EH Bildu quiere graduarse en Madrid sin aprobar ética
La izquierda 'abertzale' trata de ganar peso en la política nacional y aprovechar en las urnas la ausencia de ETA
Hay gente que se pasa la vida esperando una oportunidad. A EH Bildu, en cambio, se le presentan con frecuencia. La mañana del jueves, por ejemplo, apareció pintada de rojo la tumba del socialista Fernando Buesa, asesinado por ETA el 22 de febrero de 2000 junto a su escolta, el agente de la Ertzaintza Jorge Díez Elorza. Una buena oportunidad para que, a unas horas de las elecciones, algún representante de la coalición —la candidata a lehendakari Maddalen Iriarte o el mismo Arnaldo Otegi— condenara el acto vandálico o, al menos, enviara un mensaje de reprobación a los profanadores de tumbas. No sucedió. Desde antes incluso de que ETA dejara de matar, la izquierda abertzale se ha convertido en una fuerza política más en las instituciones vascas. Y, de forma más reciente, también intenta ocupar un espacio de influencia en el panorama nacional. De hecho, su pacto con el PSOE en el Congreso de los Diputados para derogar la reforma laboral del PP funcionó a modo de graduación. Pero hay una asignatura, la de ética democrática, que EH Bildu se resiste a aprobar.
Llama la atención esa resistencia a romper con el pasado porque EH Bildu no es solo la herencia de Batasuna. La formación política —fundada en 2012— está formada por Sortu, que sí es la nueva marca de Batasuna, pero también por Eusko Alkartasuna, que proviene de la escisión del PNV liderada por el exlehendakari Carlos Garaikoetxea, y por Alternatiba, surgida de la antigua Ezker Batua. Estos dos últimos partidos, a diferencia de Sortu, siempre se mostraron contrarios al terrorismo, pero hasta ahora no han sido capaces de conseguir que EH Bildu condene, por ejemplo, las recientes agresiones a las sedes del PNV y el PSE, el asalto a la casa de la candidata socialista Idoia Mendia o la profanación de la tumba de Buesa.
“Seguramente”, explica Jonatan García Rabadán, profesor del departamento de Sociología de la Universidad del País Vasco (UPV), “puede que esté todavía inconclusa la transición de un ciclo a otro. No hay que olvidar que durante los últimos años también ha habido un conflicto entre el colectivo de presos de ETA. Y, sin embargo, en lo que respecta a la actividad política, EH Bildu sí tiene estabilidad, como se ha visto recientemente en su voto favorable a varias iniciativas del Gobierno. Bildu parece que aspira a convertirse ya en un actor político capaz de trasladar a las instituciones del Estado la voz de la ciudadanía vasca, algo que hasta ahora era exclusivo del PNV. Hasta ahora existía esa simbiosis de que el PNV lleva a Madrid lo que Euskadi quiere”.
A pesar de su resistencia a la condena de la violencia, el profesor García Rabadán subraya que, al menos en Euskadi, la imagen que EH Bildu proyecta a la ciudadanía no es la de heredera de Herri Batasuna: “La estrategia durante la última década”, explica, “ha sido la de presentar como cabezas de lista de ayuntamientos, diputaciones o incluso al Gobierno vasco a personas que en cierta manera representan una ruptura con el pasado. Y dentro de esa estrategia lo último que hemos estado viendo es la decisión de hacer política en Madrid. Hasta hace unos años, la política nacional no entraba en la estrategia de la izquierda abertzale. No participaba, o no acudía, o no tenía una dinámica de peso. Ahora ha roto esa dinámica. Está imitando la estrategia seguida por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)”.
Itziar García Carretero, profesora de Comunicación Política de la UNED, está convencida de que la evolución de la izquierda abertzale hacia el juego democrático se debe fundamentalmente a un aspecto: “La necesidad. La evolución ha sido a golpe de necesidad. Para sobrevivir, básicamente. O se adaptaban a los tiempos o no tenían un futuro muy prometedor. Aunque por razones diferentes, están siguiendo una línea similar, si no calcada, de lo que hace ERC”. La profesora García Carretero explica que el cambio de la izquierda abertzale —incluso el cambio en la estética— se debe también a otra circunstancia determinante que les favorece: “Hay ya mucha gente, muchos millenials y mucha generación zeta que no han conocido los tiempos de ETA, y no entenderían que siguiera marcando la agenda política. ETA y los presos siguen estando en la agenda de EH Bildu, pero ya no es prioritaria, sencillamente porque ya no forma parte de la conversación ni de las preocupaciones de los jóvenes”.
Ni casi de los viejos. En los programas electorales, ETA casi ha desaparecido. El periodista Mikel Ormazabal ha contado las alusiones a la banda terrorista en los programas de los principales partidos. El PNV cita dos veces a ETA; EH Bildu, tres; el PSE, tres; Podemos una; Equo cero y el PP, 10.
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