Túnez histórico en 10 paradas imprescindibles
Nos adentramos en un Túnez histórico: desde las ruinas romanas de Cartago hasta los ksour, los conocidos castillos del desierto


Túnez es el país de los mil viajes, es verdad que muchos viajeros se han sentido atraídos por la belleza de sus islas y playas de aguas cristalinas, pero el país guarda otros tesoros que explican la historia de la humanidad. La magia de la luz del Sáhara, la tierra de Cartago, una de las ciudades romanas más gloriosas y patrimonio de la humanidad por la Unesco junto con otros seis lugares más, cañones y oasis en el desierto, los ksour y pueblos bereberes, así como las medinas de Túnez, Kairuán y Susa. Túnez es infinita y nos disponemos a viajar hasta ella en 10 paradas imprescindibles.
Si estás pensando en realizar un viaje, ¿qué te parecería hacerlo con un grupo de viajeros? Presta atención porque EL PAÍS Viajes organiza una aventura por Túnez que comenzará el 1 de noviembre de 2025 y durará 10 días. En esta ocasión será la periodista Elena del Amo, amante de la cultura islámica y toda una exploradora con tres décadas de vida nómada a sus espaldas, quien guiará a los intrépidos viajeros.

Cartago, la ciudad romana
Al norte de Túnez, Cartago sigue siendo todo un enigma. Según la leyenda, fue fundada por la reina fenicia Elysia, también conocida por el nombre de Dido, en el 814 antes de Cristo. Los grandes adversarios de los griegos, los cartagineses o púnicos eran una de las sociedades más avanzadas de la época, con grandes redes de comercio que se extendían por todo el Mediterráneo. Sin embargo, en el año 146 antes de Cristo, los romanos destruyeron la ciudad, reconstruyéndola más tarde para convertirla en una de las capitales más ricas de África. Actualmente, quedan pocos vestigios de la Cartago púnica: las zonas residenciales Magón y Hannibal, los puertos púnicos. Las ruinas romanas son una muestra de la opulencia de la ciudad: las Termas de Antonino, cuya sala principal tenía 30 metros de altura; las cisternas con una capacidad de 60.000 metros cuadrados; la iglesia Damous el Karita que era la mayor, y el anfiteatro. Si estás en Cartago no debes perderte la visita a su museo arqueológico.

Las ruinas romanas de Dougga
El pasado romano inunda Túnez, su historia se remonta a hace dos y tres siglos; sin duda son algunos de los mejor conservados del mundo. En este caso, nos detenemos en el yacimiento arqueológico de Dougga, uno de los más espectaculares de todo África. Sus ruinas rodeadas de olivos se alinean en lo alto de un barranco en una extensión de 70 hectáreas. Antigua ciudad de reyes númidas, la antigua Thugga fue adornada en época romana con importantes monumentos: el capitolio, cuyo frontón presenta un bajorrelieve en el que se muestra la apoteosis del emperador Antonino; el teatro de 3.500 plazas, y el templo de Juno Caelestis rodeado de un pórtico semicircular en el que se perpetuaba en secreto el culto de la diosa cartaginesa Tanit.

Kairuán, la cuarta ciudad santa del islam
Rodeada por un paisaje de estepas, la ciudad de Kairuán es un destino fascinante en Túnez. La cuarta ciudad santa del islam fue la primera capital del Magreb. Con varios monumentos y lugares inscritos en la lista de patrimonio mundial de la Unesco destaca la medina, la Gran Mezquita de Okba Ibn Nafaa (que permite a los no musulmanes entrar en el patio y entrever la sala de oración), Sidi Saheb o Mezquita del Barbero y los estanques de los Aglabíes. En Kairuán no hay que perderse las conocidas alfombras de nudos de Túnez.

El oasis de montaña de Chebika, Tamerza y Midès
Viajamos a tres localidades de herencia bereber donde, entre paisajes espectaculares, se conservan las tradiciones más ancestrales. Al sur de Túnez, estos oasis prometen encandilar a cualquier viajero que ya haya visto mucho mundo. En el pueblo de Chebika, un río desciende por la ladera de una montaña escarpada formando cascadas y riachuelos, mientras que en la antigua ciudad de Tamerza, abandonada como si fuera un pueblo fantasma, se encuentra un impresionante paisaje de montañas; su exuberante oasis recibe las aguas de una gran cascada. Por último, Mides, suspendida al borde de un vertiginoso cañón, ofrece unas vistas inolvidables.

El cañón Sidi Bouhlel, el cañón de ‘Star Wars’
Seguimos en el sur de Túnez, concretamente cerca de la preciosa medina de Tozeur, construida por completo con ladrillos de adobe artesanal entre un palmeral formidable. En este lugar se encuentra el cañón Sidi Bouhlel, conocido popularmente como el cañón de Star Wars, ya que fue el lugar de rodaje del planeta desértico de Tatooine en Star Wars: Episodio IV. Una nueva esperanza. Otras películas populares como Indiana Jones: En busca del arca perdida y El paciente inglés también se rodaron en Sidi Bouhlel.

Kerkouane, civilización púnica
Al igual que Cartago, la ciudad púnica de Kerkouane, en la costa oriental de Túnez, conserva aún los vestigios de una civilización que marcó la historia del Mediterráneo. Patrimonio mundial de la Unesco desde 1985, Kerkouane tiene un valor incalculable gracias a que nunca fue reconstruida tras su abandono en el siglo III antes de Cristo. Dicen que es una Pompeya púnica, en la que se puede observar la planificación urbana típica de una pequeña ciudad cartaginesa. Las calles anchas con un trazado irregular desembocan en plazas y plazoletas; las grandes divinidades del panteón púnico —Baal, Tanit, Astarté, Eshmun, Melqart— eran adoradas en un gran santuario a cielo abierto.

Ksar Ghilane, un oasis en pleno desierto
La región de Douz ofrece una de las mejores perspectivas del desierto: dunas y grupos de palmeras bordean las carreteras semiocultas por la arena. La inmensidad del desierto se puede ver aquí en su plenitud; es aquí donde destaca una enorme extensión salada, Chott el Jerid, y también el oasis de Ksar Ghilane, donde muchos viajeros aprovechan para dar un paseo en dromedario por las dunas o un minirally, en quad o en buggy hasta el fuerte construido por los romanos para controlar este territorio.

Los ksour o “castillos del desierto”
En un paisaje árido tunecino aparecen las asombrosas arquitecturas de los ksour, símbolo de la adaptación humana en la naturaleza inhóspita. Perdidos en medio de la nada, estas grandes colmenas de color de roca, a menudo conocidas como “castillos del desierto”, eran antiguamente puntos de encuentro para los seminómadas de la región que almacenaban allí sus cosechas protegidas de los saqueadores en las cámaras llamadas ghorfas. Algunos ksour, como Chenini y Douiret, son pueblos bereberes cuyas ghorfas, ahora en ruinas, se confunden con las crestas de las montañas. El paisaje se suaviza a medida que nos acercamos a Gabes, el gran oasis a orillas del mar Mediterráneo.

El Jem, el tercer coliseo más grande del Imperio Romano
Antes de marcharnos de Túnez no podemos olvidarnos de visitar el tercer coliseo romano más grande del mundo, uno de los mejor conservados. Pocos núcleos antiguos son tan impresionantes como El Jem. En este gigantesco anfiteatro, inspirado en el de Roma y de gran perfección arquitectónica, se celebraban espectáculos épicos en los que participaban gladiadores que luchaban con fieras.

La medina de Susa, patrimonio mundial de la Unesco
Siguiendo por la costa oriental de Túnez, entre Hammamet y Monastir, se encuentra Susa, cuya medina es una de las más bonitas del país, catalogada como patrimonio mundial de la Unesco en 1988. Con un importante puerto comercial y militar en tiempos de los aglabíes (800-909), Susa formó parte de un dispositivo de defensa en los primeros siglos del islam. Ha conservado la casba, las murallas, la medina con la Gran Mezquita, la mezquita de Bu Ftata y la típica rábida.
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