Pedaleando por la España vaciada siguiendo el cauce del Duero
Aunque aún a años luz de otros países europeos, en España empieza a haber ya carriles-bici en paralelo a los principales ríos. Esta es la experiencia de recorrer sobre dos ruedas tres de las etapas que siguen el cauce a su paso por la provincia de Soria: desde Duruelo de la Sierra hasta San Esteban de Gormaz
Quienes amen ese pequeño placer que es viajar sobre dos ruedas y lo hayan hecho por Europa —no necesariamente muy al centro ni muy al norte, basta con cruzar los Pirineos—, se habrán dado cuenta, y no sin envidia, que no hay río sin carril bici a su vera. Los ríos de llanura son la escusa geográfica perfecta para trazar infraestructuras destinadas a quien quiera viajar a pie o en bicicleta, sin la esclavitud del motor. Y da igual que vayas por Francia, por Alemania, por los Países Bajos, por Austria… hace décadas que la Europa civilizada de la bicicleta construyó increíbles redes de vías ciclables a lo largo de sus principales cauces, que no solo conectan ciudades, sino que permiten un turismo sostenible, familiar, divertido y por unos entornos de ensueño.
En este aspecto, en España vamos con retraso, con muchísimo retraso, pero poco a poco empiezan a existir iniciativas similares en torno a los principales ríos. Muy desconocidas aún, y a años luz en cuanto a servicios, infraestructuras y mantenimiento de nuestros socios del norte, pero al menos se están dando los primeros pasos. Ya existe un camino natural señalizado a lo largo del río Tajo, otro que sigue las riberas del Guadiana y uno más a lo largo del Duero, que es el que acabo de hacer en bici y con alforjas.
La Senda del Duero es una ruta señalizada que corre a lo largo del río homónimo, el mayor del noroeste peninsular, desde su nacimiento hasta la frontera con Portugal. Sus 200 primeros kilómetros trazan una semicircunferencia desde el nacimiento, a 2.160 metros de altitud en la vertiente meridional de los Picos de Urbión, hasta San Esteban de Gormaz, en el extremo occidental de la provincia de Soria. Son los que acabo de hacer. Reconozco que no es un destino cicloturista muy habitual para hacer en pleno mes de diciembre, dada la ubicación y la altitud, pero en este último puente de la Constitución me animé a ir con unos amigos y la verdad es que disfrutamos de una doble ración de maravillosa soledad.
Por un lado, la nostalgia que da viajar a destiempo y fuera de época, cuando a nadie se le ocurre hacerlo, pudiendo disfrutar de increíbles parajes para ti solo (el peaje a pagar es el frío, el barro y la lluvia). Las otras soledades vienen de fábrica: son las eternas de estos Campos de Castilla a los que cantaba Machado, epítome de la España vaciada: “El Duero cruza el corazón de roble / de Iberia y de Castilla./ ¡Oh, tierra triste y noble, / la de los altos llanos y yermos y roquedas, / de campos sin arados, regatos ni arboledas; / decrépitas ciudades, caminos sin mesones, y atónitos palurdos sin danzas ni canciones”.
Pedalear por Soria es hacerlo por kilómetros y kilómetros de llanuras cerealistas yermas y oscuras en esta época, por pueblos minúsculos por los que, como cantaba Serrat, “por no pasar ni pasó la guerra”. Por ellos entras y sales sin haber visto un alma en sus silentes calles. Pueblos donde no hay supermercado ni bar ni servicio alguno. Con poderosas iglesias de sillar de cantería y castillos que parecen gritar: ¡aquí había más vida en el siglo XII que ahora! Por ellos el Duero se cuela de manera silenciosa, parsimoniosa, haciendo aún más creíbles los versos de Gerardo Diego: “Río Duero, río Duero / nadie a acompañarte baja / nadie se detiene a oír/ tu eterna estrofa de agua”.
La senda del Duero está perfectamente balizada. De hecho, tiene una doble señalización: por un lado, la de los carteles metálicos y postes de madera de color rojo y blanco de la red de Caminos Naturales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Y por otro, los carteles blancos sobre bases de madera de la Junta de Castilla y León. Con unos y con otros, es imposible perderse, al menos en los 200 primeros kilómetros que yo he hecho. También existe un track que puedes descargar desde aplicaciones como Wikiloc.
En cuanto al tipo de terreno por el que transita, la primera parte hasta Vinuesa discurre por las laderas de los Picos de Urbión y sus famosos pinares y tiene un alto porcentaje de sendas trialeras que, en ocasione,s no son ciclables, más aún con alforjas, y te obligan a desmontar. Se puede hacer, pero tendrás que echar pie a tierra en varias ocasiones. A partir de Vinuesa, ya son todo pistas forestales y agrícolas sin ninguna dificultad para el avance. En cuanto a la logística, los primeros kilómetros pasan por pueblos tremendamente turísticos y con todo tipo de servicios como Salduero, Duruelo de la Sierra o la citada Vinuesa. Luego se pasa también por Soria capital, donde se hace noche. El siguiente fin de etapa es Almazán, también con todo tipo de servicios. Y la siguiente parada se hace en El Burgo de Osma o en San Esteban de Gormaz, localidades también muy turísticas. Hacerlo a pie sí que es más problemático, porque la distancia diaria que se puede recorrer andando no da para acabar siempre en poblaciones con servicios.
Estas son las tres etapas —unos 200 kilómetros— que recomiendo hacer en bicicleta para descubrir de una manera placentera uno de los ríos más literarios de España.
Etapa 1: Duruelo de la Sierra-Soria (64,3 kilómetros; desnivel positivo acumulado: 525 metros)
Los primeros 10 kilómetros, desde el nacimiento del río a Duruelo, discurren por una senda de montaña con fuerte desnivel que se desaconseja hacer en bici. Es mejor empezar la aventura en Duruelo de la Sierra, donde hay varias opciones de pernocta y cena. La salida se hace por una senda pegada al río, entre enormes bosques de pino albar, un recorrido precioso pero exigente porque hay zonas muy trialeras, muchas raíces que sobresalen y algunas zonas con escalones en las que hay que desmontar. A los 10 kilómetros se sale a una pista forestal en perfecto estado, justo a la altura del puente medieval de Soria, por la que se continúa en suave ascenso. La pista acaba en un alto coronado por antenas y un puesto de vigilancia de incendios. Empieza así una bajada por una senda estrecha entre rocas en la que se hace obligado desmontar. Es un tramo de un kilómetro, en descenso; sin duda el más exigente de esta etapa. Termina en Molinos de Duero, un pueblo monumental y muy fotogénico, desde donde se sigue por la margen derecha del río hasta Vinuesa. De Vinuesa se sale unos 300 metros por asfalto hasta tomar una pista de tierra que avanza pegada a la orilla del pantano de la Cuerda del Pozo, se cruza este por la presa y, a unos centenares de metros, se gira a la izquierda por una pista forestal. Se continúa por este tipo de pistas de concentración parcelaria hasta Soria, pasando por pequeñas localidades como Vilviestre de los Nabos, Hinojosa de la Sierra o Garray.
Etapa 2: Soria-Almazán (58 kilómetros; desnivel positivo acumulado: 403 metros)
Soria tiene una de las salidas en bicicleta más bonitas que recuerdo. Acostumbrado a los polígonos industriales que suelen decorar la entrada y salida de grandes urbes en este tipo de rutas o de los Caminos de Santiago, dejar la ciudad por una senda peatonal y arbolada que va en paralelo al Duero, con la enorme ermita de San Saturio a la izquierda y los versos de Antonio Machado resonando en el ambiente, es una delicia. Luego se continúa por pistas agrícolas y forestales. La etapa está muy bien señalizada y son todo pistas fáciles de transitar. No hay mayor dificultad que salvar un par de colinas. Pero sí hay que tener en cuenta que entre Soria y Almazán no hay nada: es la España más vaciada. Se pasa por pueblos como Ituero, donde no hay bar ni tienda de comestibles ni nada. Existía uno, El Cubo de la Solana, que queda a cuatro kilómetros, pero lleva tiempo cerrado. Importante, por tanto, prever el avituallamiento necesario para la jornada.
Etapa 3: Almazán-San Esteban de Gormaz (84 kilómetros; desnivel positivo acumulado: 370 metros)
De Almazán se sale por el camino de Centenera de Andaluz. Durante los primeros cuatro primeros kilómetros está pavimentado y atraviesa una zona ajardinada de ribera que es el pulmón verde y de asueto de los adnamantinos. Luego sigue como pista agrícola de tierra. Curiosamente, a los 6,24 kilómetros las señalizaciones se separan. Los carteles blancos de la Junta de Castilla y León se van a la derecha. Y los rojos del Ministerio de Agricultura siguen a la izquierda, por el camino de Centenera de Andaluz; esta me parece una opción más directa y más pegada al río, por lo que es la que sigo. Ambas volverán a unirse antes de Andaluz.
Todo el recorrido de la etapa es fácil, llano y sin problemas, siempre por pistas de tierra. Andaluz es otro pueblo ejemplar de la España vaciada. Apenas quedan tres vecinos y no hay servicio alguno. Poco antes de llegar se ves un mirador con una excelente vista de un meandro del Duero. Por esta zona se me cruzan varias manadas de corzos, lo que da una idea de la calidad natural y del despoblamiento de la zona por la que transita la senda. Luego se pasa por Gormaz, donde el patrón se repite: tiempos mejores en un pasado lejano, a juzgar por su gran castillo y sus restos románicos, y hoy apenas 25 vecinos. La señalización pasa muy cerca pero no cruza El Burgo de Osma, que es la capital de la comarca de Tierras del Burgo y uno de los pueblos más bonitos y monumentales de Soria. Si tienes tiempo, merece la pena entrar a visitarlo.
Suscríbete aquí a la newsletter de El Viajero y encuentra inspiración para tus próximos viajes en nuestras cuentas de Facebook, X e Instagram.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.