Los esclavos de la marihuana
El auge del mercado de cannabis impulsa el tráfico de ciudadanos vietnamitas para explotarlos en las plantaciones
En los últimos cinco años las incautaciones de marihuana han aumentado un 405% en España (400.000 plantas incautadas en 2014 frente a más de 1,5 millones, en 2019), según los datos que manejan Guardia Civil y Policía Nacional. Y ya se cuentan por “decenas” los ciudadanos vietnamitas liberados como víctimas de trata y explotación laboral. En la última operación, llevada a cabo por agentes del instituto armado y conocida esta misma semana coincidiendo con el Día Internacional contra la Trata y la Explotación Sexual y Laboral, fueron seis los liberados y 12 los detenidos. Todos vietnamitas. Todos hombres de entre 25 y 44 años. Los informes internos hablan ya de “un fenómeno” a escala europea, cuya expresión más dramática la representan los 39 inmigrantes del país asiático hallados muertos por asfixia en un camión en el condado de Essex (Reino Unido) el 23 de octubre de 2019.
“A principios de año observamos que se reactivaba una vieja nave industrial de un polígono de Sigüenza (Guadalajara), pero apenas tenía movimiento”, recuerda uno de los responsables de la última operación de la Guardia Civil, denominada Yantai. “El alquiler lo había realizado un ciudadano asiático pagando en metálico y habían comenzado a colocar una serie de extractores de aire, pero no se movía mercancía alguna”, señala. “Cada 15 días llegaba una persona, también de rasgos asiáticos y entregaba unos sacos de arroz a la persona encargada de cuidar la nave y se marchaba”, asegura.
La vigilancia de ese inmueble, en un lugar alejado del núcleo urbano, llevó a los agentes de la Policía Judicial de Guadalajara a otros similares en Toledo, Madrid y Segovia. El resultado, tras los registros, fueron la docena de detenidos y la media docena de liberados, junto a más de 7.000 plantas de marihuana.
El modus operandi es siempre el mismo: ciudadanos asiáticos (“hasta ahora eran siempre chinos”) alquilan naves industriales o casas unifamiliares en lugares aislados, poco frecuentados y alejados de las poblaciones, montan las plantaciones in door (cubiertas) de marihuana y ponen al frente y al cuidado de las mismas a ciudadanos vietnamitas, “casi todos procedentes de zonas rurales, muy pobres, del norte de Vietnam”. En España hay unos 1.930 vietnamitas, registrados por el INE a enero de 2020, y concretamente en Guadalajara, cuatro.
Según las investigaciones, los que son víctimas de trata, son captados por mafias chinas con la promesa de un trabajo en Europa. Casi siempre creen que van a Reino Unido, “aunque les llevan hasta las antiguas repúblicas soviéticas y les pasan metidos en camiones a Europa”, explica un investigador de la Unidad Central de Policía Judicial de la Guardia Civil. “Son los esclavos de la marihuana”, resume. “Les quitan su documentación, sus teléfonos, se aprovechan de su total vulnerabilidad porque ni tan siquiera conocen el país al que van ni el idioma y les encierran durante meses (entre tres y seis) en las plantaciones, donde viven en condiciones infrahumanas” hasta que se cumple el ciclo de la planta.
El cabecilla de la organización desmantelada la semana pasada resultó ser un ciudadano vietnamita de unos 40 años con pasaporte británico, “que viajaba con frecuencia a Andalucía”, aseguran fuentes de esa investigación, que sospechan que ya son ellos mismos los que están trayendo a sus compatriotas y entrando en el jugoso negocio de la marihuana. “Entienden que los riesgos son bajos y el beneficio alto en comparación con el tráfico de otras drogas”, explican agentes del instituto armado expertos en la materia., que recuerdan la aceptación social del cannabis.
Sin embargo, la clave según los investigadores del narcotráfico y de la trata de seres humanos, está en no ver el asunto solo como un delito de salud pública, sino —además y también— de explotación laboral y trata, puesto que son personas “captadas, transportadas y explotadas”, y como una organización criminal.
Fuentes de la investigación Yantai aseguran que bajo el líder de la organización había un lugarteniente encargado de localizar más inmuebles para nuevas plantaciones (“tenían previsto expandirse por Castilla y León”), otras para montarlas y otras personas encargadas de controlar a “los esclavos”. Según los datos del Ministerio del Interior, en 2019 fueron liberadas 586 víctimas de explotación y trata laboral, frente a las 356 del año anterior.
El destino de la mercancía es casi siempre la exportación, apuntan fuentes del Instituto Armado, y se realiza mediante conexiones con “los grupos criminales más fuertes ahora en el negocio de la marihuana, formados por serbios, albaneses o polacos”.
“Un importante problema criminal para España”
Informes internos de la Guardia Civil a los que ha tenido acceso EL PAÍS advierten de que “lo que venía siendo, en épocas pretéritas, considerada como una actividad de “carácter menor”, desarrollada en ámbitos locales o provinciales por delincuencia de baja intensidad o con destino al autoconsumo, se está convirtiendo en un importante problema criminal para la Seguridad Pública de España y de toda la UE”.
Según dichos informes, las razones hay que buscarlas en “el alto rendimiento económico en clave de coste/beneficio que genera esta actividad ilícita”: una pequeña inversión, una logística accesible y un tutorial, en un marco de consentimiento social y bajo reproche penal.
Pero la competencia en el negocio entre los distintos grupos e incluso entre su miembros está incrementando los niveles de “violencia” asociados al tráfico de esta droga.
Además, como demuestra el caso de los ciudadanos vietnamitas liberados, su cultivo “se combina con otras actividades criminales, como es la trata de seres humanos”.
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