La voz callada de los grandes jefes del narco en el Estrecho
El juicio contra los Castaña revela los tentáculos de una organización que enredó a policías, mientras las defensas intentan invalidar pruebas
La voz de Antonio Tejón, Castaña, considerado uno de los reyes del hachís en el Estrecho junto a su hermano Francisco, suena apagada y triste en la megafonía de la sala de vistas. “Soy inocente, lo que están haciendo conmigo es una injusticia. No tengo nada que ver con todos los que están sentados ahí en el banquillo”, anuncia, antes de acogerse a su derecho a no declarar ante el tribunal. El tono, casi calcado luego por su hermano cuando avisa que él tampoco hablará, contrasta con la imagen de unos capos poderosos capaces de ganarse la confianza de los proveedores marroquíes para mover lanchas atestadas de fardos de hachís, de comprar la voluntad de policías, y de financiar caprichos y fiestas con tan solo descolgar un teléfono.
La fiscal antidroga del Campo de Gibraltar, Macarena Arroyo, pide 20 años de prisión y cuatro millones de euros de multa para ambos hermanos, acusados, como jefes de la banda, de delitos contra la salud pública, receptación y tenencia ilícita de armas. Junto con ellos se sientan en el banquillo otras 14 personas, miembros del grupo, para los que se piden 11 años de cárcel. En el banquillo de la sede de Algeciras de la Audiencia Provincial de Cádiz faltaba un encausado más, David M. G., acusado de vigilar una guardería de droga. Ha fallecido esta semana por causas naturales.
El juicio es el fruto de dos años de investigación, entre 2015 y 2016, a base de seguimientos y escuchas telefónicas que retratan los tentáculos de la organización de narcotraficantes más poderosa del Estrecho, según sostiene la Fiscalía Antidroga del Campo de Gibraltar. La mayoría de los acusados se ha acogido a su derecho de no declarar, confiados en que prospere su estrategia de salir absueltos por la nulidad de los pinchazos y otras supuestas irregularidades que han planteado sus defensas. Sin embargo, las respuestas de tres supuestos miembros de la banda —los policías nacionales Luis B. B. y Moisés B. B., hermanos, y el policía local Javier Z. B.— han servido para reconstruir una parte de esa vida de opulencia que quedó al descubierto en la operación Ronal. En una de las escuchas, el agente Luis B. B. llega a reconocer: “Odio el tráfico de drogas, pero mi mejor amigo es el mayor traficante de La Línea de la Concepción”. Y en otra bromea: “Isco tiene carreras, concretamente las que da por la playa”. Este viernes, el policía, con tono chulesco hacia la Fiscalía, ha negado recordar ambas aseveraciones y ha asegurado que muchas de ellas son solo “burradas, bromas íntimas”.
Una de esos chascarrillos incluidos en la causa hace referencia a las prostitutas que Tejón supuestamente pagó para una fiesta en Gibraltar un viernes de junio de 2016. En ella, los hermanos policías Moisés y Luis no dudan en acudir acompañados por Francisco Tejón a un encuentro en el que se despedía a un compañero subinspector que se marchaba de La Línea. Los tres agentes han reconocido ser amigos de la infancia de Isco Tejón, unos lazos que se “estrecharon”, como ha reconocido Moisés, después de que los tres coincidiesen con asiduidad para entrenar en un gimnasio del centro de La Línea y de que saliesen de fiesta en varias ocasiones.
De paso, han dejado al descubierto la forma de ser de cada uno de los hermanos. El mayor, más extrovertido y fiestero —fue el mismo que protagonizó un videoclip de reguetón mientras estaba huido en 2018—, Antonio es una persona mucho más casera. “No es persona de salir de fiesta, es muy tranquilo”, ha explicado el mismo policía, ahora apartado del cuerpo. Lo que sí han negado los tres es haber colaborado con ellos en sus movimientos de droga, pese a que la Fiscalía asegura que se beneficiaron de invitaciones a fiestas, a cambio de “informar de la organización de la actividad de la policía”. “Están acusando a estos señores de una organización criminal que maneja 30 millones de euros. ¿Yo que soy, el tonto? ¿Qué dádiva me han dado para poner en riesgo mi carrera profesional y avergonzar a mi padre?”, se ha preguntado Moisés al borde del llanto.
El subinspector agasajado con la fiesta en Gibraltar en 2016 es ahora uno de los testigos que la Fiscalía llamará a declarar en las próximas sesiones de mayo y junio. La pertinencia o no de estos testimonios propuestos por la Fiscalía —en principio eran 15, pero se han quedado en cinco— ha enredado el debate. En el arranque de la sesión de este viernes, los abogados de los 16 acusados se han mostrado especialmente beligerantes para tratar sin éxito de invalidarlos. Gonzalo Boye, abogado de Isco Tejón, ha llegado a apuntar que el procedimiento “está plagado de escuchas telefónicas ilegales” y ha asegurado que presentará una queja contra el fiscal jefe de Algeciras, Juan Cisneros, por “criminalizarles”, después que este acusase a las defensas de interpretar de forma “torticera” las normas procesales por pedir el aplazamiento de la causa por a enfermedad de una letrada.
La operación Ronal es, tan solo, la primera de las grandes operaciones que ahora cercan judicialmente a una banda a la que la policía incluso ha llegado a acusar —en este caso, al lugarteniente de los hermanos Samuel Crespo— de colaborar con la mafia calabresa de la ‘Ndrangheta. En las próximas sesiones, que se celebrarán a lo largo de los meses de mayo y junio, la clave será demostrar si los hermanos Antonio e Isco estaban detrás de los tres alijos —uno no intervenido— que se les imputan en este caso. De esa primera causa se ha separado otra de blanqueo, en la que se debe juzgar esa vida de opulencia de los hermanos Tejón, hasta el extremo de que a Isco se le atribuye la titularidad de más de 10 empresas —de una de intercambio de parejas a un punto limpio o una clínica de estética—, pese a no tener vida laboral conocida.
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