Noches en la antigua fábrica de harinas

A orillas del Duero, donde Peñafiel se recuesta a los tobillos del castillo que perteneció al infante don Juan Manuel, príncipe de Villena, existía desde el siglo XVI una aceña de las varias que la llegada posterior del ferrocarril convirtió en grandes harineras y azucareras para la fabricación de galletas. La Concepción inició la molturación del trigo en 1928. La arquitectura ofrecía una extraordinaria semejanza a la de la vallisoletana La Magdalena, hoy desaparecida. Los viejos silos fueron demolidos, pero continúa operativo a un costado del edificio principal el almacén de productos terminados, hoy convertido en el salón Castillo de Peñafiel del hotel Ribera del Duero, con capacidad para celebrar eventos de hasta 500 personas, 350 de ellas sentadas. El gran óculo del fondo y las cerchas de roble a la vista constituyen un aliciente para las bodas y banquetes de los peñafielenses y vecinos de toda la Ribera vitivinicultora.

Porque este es fundamentalmente un hotel de negocios, dotado de 55 habitaciones muy simples. Ni la lencería de cama está para muchos trotes, ni su estética da para romper corazones, ni el mobiliario resiste muchas veladas inciertas. Estas carencias, junto a las de un servicio algo más distante de día que de noche, prometen ser corregidas a no mucho tardar por la nueva gerencia del negocio. La competencia directa del nuevo hotel AF Pesquera, propiedad del legendario vinatero Alejandro Fernández situada a solo 200 metros de distancia, no permite muchas distracciones en materia enoturística.

Tanto es así que los renacidos espacios comunes ponen foco a esta modalidad de turismo más dada al hedonismo y a las catas especializadas, como las que celebra de cuando en cuando la Asociación de Sumilleres de Castilla y León, o el intento de recuperar las catas Ópera Prima de vinos en primicia de la denominación de origen. El tiempo de vendimia reúne al mundillo profesional en la terraza de la entrada, no tan expuesta ya al inclemente sol de verano, aunque sufre la incomodidad del tráfico aledaño.

Otro recurso en alza es su restaurante, antes llamado La Harina, que comienza a ser harina de otro costal gracias a su criterio de incluir entre los platos tradicionales castellanos un alivio de modernidad con los que maridar los más cotizados vinos de Ribera del Duero.