Sánchez deja hacer a Salvador Illa
Los socialistas confían en compatibilizar la ruptura con ERC en Cataluña con los acuerdos en Madrid
Sí, hubo un tiempo en el que la izquierda catalana gobernó unida: el PSC, ERC e ICV-EUiA. Dos legislaturas que terminaron en 2010 con un pésimo resultado de los socialistas. El PSC ganó hace tres meses las elecciones con Salvador Illa como candidato. En solo unas horas se ha pasado de la ruptura entre Junts y ERC a la posibilidad de que alcancen un acuerdo para formar gobierno, gracias a la aparente mediación de los anticapitalistas de la CUP, y, por tanto, a alejar la convocatoria de elecciones.
El PSC tiene autonomía para decidir qué hacer. Illa tiene el beneplácito expreso de Pedro Sánchez, secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España. Si Sánchez teme que el rechazo absoluto de los socialistas catalanes a apoyar al republicano Pere Aragonès como president tenga consecuencias negativas para su Gobierno, no se le nota nada.
El PSC votará en contra de la investidura de Aragonès. Los socialistas se mantienen en defender su propia vía y que sea Aragonès el que llame a Illa como representante de la primera fuerza política en España. “O Illa o nada”, repiten en el PSOE.
Con esta posición, la estrecha relación en la que ahora viven el PSOE y el PSC continuará. Los interlocutores consultados aseguran que Pedro Sánchez ha dado carta blanca a su antiguo ministro de Sanidad para que dirija los movimientos sobre la investidura y la gobernabilidad en Cataluña. La sintonía es plena con el ministro de Política Territorial y Función Pública, Miquel Iceta, primer secretario del PSC.
La animadversión que mantienen ERC y el PSC es uno de los mayores obstáculos de la política catalana. Repetición de elecciones antes que pactar con el PSC, ha remachado el dirigente de ERC Sergi Sabrià. Los socialistas no compartirán gobierno con partidos que tengan como objetivo la independencia de Cataluña, ni darán apoyo a la investidura de un presidente de la Generalitat independentista: sentencia de Salvador Illa.
Sin haber firmado en Madrid ningún acuerdo, Sánchez tiene la confianza de que la distancia de ERC con su partido hermano en Cataluña, no cercene los acuerdos legislativos con los republicanos en el Congreso de los Diputados. La sesión parlamentaria de este miércoles, a pesar de las apariencias, ofrece base al PSOE para afianzar su tesis de que podrán contar con los republicanos en materias sociales, económicas, derechos y libertades.
“Nosotros no es que queramos dialogar y hacer política con ustedes porque seamos lo mismo, sino porque somos lo contrario a ustedes. Nosotros no creemos en ustedes, creemos en el momento histórico que nos ha tocado vivir a todos. No creo en su voluntad, creo en su necesidad”. Estas observaciones de Gabriel Rufián, portavoz parlamentario de ERC, dirigidas a Pedro Sánchez en la sesión de control al Gobierno, sin cordialidad, sin complicidad, son toda una declaración de intenciones de que su grupo trabajará y presionará para que se aprueben propuestas y normas de izquierda. Nada sobre autodeterminación, referendos y derecho a decidir. No hay margen para hablar de independencia entre socialistas y republicanos. No en la Carrera de San Jerónimo. Illa dice que tampoco en el Parlament.
El exministro de Sanidad y presidente del grupo parlamentario del PSC no se ha movido un ápice en su estrategia: la victoria electoral en votos de Illa —aunque empató con ERC en diputados, 33— reforzó su convicción de estar legitimado para liderar un cambio y dejar atrás la década de carrera independentista. En caso de no poder sumar los apoyos suficientes para alcanzar la Generalitat, el PSC quiere marcar perfil con un “gobierno en la sombra” que haga oposición pero que también ofrezca su apoyo al futuro ejecutivo en políticas concretas. El diputado socialista Ferran Pedret explicó a EL PAÍS poco después de las elecciones que en el PSC dan por hecho que tarde o temprano llegará su oportunidad de volver a la Generalitat: “En la anterior legislatura, los partidos independentistas gobernaron a bofetadas. Si fracasaran, en dos años, por ejemplo, porque fracasarán, nosotros estaríamos preparados para asumir la responsabilidad”.
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