_
_
_
_

La emoción en ‘streaming HD’

Un más que meritorio repente, una soberbia versión de Beethoven y un atractivo clasicismo en los conciertos del Teatro Colón de A Coruña

Orquesta Sinfonica de Galicia
Miembros de la Orquesta Sinfónica de Galicia en la escalera del Palacio de la Ópera de A Coruña .

La segunda semana de conciertos de cámara organizados por la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) y el Teatro Colón de A Coruña ha tenido un gran resultado musical y artístico. Los conciertos están siendo transmitidos en streaming de alta definición por la OSG y pueden ser vistos y escuchados a través de su canal de YouTube. Estas últimas semanas se habla mucho en los foros musicales de la emoción de los conciertos en directo frente a la, supuesta o no, frialdad las grabaciones. Es evidente que la presencia física de público e intérpretes en la sala de conciertos permite establecer un vínculo emocional insustituible.

O casi. Los conciertos de esta semana en el Colón han hecho que esa chispa que normalmente viaja del escenario a la platea haya trascendido este límite físico a través de los sistemas de comunicación que permite la actual tecnología. Y lo hizo los tres días, de formas bien diferentes pero igualmente remarcables.

El primer concierto de la semana era en homenaje a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del estado y a las Fuerzas Armadas representadas por la Unidad Militar de Emergencias. Este concierto dio ocasión a dos profesores de la Sinfónica de mostrar su gran calidad musical y capacidad de superación de circunstancias adversas. El concierto programado era para un trío de cuerdas formado por los violinistas Ludwig Dürichen y Carolina Cygan y el violista Jeffrey Johnson.

El pasado domingo causó baja Dürichen, quedando así en el aire todo el trabajo de dos semanas de ensayos. Pero las dificultades para los músicos son como las montañas para los alpinistas -están ahí para ser escaladas- y sus compañeros obviaron en dos días las propias de un cambio de programa, preparando un atractivo programa con dúos de Béla Bartók (1881 - 1945) y Wolfgang Amadeus Mozart (1756 – 1791).

Los dúos de Bartók fueron compuestos en principio con fines didácticos; su calidad e innovaciones tanto tímbricas como armónicas los convirtieron pronto en piezas de concierto. Las exigencias técnicas de la escritura bartokiana no solo fueron superadas con gran solvencia sino que podríamos decir que fueron para Cygan y Johnson como los peldaños de una escalera hacia la redondez de su interpretación . A destacar, el vigor danzante del nº 35, Rutén Kolomejka, y la serenidad y grandeza del nº 37, Preludio y Canon.

Y Mozart. El Dúo en sol mayor, KV 423 era particularmente apropiado para este concierto por las circunstancias que rodearon su composición. Esta, como el concierto de Cygan y Johnson, fue un repente; una de esas hazañas de Mozart que pasan a la leyenda, pues fue uno de los dos que escribió para un buen amigo -Michael Haydn (1737 – 1806), el hermano de Joseph- a fin de completar la serie de seis que había de escribir por encargo del arzobispo Colloredo, de la y que Michael no logró completar más que cuatro.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

La interpretación de Cygan y Johnson tuvo un gran rigor estilístico, con una hermosísima línea en de canto en ambos instrumentos y un excelente empaste sonoro. Fueron de gran belleza los diálogos entre ambos instrumentos, especialmente en el Adagio central. La viveza del Allegro inicial y la serena alegría que imprimieron al Rondó final completaron una gran versión de la obra.

El jueves 11 era el turno de Orphelion Ensemble en un concierto dedicado a Cuerpos de Bomberos, Protección Civil y Voluntarios. El concierto era también un homenaje al genio de Bonn en el 250º aniversario de su nacimiento y la obra programada, el Septimino en mi bemol mayor, op. 20 de Ludwig van Beethoven (1770 – 1827) fue la que le proporcionó su primer triunfo en Viena, hasta el punto de hacer palidecer el estreno en el mismo concierto de su Sinfonía nº 1 en do mayor, op. 21.

En este concierto Orphelion Ensemble estuvo formado por Deborah Hamburger, violín; Francisco Regozo, viola; Berthold Hamburger, violonchelo; Todd Williamson, contrabajo; Nicolás Gómez Naval, trompa; Alejandro Salgueiro, fagot, y Pere Anguera, clarinete. El conjunto ofreció a quienes lo escuchamos una soberbia versión; la grabación del concierto ya tiene su lugar en el canal de YouTube de la OSG. Desde sus primeros compases, el conjunto ofreció un sonido muy bien empastado y la solemnidad que imprimieron al Adagio fue toda una señal de lo que había de venir.

El canto de la trompa, el del violín y los diálogos y de este con clarinete, fagot y trompa marcaron el Allegro con brio. El fraseo de cada miembro y las secciones de la obra en tutti tuvieron un carácter plenamente beethoveniano, con una fuerza, una pasión apenas contenida y una precisión rítmica prácticamente perfectas, siendo particularmente destacables, por el protagonismo que les da la partitura, los solos del violín de Deborah Hamburger y del clarinete de Pere Anguera.

Fue una versión de referencia en la que destacaron las oleadas de fuerza mutadas en un profundidad de sentimientos en el Adagio cantabile, así como la vitalidad de un Tempo di minuetto tocado por la gracia compositiva e interpretativa, los solos de cada instrumentista en el Tema con variazioni, con unos deliciosos diálogos del fagot y el clarinete; el canto conjunto de violín y chelo en el Scherzo y la explosión de sentimientos positivos, de los que tan necesitados andan estos tiempos, del movimiento final, Andante con moto alla marcia - Presto.

El viernes fue el turno de los vientos, con la actuación del Quinteto de Solistas de la OSG, formado por Claudia Walker Moore (flauta), Juan Ferrer (clarinete), David Bushnell (trompa), Steve Harriswangler (fagot) yn Casey Hill (oboe). El concierto se dedicaba a las ONG y a la Cocina Económica de A Coruña y su programa estuvo compuesto por Humoreske, de Alexander von Zemlinsky (1871 - 1942); Quinteto op. 82, nº 2 de Anton Reicha (1770 - 1836); Quinteto de August Klughardt (1847 - 1902) y Pasacaille de Adrien Barthe (1828 - 1898).

Un repertorio clásico interpretado con la solvencia y calidad de las que el conjunto de solistas de la Sinfónica ha dado más que repetidas muestras a lo largo de más de dos décadas de vida del conjunto, una experiencia que da como fruto habitual la excelencia. La obra de Zemlinsky despegó con las notas desenfadadas del fagot para seguir la senda de un clima de optimismo antes de la solemnidad de los acordes iniciales y el puro clasicismo de la obra de Reicha que recuerda de algún modo el ambiente de las Harmoniemusik de Mozart.

El Quinteto de Klughardt tuvo el adecuado aire desenfadado en su primer movimiento antes de la serenidad del Adagio que precede a la ligereza de su Allegro molto vivace y a lo largo de toda la obra todos los músicos mostraron su calidad en los diferentes pasajes a solo y su compenetración como conjunto. El concierto remató con la brevísima Pasacaille, de Barthe, un final en el que destacaron la claridad de líneas en su contrapunto inicial y el ambiente festivo que supieron imprimirle los solistas de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Un excelente remate de una afortunada segunda semana de conciertos en directo.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_