Ni el 31 ni el 78 rompen el muro del Congreso
Izquierda y derecha se atizan por la Constitución actual y también por la republicana; la Cámara pide celebrar el 90.º aniversario de la anterior Ley Fundamental democrática
El PSOE quería conmemorar el 90.º aniversario de la Constitución de 1931 como la primera “plenamente democrática” y el PP quería proclamar la vigencia de la actual Constitución frente a los que pretenden “acabar con lo que llaman ‘régimen del 78”. Ni el 31 ni el 78 dieron pie al menor consenso entre los grupos de la Comisión Constitucional del Congreso. La derecha no ve motivos para celebrar la Ley Fundamental republicana, que considera “antirreligiosa”. Y la izquierda no los ve para promover adhesiones a la del 78 con mensajes contra uno de los socios del Gobierno.
Es fácil que se encrespen los ánimos en el Congreso con ciertos asuntos del presente. Y es mucho más fácil que lo hagan con casi cualquier asunto del pasado. El cóctel de este martes en la Comisión Constitucional tenía todos los ingredientes: el pasado de la República y el presente de la actual Constitución, que ya todos se tiran todos los días a la cabeza. Al final, el presidente de la Comisión, el socialista Patxi López, pudo respirar tranquilo. Y, sin reparar que aún tenía el micrófono abierto, comentó a sus compañeros de la Mesa: “¿Ha ido bien, no? Y de tiempo... Luego, que no se quejen los que tienen que coger trenes y aviones”.
López intervino para frenar algún conato de gresca, como las protestas de los populares después de que el presidente del grupo de Unidas Podemos, Jaume Asens, les tachase de “hijos políticos del régimen” franquista. José María Sánchez, de Vox, levantó murmullos en la izquierda cuando se refirió al “fraude electoral del 36”. Pero el propio Sánchez dio el tono del debate, inusualmente apaciguado para los temas que se trataban, cuando agradeció la “ponderada” intervención del socialista Diego Taibo en defensa de los valores de la II República. Fuera de la cortesía parlamentaria, el muro entre la derecha y la izquierda no se movió un milímetro.
Taibo, efectivamente, se esforzó por ser conciliador en su defensa de la petición al Gobierno para que conmemore con “eventos y exposiciones” el 90.º aniversario de la norma que puso fin a la restauración borbónica. Destacó que los valores democráticos de aquella Constitución “hablan más de lo que nos une que de lo que nos separa” y “sus principios inspiradores son los mismos que los de la actual”. Al centroderecha no lo convenció. María Jesús Moro, del PP, denunció que los socialistas se entregan a la “exaltación mitificadora de la República mientras atacan la Constitución vigente”. Se le unió Ciudadanos, cuyo diputado Miguel Gutiérrez acusó al Gobierno de fomentar “falsos debates” y provocar “guerras culturales para polarizar”. La iniciativa salió con la mayoría que apoya al Ejecutivo, la abstención de PP y Ciudadanos y el rechazo de Vox.
El salto siguiente a 1978 tampoco logró acercar las posturas. El PP pretendía que el Congreso instase al Gobierno a “defender la Constitución vigente”. Viniendo del debate anterior, la popular Edurne Uriarte remachó: “¿Qué necesitamos más, volver al pasado o fortalecer el presente?”. Todo parecía indicar que el PP había presentado la iniciativa contra los socios del Gobierno para que el PSOE la rechazara. Y el PSOE replicó presentando una enmienda para que el PP la rechazara: entre otras cosas, proponía el compromiso de cumplir el mandato constitucional de renovar el Poder Judicial cada cinco años. Entre y una otra jugada, la votación sobre el 78 acabó igual de dividida que la del 31.
El castellano, “no es amor, es obsesión”
El PSOE y sus aliados ratificaron ayer su negativa a reconocer de nuevo la condición del castellano como “lengua vehicular” en la enseñanza, introducida por la ley Wert y retirada por la ley Celáa, que hoy cumple su último trámite en el Senado. El PP llevó una propuesta a la Comisión Constitucional para reabrir el debate sobre la “nueva concesión del Gobierno a los independentistas” a cambio del apoyo a los Presupuestos. Jaume Asens, de Unidas Podemos, ironizó sobre la iniciativa de los populares: “Lo suyo no es amor al idioma, es obsesión”. El texto del PP defendía un trato “equilibrado” a las dos lenguas cooficiales. Los grupos de la mayoría replicaron negando que exista persecución al castellano.
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