_
_
_
_

Corea del Sur en 11 saltos

De Pyeongchang, sede de los próximos Juegos Olímpicos de invierno, a Seúl, la capital o la aldea tradicional radicional de Hahoe, las mejores pistas en el país asiático de moda

Paisaje nevado en Pyeongchang, en Corea del Sur, que acogerá los próximos Juegos Olímpicos de invierno 2018.
Paisaje nevado en Pyeongchang, en Corea del Sur, que acogerá los próximos Juegos Olímpicos de invierno 2018.getty images

Hasta ahora era casi una desconocida, pero los próximos Juegos Olímpicos de invierno, que arrancan el próximo 9 de febrero en Pyeongchang, serán el empujón definitivo para que muchos pongan en el mapa este país del extremo Oriente. Su bandera nacional, un círculo azul y rojo, simboliza la mezcla fluida entre lo antiguo y lo moderno, y ondeará en las diferentes competiciones.

Eclipsada por sus grandes y famosos vecinos, como Japón o China, Corea del Sur es también un símbolo, más discreto, de la modernidad asiática, un país que goza de las ventajas de la plena industrialización y la alta tecnología, pero manteniendo el culto a sus tradiciones y a las costumbres asiáticas más antiguas.

Su tamaño (asequible) y las excelentes infraestructuras permiten alejarse de las grandes ciudades como Seúl y Busan y acceder a la tranquilidad rural en apenas una hora, algo que invita a caminar por frondosos parques nacionales culminados en altas montañas; hacer rafting en ríos; practicar surf en sus 2.400 kilómetros de costa; navegar hasta islas remotas o saborear la serenidad de un retiro en un templo budista.

Un contraste con el futurista lavado de cara que ha experimentado su capital, Seúl, con motivo de la celebración de los juegos de 2018, con intervenciones urbanas como Seoullo 7017, un nuevo parque lineal repleto de cafés, bares y librerías, o una nueva línea de trenes de alta velocidad.

1 Esquiar en Pyeongchang

Pyeongchang organizará los Juegos Olímpicos de Invierno 2018, cuyas pruebas se celebrarán en las estaciones de esquí de Alpensia y Yongpyong y en la zona costera de Gangneung. Muy próximas entre sí, Alpensia y Yongpyong cuentan con muchísimas pistas, incluidas varias indicadas para familias y principiantes, además de una buena oferta de ultramodernos alojamientos e instalaciones de ocio.

Al margen de las olimpiadas de invierno, la región de Pyeongchang (a unos 180 km al sudeste de Seúl), es una popular zona de excursionismo y esquí para los Corea del Sur nos, unida ahora por un tren de alta velocidad que tarda solo unos 80 minutos en llegar desde la capital. Caminatas en verano, deportes de nieve en invierno y un entorno de montaña perfecto todo el año.

Parque del arroyo de Cheonggyecheon, en Seúl.
Parque del arroyo de Cheonggyecheon, en Seúl.Getty Images

2. Cheonggyecheon, un oasis en el centro Seúl

La demolición de una autopista elevada en la capital de Corea del Sur y la posterior excavación del terreno hizo brotar un antiguo riachuelo escondido: el descubrimiento (y el posterior acondicionamiento de la zona) ha transformado el centro de Seúl en un parque ribereño que permite disfrutar de un agradable paréntesis entre el frenesí comercial circundante. El arte callejero decora las orillas del cauce urbano, que suelen acoger diversos eventos culturales, como un espectacular festival de faroles en el mes de noviembre durante el que se lanzan al agua miles de gigantes y coloridas esculturas de papel iluminadas. Un interesante museo relata la historia del Cheonggyecheon, un espacio que tanto los coreanos como los turistas aprovechan para relajarse, refrescarse los pies en el agua y, por la noche, disfrutar del espectáculo de luces.

Visitantes en el palacio de Changdeokgung, en Corea del Sur.
Visitantes en el palacio de Changdeokgung, en Corea del Sur.Getty Images

3. Changdeokgung, palacio de la eterna virtud

Una de las visitas turísticas imprescindibles en Seúl es el palacio de la Ilustre Virtud –también llamado palacio del Este–, ubicado dentro de un gran parque de la capital coreana. Se construyó a principios del siglo XV en Seúl como palacete secundario del de Gyeongbukgung, aunque supera a su hermano mayor en belleza y elegancia. Declarado patrimonio mundial, la sección con más encanto es el Huwon, un jardín secreto que es toda una oda a la horticultura palaciega. Hace falta reservar con mucha antelación para conseguir plaza en los circuitos con luna llena que se organizan durante los meses más cálidos.

Participantes en el festival del Barro de Boryeong.
Participantes en el festival del Barro de Boryeong.boryeongmudfestival.com

4. Festival del Barro de Boryeong

Cada julio, miles de personas se congregan en Boryeong prestos a zambullirse en gigantescas piscinas de barro. La excusa oficial es que este lodo tiene propiedades reparadoras, pero basta mirar alrededor para comprobar que el principal objetivo de los asistentes es pasarlo bomba. Más allá del fango, este famoso festival incluye conciertos, raves y fuegos artificiales. Boryeong está a unos 120 kilómetros al sur de Seúl, cerca de la costa del mar Amarillo y durante el festival atrae a más de dos millones de visitantes.

Tejados de pizarra de Jeonju, en Corea del Sur.
Tejados de pizarra de Jeonju, en Corea del Sur.Getty Images

5. Vida tradicional en Jeonju Hanok Maeul

Esta es, probablemente, la versión más fiel de un pueblo típico de Corea del Sur que puede visitarse en la actualidad. Las casas con tejados de pizarra de Jeonju, unas 800, representan las artes tradicionales, como la fabricación a mano de abanicos de papel o la producción de soju (vodka local). Los amantes del buen comer deben también saber que es la cuna del bibimbap (arroz, huevo, carne y verduras con salsa de chile) y aquí encontrarán la versión definitiva de este plato. Para quien deseé pasar aquí la noche, hay pensiones tradicionales donde es costumbre dormir sobre un yo (colcha) en una habitación con ondol (calefacción radiante). Una de ellas la regenta el nieto del emperador Gojong.

Estatua dedicadas a las haenyeo (mujeres buzo) de la isla coreana de Jeju.
Estatua dedicadas a las haenyeo (mujeres buzo) de la isla coreana de Jeju.Manfred Gottschalk (Getty)

6. Mujeres-buzo en Jeju

A pie es como mejor se aprecia el espectacular paisaje volcánico de Jeju-do, la isla más grande de Corea del Sur y, desde 2011, una de las Siete maravillas naturales del mundo. La ascensión al Hallasan, el pico más alto del país, es muy accesible, y con buen tiempo ofrece vistas espectaculares. El Jeju Olle Trail, una red de 26 senderos de una (o media) jornada, recorre el litoral y el interior de la isla, y otras tres cercanas. Para saborear sus encantos, lo mejor es quedarse un día tras una caminata.

Pero por lo que realmente es conocida la isla en Corea del Sur es por las haenyeo (mujeres buzo). Por toda la costa hay estatuas en su honor y no es raro observarlas en acción junto a la orilla o en el mar. Durante siglos, las mujeres de Jeju han recurrido al buceo libre para recoger algas y capturar marisco, pulpos, pepinos y erizos de mar. Siempre organizadas en cooperativas y dispuestas a compartir la captura, se sirven de un equipo rudimentario que no incluye botellas de aire. Hasta hace poco ni siquiera utilizaban trajes de neopreno, aunque hiciera mal tiempo o se sumergieran durante horas. Se dice que son capaces de aguantar la respiración bajo el agua un máximo de dos minutos y de alcanzar una profundidad de 20 metros.

Actualmente, solo se mantienen activas unas 5.000 haenyeo en Jeju (frente a las 30.000 de la década de 1950) y parece una profesión destinada a desaparecer. Sin embargo, una escuela de Hallim está ayudando a preservar su legado enseñando sus tradicionales técnicas de buceo libre.

Fortaleza de Hwaseong, patrimonio mundial, en Suwon.
Fortaleza de Hwaseong, patrimonio mundial, en Suwon.Seiman Choi (Getty)

7. Visitando la fortaleza de Hwaseong, en Suwon

Uno de los lugares más famosos y visitados del país es esta fortaleza declarada patrimonio mundial. Gravemente dañada durante la colonización de principios del siglo XX y la posterior guerra de Corea, las obras de restauración de esta fortaleza comenzaron en los años 70 y están prácticamente finalizadas. Gracias a un documento de 1801 se han podido reconstruir con bastante precisión histórica el Hwaseong Haenggung (retiro real) y la muralla, de 5,52 kilómetros, con un paseo que recorre sus cuatro imponentes puertas.

El fuerte está en la ciudad de Suwon y combina elementos tradicionales del estilo occidental y del estilo oriental, lo que la diferencia de otras fortificaciones históricas.

Rascacielos de Busan, la segunda ciudad más importante de Corea.
Rascacielos de Busan, la segunda ciudad más importante de Corea.Tuomas Lehtinen (Getty)

8. Busan, la segunda capital Corea

Es la segunda ciudad más grande de Corea del Sur y tiene todo lo que uno podría desear, pero sin la congestión de Seúl. Montañas, playas, comida callejera y marisco a tutiplén la convierten en una de las urbes más infravaloradas de la región. Si al viajero le gustan los calamares bien frescos y el soju, bebida tradicional coreana, servido en un bar tienda de campaña, no debería perderse Busan.

Además, su festival Internacional de cine, cada vez más popular, cuenta con un nuevo atractivo: el Busan Cinema Centre, un proeza arquitectónica equipada con la pantalla más grande del país o, dicho de otro modo, otro ejemplo del dinamismo de esta ciudad portuaria del sur del país.

Busan vive de cara al mar y concretamente mirando a la playa de Haeundae, la más famosa del país. La playa está unida a la isla Dongbaekseom, ocupada por el parque Dongbaek, un sitio perfecto para pasear o practicar deporte. Sobre las rocas se levanta una estatua que es la versión coreana de la sierenita danesa.

Templo budista de Bulguksa, en Gyeongju.
Templo budista de Bulguksa, en Gyeongju.Vincent St. Thomas (Getty)

9. Bulguksa, un encuentro con la historia

Para descubrir la rica historia de Corea del Sur es casi obligado visitar la ciudad de Gyeongju, en la costa este, también conocida como el museo sin paredes. Cuesta escoger un único tesoro aquí, pero uno de ellos debe ser Bulguksa, patrimonio mundial, ya que guarda siete tesoros nacionales tras sus muros. Cénit de la llamada arquitectura de Silla, este complejo de templos budistas increíblemente sofisticado es un monumento a la destreza de sus maestros artesanos, e incluye pagodas, puentes y bellos paisajes ondulados circundantes.

Aldea tradicional de Hahoe, en Corea del Sur.
Aldea tradicional de Hahoe, en Corea del Sur.Age fotostock

10. Aldea tradicional de Hahoe

El hanok es la vivienda tradicional coreana, construida con materiales naturales como la piedra y la madera. Se pueden encontrar en casi cualquier ciudad del país, especialmente en Seúl y Jeonju, o en la aldea de Hahoe, un encantador asentamiento histórico próximo a Andong, donde podríamos creer que hemos retrocedido en el tiempo. La experiencia es perfecta para todo el que tenga interés por saber cómo era la vida en Corea del Sur antes del siglo XX y de que la tecnología cambiara todo para siempre. En Hahoe viven más de 200 personas que conservan un estilo tradicional e incluso reciben invitados en sus minbak (casas particulares con habitaciones en alquiler). En definitiva, toda una experiencia.

11. Estancia en un templo en Guinsa

A las 3.30 suena la campana. El desayuno, austero, se toma en silencio para poder reflexionar sobre el dolor que supone inclinarse 108 veces frente a Buda. Después, se vuelve a meditar. Esta vez para reflexionar sobre la entrega del cuerpo y la mente en busca de la paz interior.

Dicen que es el templo budista más hermoso de Corea del Sur y aunque a primera vista podría parecer similar a muchos otros, se encuentra en un valle precioso, estrecho y rodeado de montañas por todas partes.

Templestay (un programa de estancias en templos) es el antídoto perfecto para el ritmo frenético de la Corea del Sur moderna, y no hay mejor lugar para aislarse que el complejo de Guinsa.

Más información en www.lonelyplanet.es

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_