“En Ibiza es prácticamente imposible independizarte”
Algunas agencias ofrecen ya alquileres a precios asequibles solo para ibicencos para contrarrestar la burbuja inmobiliaria en el municipio más densamente poblado de Baleares
Noemí Martinez llegó a Ibiza desde Villarcayo (Burgos) hace cuatro años con un contrato de trabajo bajo el brazo. Vivió con una conocida en un apartamento de una sola estancia que compartían tres personas, luego en una habitación por la que pagaba 700 euros sin gastos. “Cobraba 1.400 euros y sacaba 900 euros a primeros de mes, no llegaba nunca con dinero”. Ha habitado “cajas de cerillas” y pisos donde el titular subarrendaba a precios abusivos. En octubre encontró una casa de campo, con la que se fue a vivir con una compañera, por 500 al mes. “Es inviable vivir sola. Aquí la gente de 50 años comparte piso, los precios no bajan y te desesperas. Al final, te acabas marchando”, concluye.
El municipio de Ibiza, popularmente llamado Vila para distinguirlo de la isla, es el más densamente poblado de Baleares con 51.128 habitantes repartidos en poco más de 11 kilómetros cuadrados y una densidad de población de casi 4.600 personas por kilómetro cuadrado. A más personas en un territorio limitado por el mar, menor oferta de vivienda residencial. Ahí es donde muchos aprovechan para comerse su parte del pastel incrementando los precios hasta límites inasumibles. El precio de la vivienda en el municipio alcanzó los 4.887 euros el metro cuadrado en julio de este año, según el informe de precios de la vivienda del portal inmobiliario Idealista. “Pocos ibicencos piensan en comprarse un piso con estos precios. Hacer vivienda pública no es la única solución, hay que combatir la oferta turística ilegal que pervierte el equilibrio de la convivencia”, sostiene el alcalde Rafael Ruiz.
Los ibicencos afrontan un precio de 17,8 euros por metro cuadrado en las viviendas de alquiler, según Idealista: por un estudio de 50 metros se pagan 890 euros al mes. La maestra de Educación Especial M.P., que prefiere no dar su nombre porque acaba de encontrar una vivienda, cuenta que el camino ha sido largo hasta encontrar el piso de 90 metros cuadrados por el que paga 1.000 euros al mes junto a su pareja. Lo ha podido arrendar a través de una agencia que solo trabaja con propietarios ibicencos que quieren alquilar a personas naturales de la isla, algo que a pesar de que a M.P. le ha beneficiado, cree que es “injusto para las personas de fuera”. Antes de este piso vivió en habitaciones por las que pagaba 400 euros en invierno y 500 en verano, y en su búsqueda le han pedido, además de 800 euros por menos de 50 metros, un seguro contra impagos, nóminas, contratos de larga duración, avales y casi “la bola del dragón”. “Si tus padres no tienen una casa o alguien te hace el favor, es prácticamente imposible independizarte. Los alquileres no bajan y comprar ni siquiera es una opción”, lamenta esta joven, que envidia a sus compañeros de universidad que han podido independizarse en otros lugares de la Península pagando precios más razonables.
En un municipio cuya población flotante provoca un incremento de más del 200% de los habitantes en temporada, a la crisis habitacional hay que sumarle problemas con el ciclo del agua (“la depuradora actual no limpia, hay que ser francos, es una de las más arcaicas del país”, admite el alcalde), la recogida de basuras, mucha presión sobre el sistema sanitario y trabas a la movilidad con un parque de coches de alquiler sobredimensionado. El doctor en Geografía y Sostenibilidad Medioambiental de la Universidad de las Islas Baleares (UIB), Iván Murray resume así la situación: “Baleares es una potencia demográfica por su condición de espacio hiperturistificado, Ibiza es el mejor ejemplo y es la tendencia hacia la que van las otras islas y que habría que evitar. La situación es dramática en cuanto a desigualdad, desplazamiento poblacional y precio de la vivienda”. Y el alcalde de Vila zanja: “La ciudad ha crecido en población un 53% en los últimos 20 años. Necesitamos más recursos, solo en actividades movemos lo mismo que una gran capital. Necesitamos un reparto más justo, tenemos que recibir en equilibrio a lo que generamos y no hay marca en el mundo que genere como Ibiza”.
FRANCINA ARMENGOL | Presidenta de Baleares : “La financiación autonómica debe reflejar la población real"
En pleno corazón de la España vacía, la presidenta de Baleares —la comunidad cuya población ha crecido más en menos tiempo—, se erigió portavoz del otro “reto demográfico”. “Tenemos un problema de hiperpoblación y de población flotante”, dijo Francina Armengol el 30 de julio en Salamanca, sede de la última Conferencia de presidentes, donde reclamó a Pedro Sánchez que lo tuviese en cuenta en el reparto de fondos estatales y europeos.
Pregunta. ¿Cuáles son las consecuencias de la sobrepoblación en Baleares?
Respuesta. El incremento de población ha sido enorme en los últimos 20 años y ha venido acompañado de la pérdida de 20 puntos en el PIB per cápita. A ello se suma la población flotante, que crece un 75% en verano. Incrementa la demanda de agua, depuración, residuos, hospitales... Ello nos obliga a hacer una inversión muy potente que no está compensada a nivel nacional en servicios públicos básicos.
P. ¿Debería tenerse más en cuenta la población flotante en la reforma del sistema de financiación autonómica?
R. A pesar de que hay algunas cláusulas referidas a la insularidad, la población flotante no se contempla ni se ajusta a la realidad. El asunto es aún más grave en una comunidad insular en la que tienes que garantizar los mismos servicios en cada isla con unos niveles de población muy desequilibrados. El tema de la vivienda es otro gran hándicap ya que este es un territorio frágil y escaso. Un alquiler para un ciudadano de las islas implica que destine un 88% más de su salario a su vivienda con respecto a un arrendamiento de la Península.
P. ¿Ha hecho un frente común con otras regiones?
R. Estos incrementos de población tan brutales afectan sobre todo al arco mediterráneo. Madrid tiene una situación de sobrepoblación, pero es diferente porque es la capital. Desde Baleares lo hemos trabajado con la Comunidad Valenciana y en algunas cuestiones con Cataluña y con Canarias. Sin embargo, al problema común hay que añadir la parte del transporte, que resta competitividad a las islas.
P. ¿La pandemia ha visibilizado más el problema?
R. Visibilizó la fragilidad de un modelo económico centrado en un sector específico y la de estar apartados. En el confinamiento nos preocupaba más que a otros territorios poder garantizar el suministro de servicios básicos. El coronavirus nos ha puesto ante el espejo de nuestros fallos estructurales.
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