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La nevada atrapa a Madrid

El temporal causa cuatro muertos en España y mantiene a cuatro provincias en alerta roja. Las peores nevadas en lo que va de siglo afectan a más de 682 carreteras y colapsan la capital

La Gran Vía de Madrid cubierta por la nieve dejada por la borrasca Filomena, el pasado sábado.
La Gran Vía de Madrid cubierta por la nieve dejada por la borrasca Filomena, el pasado sábado.Samuel Sánchez (EL PAÍS)

La borrasca Filomena desató ayer una pesadilla de nieve en todo el centro y este de España, con Madrid como epicentro del desastre: ciudadanos atrapados toda la noche en sus coches, árboles caídos, peligro en las cornisas, calles bloqueadas, servicios de emergencia paralizados... En la capital, sitiada por la nieve, que alcanzó un espesor cercano al medio metro, por encima de lo esperado por las autoridades, quedaron congelados todos sus nudos de comunicación: el aeropuerto de Barajas, las vías férreas, los autobuses y Cercanías y todas las carreteras y autovías de acceso. En toda España se cerraron un total de 682 vías.

La inminente llegada de una ola de frío, con temperaturas extremas, agravará la situación hasta límites que son difíciles de aventurar durante al menos una semana, como advirtió el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, que pidió a los ciudadanos que permanezcan en sus casas ante una situación “muy grave”, ruego que el Gobierno central amplió a todo el país.

Tanto en Madrid como en Castilla-La Mancha, donde se levantaron los avisos rojos que pendían desde la tarde del viernes, las clases han sido suspendidas hasta el miércoles. En ambas comunidades los cortes de suministro eléctrico complicaron la jornada. Otras cinco comunidades (Cataluña, Valencia, Andalucía, Aragón y La Rioja) se vieron afectadas por la nevada, aunque con menor incidencia. De 10 provincias que pasaron la noche y la mañana de ayer sábado en alerta máxima, quedan cuatro: Castellón, Tarragona, Teruel y Zaragoza, donde se espera que se acumulen 20 centímetros de nieve.

Madrid amaneció el sábado completamente cubierta por la nieve, convertida en una ciudad peatonal, donde los viandantes habían invadido calles y calzadas, perplejos ante ese inmenso manto que cubría la metrópoli, convertidos en turistas de su propia ciudad. La mayor y más extensa nevada en medio siglo ofreció imágenes surrealistas en la capital, como gente caminando por autovías como la M-30, trineos tirados por perros o a jóvenes haciéndole fotos a autobuses abandonados desde la noche anterior. Esquiando, los en apariencia más felices. Se escuchaban las conversaciones, las risas, los juegos de niños y adolescentes. De pronto, se oía un crujido y la gente giraba la cabeza para ver cómo se desplomaba la rama de un árbol. Las calles se fueron convirtiendo en un cementerio de árboles, bloqueando las vías y dificultando todavía más cualquier desplazamiento.

De vez en cuando se podía escuchar una sirena. Muy poco durante la mañana. El silencio era la señal del colapso, la ausencia de emergencias, con enormes apuros para desempeñar su labor. Bomberos, ambulancias, policías. Sus vehículos se quedaban atrapados o no podían circular por el espesor de la nieve. Sucedió cerca de la Puerta de Toledo, en Madrid, con un camión de bomberos. “No hay cadenas y los neumáticos que piensan que valen para nieve, no valen”, reconocía uno de ellos. “Estamos yendo a las intervenciones con las furgonetas”. Las dotaciones de personal estaban disminuidas porque los mismos funcionarios tenían serias dificultades para alcanzar su puesto de trabajo.

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En el túnel de la carretera de circunvalación M-30, que conecta con la Autovía de Valencia, se quedaron atrapados desde la noche del viernes al menos una docena de vehículos. A mediodía del sábado, todavía no había llegado nadie a rescatarlos, a pesar de sus mensajes de aviso: “Somos más o menos unas 50 personas en sus respectivos vehículos, no hay quitanieves, llevamos más de 20 horas y seguimos aquí”. Un señor llegó al túnel andando y tiritando con señales de hipotermia, buscando refugio. Más de 1.500 personas fueron rescatadas a lo largo de la jornada con la colaboración del Ejército, según fuentes oficiales. El ministro del Interior confirmó ya por la tarde que no quedaba nadie atrapado en las carreteras españolas.

El desastre tiene a veces sus contradicciones. Durante la madrugada, en algunas zonas de Madrid, se dio la circunstancia con algunos vehículos atrapados, de que sus conductores se negaban a ser trasladados por los bomberos si, a cambio, tenían que dejar su automóvil abandonado con el número de su teléfono móvil en un papel sujeto al parabrisas. Durante horas no hubo lista de espera para atender las llamadas de emergencia. Las prioridades se trasladaban o se improvisaban.

En Zarzalejo, una localidad del noroeste de la Comunidad, fue hallado un hombre de 54 años casi sepultado bajo la nieve, sin síntomas de violencia. “No tiene pinta de ningún accidente. Quizá haya sufrido un infarto, se haya tumbado sobre la acera y ha sido sepultado por la nieve”, señaló un portavoz de los servicios de emergencia.

Panorámica de la catedral de La Almudena, en Madrid, ayer.
Panorámica de la catedral de La Almudena, en Madrid, ayer.Pablo Blazquez (Getty)

Este fallecimiento sumado a una pareja que murió al ser arrastrado su coche por la corriente en Mijas (Málaga) y a un indigente muerto de frío en Calatayud (Zaragoza), elevó a cuatro las víctimas mortales provocadas por la borrasca.

En Madrid el colapso en los hospitales fue absoluto. El viernes por la noche, habilitaron el gimnasio de La Paz para que decenas de sanitarios pudieran dormir. Pero el problema, el sábado por la mañana, fue que no todos los que acudieron a sus domicilios pudieron regresar. Durante horas hubo plantas o departamentos totalmente desasistidos. Las llamadas a voluntarios de cualquier turno, para reclutar enfermeros o médicos, fueron constantes. A media mañana, resultaba imposible conocer cuál era el estado operativo de los hospitales de Madrid. “Ya nos han dicho que nos contengamos con las transfusiones, que hay poco stock Y me están entrando llamadas de la calle por déficit de fármacos en las farmacias”, denunciaba un médico del Gregorio Marañón.

En La Paz los enfermos dados de alta no podían abandonar el hospital y quienes necesitaban acudir no podían llegar. Ese fue el caso de Susana que rompió aguas en la noche del viernes, pero ya era imposible en medio de la nevada acudir a dar a luz. Avisó a emergencias, pero la policía municipal y las ambulancias no podían llegar a su casa del distrito de San Blas. Así que trasladaron la llamada a los bomberos: tenían que ir urgentemente, una mujer estaba de parto. Al bombero Jaime Navarro, con 25 horas de guardia en medio del temporal, le tocó a las diez de la mañana asistir el servicio. Por el camino, habló con una matrona porque no sabía lo que se podía encontrar. Con suerte, halló a Susana tranquila, pero ya con contracciones. El vehículo forestal de los bomberos tenía tracción suficiente y pudieron trasladarla junto a su marido a la clínica de Belén, en la zona de Arturo Soria.

El único servicio que funcionaba con regularidad era el metro, cuyas líneas permanecerán abiertas las 24 horas. Las arterias de la ciudad estaban bajo tierra. Algunas estaciones, cuatro en concreto, se dispusieron para que el Samur Social pudiera dar abrigo a personas sin techo, los más vulnerables junto a los habitantes de La Cañada, cuya principal obsesión durante el sábado fue encontrar gasolina para sus generadores y organizar expediciones a las gasolineras abiertas. Si la gasolina falta, en ausencia de electricidad desde hace tres meses, el frío no tendrá compasión.

La fuente de Cibeles cubierta de nieve, con la Puerta de Alcalá al fondo, este sábado.
La fuente de Cibeles cubierta de nieve, con la Puerta de Alcalá al fondo, este sábado. Samuel Sánchez

Algunas de las 66 máquinas quitanieves con las que cuenta la capital quedaron inutilizadas en las primeras horas ante la exigencia de tanta nieve. Otras cinco máquinas dedicadas a despejar la M-30 no daban abasto. Llegadas las seis de la tarde horas, el momento de la caída del sol, las calles de la ciudad permanecían cubiertas de nieve. Las máquinas no pudieron abrir ninguna vía de forma suficiente. Sin casi comunicaciones terrestres, la ciudad esperó la noche sin saber bien cuál sería el plan para hoy domingo. A falta de otras infraestructuras, en algunas calles las luces de navidad se encendieron. Estarán así toda la noche para aplacar a la nieve.

Fuera de Madrid, en Andalucía, Filomena dejó nieve y granizo en Cádiz y fuertes precipitaciones en Málaga, donde se activó la alerta naranja. Además de la pareja que falleció en Mijas cuando su coche fue arrastrado por la corriente del río Fuengirola, una veintena de personas tuvo que ser rescatada ante la crecida de los cauces en los municipios de Mijas y Fuengirola. La mayoría de las incidencias se registraron en Estepona, donde el viernes las lluvias dejaron más de 200 litros por metro cuadrado.

El temporal tiñó de blanco buena parte de Cataluña, donde se acumularon hasta 30 centímetros de nieve en el sur y se tuvieron que cortar media docena de carreteras y algunas vías ferroviarias. La borrasca, sin embargo, no causó incidencias importantes, y apenas nevó en el área de Barcelona. A causa del temporal, se cortaron una docena de carreteras, así como la comunicación ferroviaria con Madrid.

En la Comunidad Valenciana, la noche del viernes transcurrió con más de 50 carreteras cortadas y casi 90 donde se necesitan cadenas. “Es una nevada importante pero no hay colapso”, dijo el presidente de la Generalitat, Ximo Puig. Las fuertes nevadas obligaron a la retención de más de 400 camiones en las tres provincias.

Con información de Victoria Torres (Madrid), Nacho Sánchez (Málaga), Rebeca Carranco (Cataluña), Cristina Vázquez (Valencia) y Jesús A. Cañas (Cádiz)


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