Detenidos cuatro jóvenes que robaron en 28 viviendas de Málaga entrando por balcones y ventanas
Los arrestados, practicantes de ‘parkour’, escalaban las fachadas y accedían de madrugada cuando las familias dormían
La pasada primavera una serie de robos en viviendas puso en alerta a los vecinos de las barriadas de Gamarra y Nueva Málaga, al oeste de la capital malagueña. Además de la concreta ubicación, las denuncias tenían muchas similitudes: los ladrones entraban entre las dos y las tres de la madrugada por ventanas o balcones ―siempre con los moradores en casa―, se llevaban lo primero que encontraban —desde móviles a portátiles, un aspirador o dinero— y desaparecían por arte de magia. Pero había un aspecto que sorprendió aún más a los agentes policiales: algunas de las 28 viviendas robadas eran segundos o terceros pisos a cinco metros de altura. ¿Cómo habían entrado entonces los ladrones? ¿Volando?
“El análisis minucioso de cada caso nos permitió presumir que eran personas que vivían en la zona, pero que también contaban con una habilidad extrema para acceder a lugares a los que una persona normal jamás llegaría”, dice el inspector del Grupo de Robos de la Unidad contra la Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría Provincial de Málaga que ha dirigido el caso. Los responsables utilizaban elementos arquitectónicos de las fachadas para acceder a los inmuebles por balcones o ventanas sin hacer ruido. Rejas, canalones, antenas, postes o cualquier otro saliente bastaba para que escalaran hasta su objetivo. Una vez dentro, sin despertar a nadie, robaban bolsos, teléfonos, portátiles o lo que hubiera a mano para salir por el mismo sitio de entrada. Salvo si daban con las llaves: “Entonces abrían la puerta y aprovechaban que podían bajar por las escaleras para llevarse objetos más grandes, como televisiones”, dice el agente policial. También cargaron con patinetes o motocicletas.
“Hemos visto robos curiosos, pero jamás de esta fórmula y con esta intensidad en tan poco tiempo”, añaden desde la Policía Nacional, donde bautizaron la operación como Micifuz por las habilidades felinas de los ladrones. El dispositivo que idearon para reforzar la vigilancia en las barriadas sirvió para localizar a un grupo de chavales que practicaba parkour. Quienes practican esta actividad física desarrollan, precisamente, una gran agilidad y destreza para moverse por el entorno urbano. Su perfil cuadraba. Una de las patrullas localizó a uno de los jóvenes y lo identificó. En el proceso, le intervinieron un dispositivo que resultó proceder de uno de los robos denunciados. A partir de ahí, los policías centraron la investigación en esos chavales y cuando pudieron registrar sus domicilios encontraron buena parte de los objetos robados. Los cuatro jóvenes, de entre 18 y 21 años, fueron detenidos el lunes pasado. “Mostraron mucha sangre fría, algo muy poco propio de su edad”, destacan desde la Policía Nacional.
A los arrestados se les imputan hasta 28 robos en viviendas en apenas unas semanas en el mes de mayo, aunque la investigación aún no está cerrada por lo que la cifra podría aumentar. Además, también se les achacan los delitos de sustracción de motocicletas, robos con violencia o intimidación y estafa, ya que aprovecharon los vehículos para cometer hechos delictivos en Málaga y Fuengirola e hicieron compras por internet con una de las tarjetas de crédito sustraídas, con la que también intentaron sacar dinero en un cajero. Dos de ellos han ingresado ya en prisión. Las pertenencias incautadas, entre las que también se incluyen tiendas de campaña, joyas o documentación, han sido devueltas a sus propietarios.
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