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CRISIS EN EL PP
Columna
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García Egea se vuelve gallego en la tele

El ex secretario general del PP despeja preguntas y adopta un papel templado que va poco con su carácter y con su trayectoria al frente del partido

El secretario general del Partido Popular, Teodoro García-Egea, sale de la sede del partido en la calle Génova, el 22 de febrero de 2022.Vídeo: ÓSCAR J.BARROSO/AFP7 (EUROPA PRESS)
Antonio Jiménez Barca

A Teodoro García Egea, el ya ex secretario general del PP, le preguntó Ana Pastor durante la noche de este martes en El Objetivo, de La Sexta, sobre Miguel Ángel Rodríguez, la mano derecha de Isabel Díaz Ayuso y muñidor en la sombra, y se enredó con la respuesta. Se hizo un lío García Egea para no traicionarse y decir nada más allá de lo que tenía pensado —que era muy muy poco— y habló enrevesadamente de límites y de personas sin límites. Pastor le contrapreguntó:

—¿Pero qué quiere decir?

—Que me estoy volviendo gallego.

El en otro tiempo ultrapoderoso número dos del PP, un tipo de carácter, algo chulesco a veces, sin miedo a los conflictos, amigo de viajar de bronca en bronca en su propio partido, acudió este martes a una entrevista que se antojaba explosiva, en el papel de tipo templado y conciliador, de buena persona. A saber. Sentado en un sillón blanco, con la chaqueta azul algo arrugada y la voz muy medida, se esforzó en despejar pregunta tras pregunta como si aquí no hubiese pasado nada, como si no lleváramos cinco días hablando de lo mismo, como si el PP no se hubiera hecho el harakiri en directo. García Egea fue a La Sexta, la noche de su dimisión, del día más amargo de toda su carrera, traicionado por casi todos, solo y abandonado, para tratar de no decir nada, para no acusar a nadie: para pedir cariño. Si alguien quería que Egea fuera Egea, se equivocó de día. Tenso, acobardado, dubitativo, con media sonrisa, hasta daba pena a veces, cuando miraba al suelo buscando las palabras justas para conseguir no decir nada de nuevo.

El tipo echado para adelante, al que le gusta medirse cada vez que sale a correr, el que compite hasta lanzando huesos de aceituna, ambicioso y seguro de sí mismo, este martes era otro, vestido con el traje del perdedor. Aseguró que creía a Díaz Ayuso, hasta la elogió varias veces. Y según sus palabras, lo que ha vivido el PP en los últimos días no ha sido una guerra civil ni una batalla total, sino una suerte de relevo consensuado hecho con las maneras galantes del amor cortés. Manifestó incluso, en un impulso algo sadomasoquista —aunque le temblara un poco la voz— que comprendía a todos los compañeros que le habían dado la espalda. Incluso reveló que el domingo por la mañana, mientras 3.000 personas se manifestaban contra él en Génova 13, él pasaba un poco porque estaba con sus hijos en el parque.

Confesó varias veces que el trabajo de secretario general consistía en ser el malo de la película. En ese papel era mucho más creíble que el que desempeñó ayer, el de bueno del cuento, o el del gallego. A Ana Pastor le faltó una última pregunta: ¿Para qué ha venido usted aquí?

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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