Vasco. Y apeló a la prudencia y a la paciencia, dado lo intrincado de la rareza de la investigación y a la multitud de cabos sueltos que aún quedan por aclarar.
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