Muere Guillermo Galeote, exsecretario de finanzas del PSOE
Aunque no tuvo que sentarse en el banquillo por el ‘caso Filesa’, el partido le apartó al saberse que tenía cuentas en Suiza
Guillermo Galeote, exsecretario de prensa y propaganda del PSOE, así como de finanzas, y exdiputado por Córdoba, ha fallecido este jueves en Madrid a los 79 años a consecuencia de la covid-19. A Galeote, de profesión médico internista, se le considera dentro del PSOE como “el tercer hombre” en el grupo andaluz que, tras Felipe González y Alfonso Guerra, llevó al partido desde la clandestinidad en las postrimerías del franquismo hasta la victoria electoral de 1982, donde los socialistas obtuvieron una mayoría absoluta arrasadora, con 202 diputados.
A Galeote le correspondieron papeles de la máxima confianza, actuando muchas veces en la sombra. Esa condición le valió para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno, por su reconocida labor como estratega. Y para lo malo, porque le arrastró el tsunami del caso Filesa, sobre financiación ilegal del PSOE. Él no fue juzgado por este asunto, porque en su caso el Supremo acabó archivando la causa. Pero pagó algo más que una pena de telediario. Aunque no tuvo que sentarse en el banquillo, el partido le apartó entre otras razones al saberse que era titular de cuentas en Suiza, presuntamente relacionadas con las comisiones que estaban en el eje del caso. Nadie acusó a Galeote de haberse enriquecido personalmente con aquel asunto.
Sobre su importancia en el clan de la tortilla –aunque no apareciera en la célebre foto, porque entonces vivía en Córdoba, no en Sevilla– nadie dudó. Galeote, considerado un buen estratega político en el PSOE, fue el promotor de los cambios en su organización interna. Gracias a él, Felipe González y Alfonso Guerra retomaron el control del partido tras el congreso de 1979 en el que González dimitió ante la negativa de los delegados a abandonar el marxismo. El siguiente congreso González lo ganó de calle.
El vuelco fue en gran medida posible porque Galeote ideó el sistema que habría de permitir que las delegaciones enviadas a los congresos tuvieran buena parte del trabajo hecho y encarrilado antes de las votaciones congresuales. No se trataba de restringir la libertad interna, sino de evitar las concesiones a la improvisación. En todo caso, su pertenencia a la corriente guerrista tampoco fue puesta jamás en duda. Basta recordar que hace un año su firma apareció junto a las de quienes apoyaron el manifiesto impulsado por Guerra para reclamar a Pedro Sánchez que no pactara con las fuerzas independentistas.
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