Vox pone una pica en el Parlamento vasco
Abascal califica de "noticia histórica" que su partido logre un escaño por Álava
De “éxito sin precedentes” ha calificado el jefe de campaña de Vox, Ignacio Garriga, el escaño logrado este domingo por su partido en el Parlamento vasco. Y como “noticia histórica” la ha presentado su jefe, Santiago Abascal. Por su satisfacción, parecía que Vox hubiera ganado las dos elecciones autonómicas, pero lo que ha logrado es poner una pica en Flandes, un pie en las instituciones vascas, que hasta ahora se le habían mostrado esquivas.
Abascal, que se crio en Amurrio (Álava), ya es profeta en su “patria chica”, como él la llama. Le ha dado las gracias a su flamante diputada –Amaya Martínez, licenciada en periodismo y responsable de una armería con tiendas en Vitoria y Logroño–, a su jefe de campaña y a los apoderados de su partido. También debería agradecérselo a Izquierda Unida que, en 2000, pactó con el PNV rebajar del 5% al 3% el listón de votos para entrar en el Parlamento vasco: Vox, con el 3,8% de sufragios en Álava, se ha beneficiado ahora de esa reforma.
Abascal ha asegurado que “por primera vez habrá en el Parlamento vasco una voz libre de los pactos y las componendas de los partidos nacionales” con el nacionalismo vasco, una parlamentaria cuyos electores “no van a ser traicionados”, como los del PSOE y el PP, obviando que él mismo fue diputado del Partido Popular en esa Cámara entre 2004 y 2009.
El escaño conseguido en Álava, en contra de lo que pronosticaban todas las encuestas, compensó a Abascal de su fiasco en Galicia, donde reconoció no estar contento con el resultado –Vox se quedó fuera del Parlamento, con el 2,03% de los votos–, hasta el punto de que rehusó felicitar a Núñez Feijóo por su triunfo y le acusó de “jugar sucio” durante la campaña.
Diez minutos antes del cierre de los colegios, el portavoz del partido, Jorge Buxadé, compareció públicamente en Madrid para asegurar que las elecciones vascas no estaban siendo “transparentes ni pacíficas” y denunciar las “agresiones, acoso y amenazas” que estaban sufriendo sus apoderados. El incidente más grave se produjo en Galdakao, donde uno de ellos denunció haber recibido un puñetazo.
Abascal fue aún más lejos y dijo que las elecciones se habían celebrado “sin libertad”. Y no solo por el acoso de los violentos a los mítines de su partido, sino por el “secuestro” de su propaganda electoral por parte de Correos, a cuyo presidente Vox ha denunciado ante los tribunales con el objetivo de “meterlo en la cárcel”.
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