Sifnos, el secreto mejor guardado de Grecia
Unos 70 kilómetros de costa abrazan esta pequeña isla griega que se antoja perfecta, con sus 300 iglesias y ermitas, apacibles caminos de interior, casas blancas y una gastronomía suculenta
Imaginan una isla en la que una estrella de Hollywood, pongamos Tom Hanks, y un líder de Podemos, digamos Íñigo Errejón, puedan disfrutar en armonía de la misma playa sin que a nadie le extrañe? ¿Un paraíso libre de ideologías y paparazis? Dejen de imaginar; esa isla existe y se llama Sifnos. Tanto tiempo disputándonos la postal perfecta de una isla griega y llega la pequeña Sifnos —que en verano puede pasar de 2.500 habitantes a 25.000— y presenta candidatura al secreto mejor guardado del Egeo. Perla de las Cícladas, la esencia del espíritu mediterráneo parece suspendida sobre la árida superficie de este bello rincón del planeta de apenas 18 kilómetros de largo y 8 de ancho. En total, unos 70 kilómetros de costa que se pueden recorrer en un día en escúter, de norte a sur, entre incomparables vistas de sus casitas blancas e iglesias situadas al borde del mar. Casi 300 templos de culto ortodoxo siembran un paisaje orgulloso de sí mismo y que bebe de Oriente y de Occidente en su arquitectura, comida y artesanía. Una armonía y una belleza que dan para mucho más que para una vuelta rápida en moto.
¿Cómo se llega?
El viaje es algo largo y obliga, salvo milagro en las conexiones, a pasar noche en Atenas. Hay que viajar a la capital griega para luego, por unos 50 euros, coger un barco rápido que tarda cuatro horas desde El Pireo hasta la isla. Hay otro barco más barato, pero el trayecto se puede alargar al doble. Kamarés es el puerto principal de Sifnos. Allí se puede alquilar coche o moto.
¿Qué tiene de especial su comida?
Aquí nació el padre de la cocina griega moderna, Nikolaos Tselementes, y eso se nota. Hay gran variedad: desde el pulpo que cuelga en la terraza suspendida sobre el mar de la taberna Capitán Yorgos a una pizza local en la capital, Apolonia. No hay que dejar de probar el queso autóctono, el cordero y las revitrias, unos riquísimos garbanzos en forma de albóndigas. Frente a las tabernas tradicionales y los chiringuitos de playa, en su mayoría riquísimos y baratos, destacan propuestas como la de Omega 3, una barra para degustar pescado en la playa de Gialos. Cada mañana su gerente, el apuesto Vasilis Vlachogeorgakis, sale a pescar con arpón los platos del día. Tom Hanks y esposa pueden dar fe de las exquisiteces de este local.
¿Cómo son las playas?
El apacible mar de la isla se puede disfrutar desde las playas de arena (no demasiadas), pero sobre todo desde las pequeñas calas y rocas que se esconden alrededor de la costa. Situada a las faldas de una iglesia, en uno de los rincones más bellos de la isla, la cala de Poulati ofrece el mejor baño posible: místico y azul a partes iguales. Aunque quizá el rincón más bello para un chapuzón es el peñón de Chrisopigi.
¿Merece la pena la capital?
Apolonia es la capital de la isla y un lugar animado para pasear por la tarde y la noche e imaginarse en una secuencia de Mamma mia, el popular musical situado en una isla griega. Es un pueblecito blanco, perfectamente conservado (como el resto de la isla) y con locales donde desayunar, conseguir la prensa internacional, hacer alguna compra o cenar.
¿Dónde quedarse?
La oferta de alquiler de casas y habitaciones es amplia y variada. Además de la capital, Artemonas es uno de los pueblos más bonitos, con villas antiguas y calles empinadas. Cerca de Artemonas está Kamaroti, hotel levantado por tres hermanos de Madrid que, siguiendo los pasos de su madre, decidieron echar el ancla en la isla para construir uno de los alojamientos de mayor encanto y calidad de la isla. Kastro, localidad cercana, tiene algunas de las iglesias más hermosas, como la de los Siete Mártires y la de San Nicolás.
¿Cuál es la actividad estrella?
Caminar es uno de los mayores atractivos de Sifnos gracias a la buena conservación de sus caminos. Con sus cerca de 300 iglesias y ermitas, casi se puede cruzar de pueblo a pueblo a pie y por ancestrales caminos.
¿Y qué tiene de especial la arquitectura?
No existe un solo edificio que no respete la arquitectura popular local: casas blancas, de una planta y en forma rectangular (inspiradas en la tradicionales construcciones llamadas Themonies) o de tubo. La razón: es ilegal construir sin cumplir las normas de una isla que mima hasta el detalle su paisaje tradicional. Por dentro, las casas antiguas son joyas, especialmente las cocinas, con sus bellas alacenas de las que cuelgan vajillas de barro populares.
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