Christina Astrales 2012, hondura aromática

Hay bodegas nuevas que, pese a tener lo necesario para situarse en lo más alto, tardan años en mostrar su mejor perfil. Tal es el caso de Astrales, nacida con el siglo, empeño de los Romera de la Cruz, familia de viticultores y dueños de un pequeño tesoro vitícola: 29 hectáreas de viñas viejas en la zona burgalesa de Anguix. Ellos, como tantos en Ribera del Duero, han querido progresar de proveedores de uva a elaboradores de vino. Contaron para ello con un joven enólogo, Eduardo García, hijo de Mariano García.

Pero el trabajo impecable de este enólogo no estuvo a la altura del inmenso potencial de pequeñas fincas como Fuensanta, donde nace este vino, denominado Christina Astrales, obra de una pareja profesional de lujo: Pepe Hidalgo y Ana Martín. Tal vez su principal mérito haya consistido en favorecer la pura expresión de las uvas, con apenas participación humana más allá de la selección de granos y racimos y la crianza en roble francés de grano extrafino. La uva, madura y equilibrada, consigue dibujar un paisaje de hondura aromática, con la fresca fruta silvestre vibrando en un ámbito especiado de flor, terruño y balsámicos. Sabroso y mórbido, resulta potente sin ceder en elegancia.