Feijóo, Page, Mañueco y Puig piden más participación autonómica sobre financiación y fondos europeos
El Foro La Toja de los presidentes autonómicos del PP y el PSOE corrobora las diferencias entre la España mediterránea y menos poblada
El debate entre presidentes autonómicos del PP y del PSOE en la tercera edición del Foro La Toja Vínculo Atlántico corroboró que mantienen muchas posiciones comunes, sobre la validez y éxito del Estado autonómico durante las peores fases de la pandemia y su reclamación genérica de una reforma del sistema de financiación vigente. Los presidentes de Galicia y Castilla-León, los populares Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Fernández Mañueco, y los de la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, los socialistas Ximo Puig y Emiliano García-Page, también coincidieron en pedir que se les escuche más desde el Gobierno central, en concreto desde el Ministerio de Hacienda, tanto para negociar el reparto de los dineros estatales como de los fondos europeos para el plan de recuperación. Los matices y las diferencias se plasmaron entre la España mediterránea y la interior y también menos poblada.
La foto oficial, sin embargo, mostró este jueves en A Toxa, otra vez, un debate “tranquilo” entre lo que los propios protagonistas catalogan sin rubores partidistas como un grupo de “amigos”. Todos señalaron, además, que el Estado de las Autonomías con que se definió España hace 40 años en su actual Constitución “es una historia de éxito” que “ha funcionado” durante lo peor de la pandemia.
Al gallego Feijóo siempre le gusta destacar, en estos debates, que él no es solo un presidente autonómico sino “el representante ordinario del Estado” en su comunidad y como “parte del Estado” aprovecha para reclamar siempre que puede más participación en las cuestiones fundamentales que afectan a todos frente al que tildó como “aburrido puente aéreo entre Madrid y Barcelona”, que es cómo pone en cuestión las negociaciones “oscuras” y los peajes “poco transparentes” que achaca al Ejecutivo de Pedro Sánchez con los partidos nacionalistas, de Cataluña y País Vasco.
Ximo Puig comparte los logros del modelo autonómico, pero quiere más. El presidente de la Generalitat valenciana propugnó este jueves desde Galicia la actualización y renovación de los pactos de Estado de La Moncloa “pero de otra manera”, con mayor presencia ahora y colaboración en su fundación de los presidentes autonómicos. Puig incidió durante todo su discurso, de distintas formas, en su aspiración de “capilarizar” ahora, 40 años después, una “España descentralizada”, en la que tuviera todo el sentido por ejemplo que el Instituto Oceanográfico Nacional no se hubiera trasladado a Madrid y pudiera estar en Vigo o que la sede de Navantia se pudiera asentar en Ferrol. Feijóo se entusiasmó con esa idea y hasta utilizó el ejemplo de Portugal, “siempre inteligente”, para remarcar que en ese país el trayecto que han elegido para el AVE sube y pasa por Galicia o para glosar las virtudes de su ley electoral, que prima a los partidos ganadores para la elección de los alcaldes y permite que la población se vaya a la cama en las jornadas electorales sabiendo antes quién va a ser su regidor.
“Cogobernanza real”
Los presidentes estuvieron bastante de acuerdo en demandar del Estado central más participación y “cogobernanza real” en la toma de decisiones, y en concreto en todo lo relacionado con el sistema de financiación, pero también en el funcionamiento del Consejo de Política Fiscal y Financiera, en las conferencias sectoriales, la elaboración de la agenda de las conferencias de presidentes del Senado y, muy especialmente, el reparto de los fondos europeos previstos para la recuperación del país tras la pandemia. Todos los presidentes confesaron que desde Hacienda no se les ha llamado para colaborar en el diseño del nuevo modelo de financiación, que el Ministerio querría tener esbozado antes de que acabe el año.
Puig, pese al buen tono de la charla, quiso dejar algunas matizaciones a sus planteamientos para el futuro nuevo modelo de financiación que suelen provocar polémica, especialmente con Madrid. El presidente valenciano defiende que la discusión “no es una guerra entre territorios”, pero mantiene que en España ahora “hay asimetrías” que no permiten prestar los mismos servicios públicos “con igualdad de oportunidades”. Esas alusiones siempre se interpretan mal en la Comunidad de Madrid que preside la popular Isabel Díaz Ayuso, porque Puig las suele acompañar de sus propuestas para acabar con otros “dumpings” madrileños. El dirigente socialista apuntilló ahí que su comunidad padece una diferencia a la baja de doce puntos básicos sobre la renta media nacional y concluyó: “Algo no hacemos bien”.
Page destacó, de entrada, la anomalía de que los presidentes autonómicos sean capaces de acordar más cosas que sus partidos a nivel nacional en el Parlamento y sobre los fondos aportados en estos tiempos a las autonomías añadió una propuesta y un aviso. El presidente castellanomanchego pidió al Ejecutivo de Pedro Sánchez que prorrogue hasta la implantación del nuevo sistema de financiación la partida de 16.000 millones de euros al año de los llamados fondos covid para las autonomías, que fue la que recibieron este año en estas circunstancias tan excepcionales. La advertencia que concedió es que los fondos europeos no serán un regalo, porque las próximas generaciones tendrán que pagarlos y devolverlos, y apostó por dedicarlos a cuestiones puntuales para salir de esta crisis, pero sin estabilizarlos como gastos permanentes para el futuro. El discurso de García-Page frente a Madrid no fue tan exigente como el de Puig, pero sí constató que el presupuesto que mueve anualmente el aeropuerto de Barajas es el 12% de la economía de esa comunidad y bromeó con la hipótesis de que podría instalarse en Ávila o incluso mejor en su territorio, “que es más llano”.
Mañueco, que siempre en este tipo de foros y conferencias es el más moderado y menos polémico, pidió “lealtad” con la España interior y ofreció el modelo de negociación de la Política Agraria Común (la PAC) entre las autonomías y el Ministerio de Agricultura como el más participativo para discutir ahora de dinero y de los fondos europeos. Feijóo quiso rebajar el tono de las reclamaciones frente a Madrid y abogó por eliminar el impuesto de Patrimonio, que esa comunidad ya no tiene, porque piensa no compensa esa lucha y porque esos ingresos (2.500 millones de euros en toda España) se podrían repercutir en otros tributos, como el IVA o el IRPF.
Page compró parte de esa idea, pero indicó la contradicción que podría poner en peligro el país si muchos presidentes autonómicos defienden al mismo tiempo eliminar más impuestos y exigir más ingresos al Estado. Y planteó más cohesión y concertación en el reparto del dinero público y algunas correcciones en los criterios que quieren imponer las comunidades más pobladas, en general las del mediterráneo, para primar el número de habitantes. El presidente de Castilla-La Mancha expuso el caso de lo que le cuesta a su autonomía prestar servicios sanitarios y educativos en Molina de Aragón (Guadalajara, 7.000 personas) que en Toledo capital (85.000): cuatro veces más. Y demandó “una aproximación sensata” hacia dónde vive la gente ante la evidencia de cómo ha crecido exponencialmente la población en la costa este del país. Puig no aceptó esas tesis, rebatió que su comunidad se pueda considerar “rica” y precisó, frente a las reclamaciones de la España interior de Mañueco y Page, que ahora “todo se puede medir” y corregir, pero sin tantas diferencias como las actuales.
La moderadora del debate, la periodista Pilar Cernuda, les sugirió a los cuatro presidentes el reto de poner un titular breve de sus reclamaciones concretas al presidente Sánchez. No era fácil y no se consiguió. Los mandatarios regionales volvieron a desarrollar largas exposiciones. Page pidió al secretario general de su partido y presidente “que haga en España lo que pide en Europa” y que “aplique a los independentistas la medicina que yo sé que puede”. Feijóo, además señalar a la inteligencia de Portugal para resolver conflictos, solicitó “rigor, en todo, y que deje la política para otras cosas”. Puig querría “participar más de las decisiones” y Mañueco resumió: “Que lo que es de todos entre todos lo tenemos que discutir, que se acuerden más cosas y se mire al interior de España, que siempre le ha ido bien al país”.
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