El rescate del trabajador hundido en la balsa de fango requerirá extraer miles de metros cúbicos de lodo
Ni las bombas extractoras ni la búsqueda de los submarinistas de la Guardia Civil encuentran la retroexcavadora sumergida en el accidente de Jaén
Ni las bombas de extracción utilizadas para solucionar desatranques ni las pértigas metálicas de seis metros usadas por los agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) han dado el resultado deseado en la búsqueda de Manuel Jesús Moral y la excavadora con la que cayó mientras trabajaba a la gran balsa de lodo de la cantera Añoreta en Villanueva de la Reina (Jaén). Este sábado, dos días después de la desaparición bajo el fango del trabajador, las bombas y los submarinistas han dado paso a la maquinaria pesada. La opción de trabajo actual es utilizar grandes retroexcavadoras para rebajar la distancia en altura que hay entre los rescatadores y el fango, de entre 15 y 20 metros, y extraer el lodo con los cucharones de la maquinaria hasta dar con la máquina que pilotaba Moral.
A la puerta de la cantera Añoreta, de la empresa Áridos Hermanos Moral, una gran masa de grandes piedras rojizas dejadas caer unas sobre otras anuncian de qué trata el negocio allí dentro, de piedras y grava. Eso en el lado interior de la verja de acceso. Fuera, un coche de la Guardia Civil impide desde el primer momento el paso a nadie que no sea del equipo de rescate o de la familia del hombre de 36 años que el jueves a mediodía cayó en el interior de su máquina excavadora a la balsa de fango que tenía a los pies de donde trabajaba.
A 400 metros de la entrada, fuera del alcance de la vista, se encuentra la balsa, del tamaño aproximado de un campo de fútbol. Según explica Juan Cámara, jefe de los bomberos de Andújar, tras la retirada de los agentes del GEAS, los bomberos y varios equipos de trabajo con grandes retroexcavadoras están a cargo de la operación, que se antoja lenta y laboriosa. El sábado por la tarde, la distancia entre los rescatadores y el fango es, afirma Cámara, “de entre 15 y 20 metros”, la altura del muro de la balsa en la zona de trabajo. El objetivo es rebajar tanto como sea posible esa distancia, “demoler el muro —de manera mecánica, no con explosivos— para acercar las máquinas al fango arcilloso, porque realmente lo que contiene la balsa ya no es líquido, sino lodo” y empezar a sacar ese contenido hasta el nivel en el que aparezca la máquina de Manuel Jesús Moral, el menor de los tres hermanos propietarios de la cantera. El problema es que hay miles de metros cúbicos de fango por delante.
En algún momento del jueves, sobre las doce del mediodía, Manuel Jesús Moral y la retroexcavadora de 30 toneladas en la que arrancaba grava del suelo para cargarla en camiones desaparecieron en el interior de una gigantesca balsa de fango arcilloso. Sin testigos, el único rastro que pudo dar pistas de lo ocurrido fue la caída de uno de los muros de la balsa, que se vino en parte abajo y, con él, Moral y su máquina.
Después de muchas horas de trabajo, los equipos de rescate plantean ya un tercer método, algo que venían analizando desde el primer momento junto a ingenieros y una empresa cordobesa especializada en demoliciones de este tipo. El objetivo principal para los servicios de rescate era bajar el nivel de lodo extrayendo el líquido de la balsa, una mezcla de agua y arcilla, con la esperanza de que emergiera la máquina. Para ello, se utilizaron en primer lugar diversos camiones bomba utilizados para desatranques, que se complementaron con un vehículo especializado en el desalojo de materiales fangosos. Según se ha desalojado la parte más líquida de la balsa, los camiones de desatranques no han podido seguir trabajando y solo la bomba especializada permaneció trabajando hasta que también se dio por infructuoso este trabajo.
Eso se compatibilizó con equipos de submarinistas peinando la balsa con largas pértigas metálicas que intentaban localizar la excavadora aunque ese trabajo no ha dado resultado. El nivel del fango, en cualquier caso, no ha bajado lo suficiente como para acercar a los rescatadores ni para dejar al descubierto la excavadora, cuyas medidas rondan los algo más de tres metros de ancho y de alto y entre 8 y 14 metros con el brazo de trabajo extendido. Máquinas de ese calibre o mayores, “con brazos que alcanzan los 15 metros o más”, según Cámara, serán las que se utilicen ahora para intentar vaciar la balsa.
El jueves, Manuel Jesús Moral trabajaba extrayendo grava y cargándola en camiones que iban y venían a otro lugar de la cantera de su propiedad. En una de esas idas y vueltas, el conductor de uno de los camiones comprobó que ni Moral ni su gran retroexcavadora estaban donde hacía unos minutos. A pocos metros de donde había estado trabajando se encuentra el borde de una de las balsas de lavado de la grava y el resto de materiales que se extrae de la cantera. La gran masa de lodo arcilloso tiene una profundidad que fuentes oficiales sitúan entre cuatro y siete metros y un antiguo trabajador amplía hasta “los 15 o 20 metros en algunas zonas”. No obstante, la parte más profunda estaría formada ya por arcilla seca y compactada en gran parte.
Manuel Jesús Moral, casado hace unos años de nuevo después de haber enviudado y sin hijos, “se encargaba personalmente de su máquina y no dejaba que nadie la utilizara, solo él trabajaba con ella”, ha explicado a este diario una persona que lo conoce y prefiere no dar su nombre. Este diario se ha puesto en contacto con un responsable de la empresa, cercano a la familia, que ha declinado hacer declaraciones. La balsa donde desapareció el trabajador es una de las dos que hay en la finca y se usa para lavar la grava y los productos que comercializa la empresa.
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