Lecce, la ciudad que inventó un estilo barroco propio
Un centenar de palacios, la catedral y su gran plaza, un anfiteatro romano y callejuelas para perderse en una ciudad italiana a media hora de los mares Jónico y Adriático
"Variar para huir del aburrimiento”. Para cuando el arquitecto barroco Francesco Borromini (1599-1667) escribió esta frase, en la ciudad italiana de Lecce llevaban tiempo tallando en piedra y con mucha maestría los excesos barrocos en forma de frutas, aves, hortalizas, animales domésticos o seres mitológicos. Desde finales del siglo XVI y hasta mitad del siglo XVIII, Lecce abrazó con tanta fuerza la teatralidad de este estilo artístico que creó una escuela propia, el barocco leccese, que luce en fachadas, portadas, torres o retablos tallados en una dorada piedra caliza.
La ciudad, de alma universitaria y con cerca de 95.000 habitantes, cuenta con más de 40 iglesias y casi un centenar de palacios de interés, concentrados en el laberinto de callejuelas de su casco histórico amurallado. De punta a punta, su centro se puede atravesar a pie en un cuarto de hora. Además, su posición en pleno tacón de la bota italiana, entre los mares Jónico y Adriático, la convierten en una buena base de operaciones para conocer la comarca del Salento, cuajada de bellos pueblos costeros.
9.00 Cita con el Duomo
El día puede comenzar en Porta Rudiae (1), una de las cuatro entradas a la ciudad a través de su muralla del siglo XVI. A pocos pasos se encuentra la basílica de San Giovanni Battista del Rosario (2), construida por Giuseppe Zimbalo en el siglo XVIII, uno de los grandes arquitectos del barocco leccese. De su exuberante decoración destacan la fachada y el púlpito. El paseo por la animada Via Giuseppe Libertini nos emboca en una de las plazas más espectaculares de la ciudad: la del Duomo (3). Destaca el campanario de 50 metros de altura, la fachada del duomo o la del Museo Diocesano. En el interior de la catedral, 13 altares y una cripta del siglo XII acogen piezas de una colección de pintura y escultura italiana.
10.30 Zigzagueo mañanero
La plaza de la catedral se abre a una intersección de calles por las que conviene perderse sin rumbo. La Via Giuseppe Palmieri (4) es un buen punto para iniciar el paseo entre fachadas monumentales, descubriendo detalles de decoración en columnas y arcos. A partir de aquí aparecen rincones muy especiales y algunos de su centenar de palacios, como el Palazzo Gorgoni (5) (Via Idomeneo, 38), el Arco di Prato (Piazzetta Arco di Prato, 18) o el Palazzo Carafa (Via Francesco Rubichi, 16). No hay que perderse la Porta Napoli (6), construida en 1548 como arco del triunfo en honor al emperador Carlos V.
12.30 La hora del 'spritz'
La presencia española en Italia durante tres siglos —en el caso de Lecce como parte del Reino de Nápoles— es evidente en el Castillo de Carlos V (7) (Viale Felice Cavallotti), una edificación medieval reformada en el siglo XVI. A pocos pasos, la Piazza Sant’Oronzo (8) invita a relajarse a la hora del spritz (refrigerio alcohólico originario de Venecia) en terrazas como la del Caffè Alvino. Mientras se puede contemplar el impresionante anfiteatro romano del siglo II. El paisaje lo completa la columna barroca de Sant’Oronzo, patrono de la ciudad, y el Sedile (siglo XVI), antigua sede del Ayuntamiento.
13.30 Pizza y pícnic
La gastronomía local es variada y hay multitud de locales apetecibles. La Osteria degli Spiriti (9) (Via Cesare Battisti, 4) o la pizzería La Perla (10) (Via Giovanni Antonio Orsini de Balzo, 15) son buenas opciones. Si se opta por comprar comida para llevar, los Giardini Pubblici (11) (Via XXV Luglio) ofrecen un reconfortante descanso entre árboles, jardines y fuentes.
15.00 Preciosismo a pie de obra
Con las fuerzas repuestas, conviene descubrir el monumento más famoso de Lecce, la basílica de la Santa Croce (12) (Via Umberto I, 3). La fachada del templo, concluido en 1695, es una sucesión de figuras de animales, vegetación y seres grotescos, dispuestos en torno a un gran rosetón. La pesadilla de un lunático, según palabras del marqués de Grimaldi. Cubierta por andamios, lleva años en restauración, pero diariamente existe la posibilidad de acceder para admirar el gran trabajo de cantería (cita previa en restaurosantacrocelecce.it; la visita de las 15.00 se realiza en inglés).
16.00 La casa de los Faggiano
Algo tan mundano como la reforma de un cuarto de baño dio lugar a lo que hoy es un espacio singular en la ciudad: el Museo Faggiano (13) (Via Ascanio Grandi, 56), que permite descubrir los orígenes mesápicos de la ciudad gracias a las excavaciones y a una amplia colección de piezas de hasta 2.500 años de antigüedad.
Hora de irse en busca de algún souvenir o pieza de artesanía en la Via Vittorio Emanuele II y sus alrededores, donde se encuentran tiendas como La Salentina (14) (Via Giuseppe Libertini, 63). Dos de los objetos más típicos de Lecce son el pumo y la cartapesta. El primero es la representación en cerámica de un fruto o capullo. Los nobles lo colocaban en los balcones como símbolo de prosperidad. La cartapesta es el arte de trabajar figuras (habitualmente religiosas, como las de los belenes) en papel maché.
18.30 Para cenar, 'orechiette'
Bañada por dos mares, el Jónico y el Adriático, la provincia de Lecce regala paisajes impresionantes en su costa. La playa del pequeño pueblo de Santa Maria al Bagno (15) (a media hora en coche) es un lugar maravilloso para contemplar la puesta de sol. Volvemos a Lecce para cenar. Son recomendables La Cucina di Mamma Elvira (16) (Via Ludovico Maremonti, 33), famoso por su variedad de vinos, y La Locanda del Ragioniere (17) (Via Principe di Savoia, 39), conocido por sus orecchiette (un tipo de pasta) y mejillones. La noche aún no termina. Los pubs Joyce Irish (18) (Via Matteo da Lecce, 5) o el Molly Malone (19) (Viale Felice Cavallotti) son buenas opciones para descubrir la cara más universitaria y desenfadada de la ciudad. Y es que, en Lecce, la abundancia barroca también se demuestra en el hedonismo del buen vivir.
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