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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lecciones portuguesas para el PP valenciano

A ver si ahora que han cerrado el periplo orgánico, son capaces de definirse y mantener un rumbo claro cuando gana el discurso de la moderación

Amparo Tórtola
Pablo Casado, clausura el XV Congreso del PP de Valencia que eligió a Vicent Mompó.
Pablo Casado, clausura el XV Congreso del PP de Valencia que eligió a Vicent MompEnrique Palomares (Europa Press)

La crisis vírica ha alumbrado en Portugal a una estrella política. Su nombre es Rui Rio. Es el líder del Partido Social Demócrata (PSD) luso, organización de centroderecha y principal fuerza opositora al gobierno de coalición de izquierdas que dirige el primer ministro socialista Antonio Costa.

Analistas españoles y del resto de la Unión Europea subrayaron durante la primera ola de la pandemia el ejemplar comportamiento de Rui Rio, ajeno a las mezquindades y sordideces políticas a las que aquí, en España, estamos abonados desde hace tanto tiempo.

El pasado mes de abril, con motivo de un debate parlamentario sobre la crisis sanitaria y sus secuelas, nuestro personaje se dirigió a Antonio Costa y le dijo: “Señor primer ministro, cuente con nuestra colaboración. Todo lo que nosotros podamos, ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es nuestra suerte”. Por si su enfoque no había quedado suficientemente nítido, Rui Rio remitió un comunicado a los militantes del partido que preside exhortándoles a no atacar al gobierno. “Hacerlo en estos momentos no es patriótico”.

Los más recientes sondeos demoscópicos elaborados en Portugal premian la buena sintonía exhibida por Costa y Rio; ambos suben en las encuestas de opinión y valoración de líderes, mientras los dirigentes ubicados en posiciones extremas pierden el favor de los ciudadanos.

Haría bien Pablo Casado, presidente nacional del PP, en invitar a su homólogo luso a impartir una conferencia en la sede de la calle Génova y, así, empaparse de sus enseñanzas. Lo que se valora en Rui Rio es el sentido común, la lealtad de un estadista, el alejamiento de tacticismos mediocres y la sabiduría de quien, con su ejemplo, instruye en un patriotismo que va más allá de lucir una bandera en la mascarilla o en la correa del reloj.

Ayer, sábado, el PP valenciano cerró una ronda de congresos con la elección de Vicent Mompó, alcalde de Gavarda y diputado provincial, como nuevo presidente del PP en la provincia de Valencia. En semanas previas el PP valenciano había elegido a María José Catalá para regir los destinos del partido en Valencia ciudad y a Carlos Mazón para hacer lo propio en la provincia de Alicante. Isabel Bonig sigue al frente de la organización en el ámbito autonómico como presidenta regional del PPCV, apuntalada por los suyos, que cada vez son menos y más de perfil, y sometida a la incertidumbre de las decisiones de Casado y el equipo médico habitual de la calle Génova sobre su futuro. Les confieso que me dan pereza, tremenda desgana, las elucubraciones en clave orgánica. Esos procesos onanistas en los que se regodean la militancia, los altos cargos, los aspirantes a desplazar a estos y el puñado de yonquis de la información política que nos ganamos la vida dando cuenta de tan insípidos avatares.

Por el contrario, creo que el ejercicio interesante reside en destripar las declaraciones, leer entre líneas y destapar la futilidad de tanto postureo político con el que se pretende camuflar la vacuidad del mensaje.

Dicen que en el PP de Pablo Casado, también en su extensión valenciana, conviven dos visiones, dos hojas de ruta, de complicada convivencia. Están los partidarios de templar el discurso, apóstoles de la moderación y de las posiciones centradas, alejadas del maximalismo de Vox; y están los predicadores del apocalipsis, los del cuanto peor, mejor, los que, abducidos por el pasado, creen que rescatar las esencias y estilo del PP aznariano de los 90′ es la clave para recuperar el poder. El gallego Feijóo representa a los primeros; Casado, va a días, y Cayetana Álvarez de Toledo no duda: siempre con el aznarismo fundamentalista.

¿Y los populares valencianos? A ver si ahora que han cerrado el periplo orgánico y ya hay una cúpula dirigente en condiciones y no en modo gestora, son capaces de definirse y mantener un rumbo claro. De las elecciones vascas y gallegas, además de del ejemplo de Rui Rio, deberían extraer una enseñanza: gana el discurso de la moderación y, en el caso de Galicia, además, una gestión de lo público con amplio reconocimiento social. No es un secreto, ahí están las cifras: votantes que en las elecciones generales se decantaron por la papeleta socialista, en las autonómicas del pasado día 12 dieron su confianza al galleguismo defendido por Feijóo bajo las siglas del PP.

Cuando en 1994 la actriz Lana Turner recogió el premio Donostia en el Festival de Cine de San Sebastián, la legendaria estrella dio una lección de vida aplicable a cualquier ámbito, también al político: “Hice todo lo que quise y lo que no hice fue porque no quise hacerlo”, dijo. Que se apliquen el cuento los dirigentes valencianos del PP, coraje y fuerza, cuando desde la capital de España traten de imponerles un discurso alejado de la realidad valenciana o antes de exhibir modos opositores tan deleznables como mostrar en sede parlamentaria, desde la tribuna de oradores, una imagen del Presidente del Consell en circunstancias privadas ajenas a sus responsabilidades públicas. En serio, Isabel Bonig, ¿necesita apelar a tan marrullero recurso para ejercer la labor de oposición que le ha sido encomendada o se siente obligada a seguir el ejemplo de oposición ladina que practican en otras geografías?

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