Los moáis de Oliva

Quién iba a decirnos que la teoría de la evolución podría aplicarse a los chiringuitos. Al Oli-ba-ba, sin ir más lejos: 33 años sirviendo copas y alegrando las noches de Oliva (Valencia). Era cuestión de tiempo que esta referencia peninsular del ocio costero enfocara su modelo de actividad hacia el más glamuroso beach club, para lo cual cambió este año de emplazamiento sin salir del término municipal de Oliva. Hasta el 18 de septiembre habrá que buscarlo en la playa de l’Aigua Morta, de una anchura de 70 metros, junto a la urbanización San Fernando. Para encontrar al Oli-ba-ba conviene entrar hacia el hotel Oliva Nova y en la primera rotonda girar a la derecha; a 1,5 kilómetros está el desvío a mano izquierda.

La pareja de moáis continúa asombrando. De nuevo cuño es la pérgola de aire rapanui compuesta de madera makoi y hoja de palma bajo la que se disfruta de cócteles y comida más elaborada de lo habitual en los chiringos. Especialidad de la casa es el agua de Valencia, zumo de naranja con cava o champán, al que añaden un combinado secreto de licores.

Por la mañana, la clientela es más bien familiar; por la tarde, juvenil. Y es por la noche cuando llega el momentazo: cenar suquet de lubina o tajine de muslos de pollo con los pies enterrados en la arena disfrutando del rielar de la luna valenciana en el continuo arenoso entre Cullera y Denia, cuya luminiscencia nocturna siluetea el macizo del Montgó. Todo amenizado con la música ambiente del DJ. Cócteles (consultar precios) y buen rollito hasta las 3.00. ¡Iorana! (Bienvenido y adiós en rapa­nui).

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